Francisco en Colombia: la visita del samaritano


Compartir

Cuando sea mayor esta niña de doce años que vimos saltar de felicidad después de recibir el abrazo del papa Francisco, recordará este día como uno de los más hermosos de su vida.

Estaba vestida de blanco y hacía parte del grupo de niños que recibieron al Papa en el Patio de Armas de la Casa Presidencial. La vimos sentada en el suelo con los otros niños mientras el Papa y el presidente Santos leían sus discursos.

Así comenzó su segunda jornada en Colombia el papa Francisco. Los niños y los enfermos hacen que el Papa rompa todas las medidas de seguridad y las normas de protocolo. Se detiene, los acaricia, los besa. Les habla y sigue con su sonrisa renovada. Así sucedió en la cita con el presidente, en su paso por la colmada plaza de Bolívar, en su visita a la catedral y en la espectacular misa vespertina en el parque Simón Bolívar.

papa Francisco viaje Colombia preside Misa en Parque Simón Bolívar Bogotá 7 septiembre 2017

Un momento de la Misa en el Parque Simón Bolívar

Que no decaiga el esfuerzo

También estuvieron omnipresentes en esta jornada los dolores de los colombianos, sus divisiones y su necesidad de esperanza y de paz. Los que temían, desde la oposición, su implícito apoyo político al presidente Santos, o algún alfilerazo para los opositores, encontraron, admirados, el equilibrio que solo da la mirada de la historia desde el evangelio.

“Es mucho el tiempo pasado en el odio y la venganza (…) no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule una vida más”, dijo en el primer acto del día. Ardía a su lado un pebetero y al pie tenía la figura emblemática de una paloma de la paz.

En una plazoleta colmada por la presencia de ministros, diplomáticos y altos funcionarios de la presidencia, invitó a “no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha por una cultura del encuentro que haga huir de la tentación de venganzas y de la búsqueda de intereses particulares”.



“Dejen que el sufrimiento de sus hermanos colombianos los abofetee”, dijo momentos más tarde ante una Plaza de Bolívar colmada por miles de jóvenes que coreaban consignas o repetían frases del Papa, convertido en catequista. “Ayúdennos a los mayores a no acostumbrarnos al dolor y al abandono. Entendamos el dolor de los que han sufrido”.

Inclinado sobre nuestras heridas

El Papa ha sentido que Colombia es un cuerpo herido que necesita de samaritanos. Ha encontrado Francisco que, detrás de la alegría y el entusiasmo que lo han rodeado desde su llegada, la sombra presente en todas partes es una división profunda entre los colombianos, creada y sostenida por los políticos.

En su tercera intervención de la mañana volvió sobre el tema al invitar a los obispos de la Conferencia Episcopal a reconocer en Colombia su “indomable coraje de resistir a la muerte”. Aconsejó a los obispos “conservar la serenidad y no dejarse aprisionar por el presente”. “Los invito  a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente”.

“Todos sabemos que la paz exige de los hombres un coraje moral diverso. La paz nos impulsa a ser más grandes que nosotros mismos”.

Ante más de un millón de personas reunidas en el Parque Simón Bolívar, mantuvo su mirada sobre los sufrimientos de los colombianos por el dolor de la corrupción, de la inequidad, el irrespeto por la vida, la sed de venganza, la justicia tomada por la propia mano, para agregar que lo que urge son iniciativas de paz, congregar en la unidad.

El tema, presente en sus cuatro discursos de esta segunda jornada estuvo seguido de la invitación a “no dejarse arrebatar la esperanza”, a reivindicar el derecho a soñar, a perdonarse a pesar de las heridas, no del todo cicatrizadas.

El samaritano se inclinó sobre nuestras heridas.

DOCUMENTOS: Todos los discursos del Papa en Colombia