Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

Las gracias del rosario


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Lejos de ser una práctica obsoleta o una costumbre solo propia de los consagrados o conservadores, esta devoción a la Virgen María es el mejor camino de transformación personal que nos permite, con perseverancia y fe, salir de la desolación y recuperar la alegría y la paz del corazón.



Física, emocional y espiritualmente, el rezo de las cuentas de Avemarías y Padrenuestros es un verdadero camino de purificación, aceptación, entrega y liberación que, paso a paso, sin prisa y sin pausa, nos ayuda a calmar el cuerpo, a silenciar la mente y a decantar las mociones para escuchar la voz de la esperanza dentro de nuestro corazón.

Preñados de amor

Lentamente, vamos transitando de la desesperación a la súplica; de la soledad y angustia a la compañía y consolación; del bloqueo a la inspiración; de la oscuridad de nuestros fantasmas y temores a la luz y tibieza del abrazo de Dios. Podríamos decir sin equivocarnos que la Virgen María nos regaló un atajo para peregrinar al cielo, donde podemos ofrendar todo lo que estamos viviendo y volver por el mismo camino preñados de amor.

En un mundo de inmediatez, estímulos, luces, extroversión y entretención, dedicar 20 o 25 minutos a la repetición y al simple acto de pasar entre los dedos unas cuentas en recogimiento y conexión puede parecer una rareza colosal. Sin embargo, justamente ahí radica su poder sanador. Solo en el silencio externo e interno, en el ronroneo dulce y predecible de “una canción”, nuestra mente suelta el control y nuestro ser se deja conducir hacia lo hondo de la existencia y su trascendencia. La gracia del rosario es que es un puente simple y eficaz para rescatar lo humano y lo divino que nos habita, y facilitar el diálogo con el alma de nuestra alma.

De hecho, prácticas similares existen en muchas religiones del mundo. El uso de cuentas para rezar responde a una necesidad espiritual universal: concentrar la mente, repetir palabras sagradas y conectar con lo divino. Tradiciones como el islam (‘misbaha’), el hinduismo y budismo (‘mala’), o el cristianismo ortodoxo (‘komboskini’), han reconocido también este camino hacia la contemplación silenciosa y profunda.

Un poco de historia

El rosario católico tiene su origen en la práctica monástica de recitar 150 salmos, que fue adaptada por los fieles iletrados mediante la repetición de 150 Padrenuestros, contados con cordones o piedras. Con el tiempo, esta devoción evolucionó hacia los “salterios marianos”, donde se rezaban 150 Avemarías, incorporando meditaciones sobre la vida de Jesús y María.

Oración por la salud delPapa

Según la tradición, la Virgen María se apareció a santo Domingo de Guzmán en el siglo XIII y le entregó el rosario como arma espiritual, lo que impulsó su difusión por parte de los dominicos. En el siglo XV, el dominico Alano de la Roche organizó los 15 misterios tradicionales y, en 2002, san Juan Pablo II añadió los misterios luminosos. Así, el rosario se consolidó como una de las devociones más extendidas del catolicismo.

Una de las cosas preclaras que conocen quienes se dedican a la educación es que el verdadero aprendizaje solo se produce con la repetición. Solo así se afinan las destrezas, se fortalece la “musculatura” y se adquiere dominio sobre una habilidad, una técnica o un conocimiento. En este caso, la Virgen María, conocedora profunda de nuestra naturaleza, nos lega esta práctica para fortalecer el espíritu e ir desarrollando la sensibilidad para captar las señales en medio de las distintas circunstancias de la vida.

Una vida amargada o fecunda

Habrá momentos de gozo, de dolor, de gloria y de luz por los que todos transitamos, pero cómo enfrentarlos es lo que marca la diferencia entre una vida amargada o fecunda. La repetición de cimas y simas en nuestra historia, evocando las que el mismo Jesús y su mamá vivieron, nos permite aprender cada vez a ser mejores y a hacer el mayor bien posible. Somos un rosario viviente y, al orarlo, podemos ser más conscientes de eso, para ser mejores hijos/as y hermanos/as construyendo el Reino de Amor que Dios nos pidió.

Si eres de los que reza el rosario y has recibido sus infinitas gracias, bendito sea Dios. Pero, si hace tiempo perdiste esta devoción, o nunca la has rezado, te invito con toda mi pasión y convicción a que le des una oportunidad. Después de 21 días de rezarlo, verás cómo todo comienza a ordenarse desde el Amor.

Aparecerán salidas donde antes solo había puertas cerradas; recibirás consuelo donde antes dolía; tus ojos verán con más luz, y el corazón se moverá con más entusiasmo. Sentirás que perteneces a una familia y que tienes un hogar incondicional donde puedes llorar y reír con la libertad de los hijos del Señor.