Hablamos largo y tendido mientras compartían las últimas experiencias y encuentros mantenidos. También se ríen de las críticas absurdas que reciben de algunos que se dicen muy católicos. Se les ve muy animados. Trabajan y dan testimonio en medio de muchas nacionalidades. Pertenecen al laicado, a la vida religiosa y también al clero. Saben de la dificultad de su tarea, pero no se rinden. Descubro la alegría en sus rostros y en la manera dinámica de expresarse.
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“Queremos hacer un vídeo para sensibilizar sobre la importancia de esta tarea”, me dicen. “Es muy fácil”, les digo. “Mirad, imagino una de nuestras calles con gente anónima que va y viene. La cámara se fija en algunas puertas y en las personas que salen de ellas, familias, trabajadores, jóvenes… no sé. Las casas y sus fachadas son diferentes, pero al final estas personas se saludan y charlan amigablemente un rato en la calle”. “Lo veo”, dice Begoña, y se pone a escribir en su cuaderno. La cámara va cerrando el objetivo y se centra en cada rostro. Luego, a los mismos rostros se les ve rezando en su sinagoga, mezquita o iglesia. Ya está. Son nuestros vecinos de la puerta de al lado.
Nuestros vecinos
La labor de nuestra delegación de Diálogo Interreligioso no es nada fácil, pero son como hormiguitas. No tratan de convertir a nadie que ya está, como nosotros, arraigado en su fe. Pero son nuestros vecinos y, por eso, es bueno fomentar la convivencia, buscar intereses comunes para ella, como son los derechos humanos, el respeto por la naturaleza, la justicia social, la pobreza, la solidaridad, la cultura y la paz. Y esto es misión de todos los seres humanos, que somos los que deberíamos mostrar siempre nuestra inteligencia y nuestro corazón.
Los católicos que habitamos esta diócesis, con 145 nacionalidades, así como aquellos en otras tierras que conviven en vecindad con creyentes piadosos de otras creencias, no debemos encapsularnos y vivir sin una mirada de hermanos. El 4 de febrero de 2019, el papa Francisco, firmó con el gran imán de Al-Azhar, en Abu Dabi, la Declaración sobre la Fraternidad Humana. El prefacio comienza así: “La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar. Por la fe en Dios, que ha creado el universo, las criaturas y todos los seres humanos –iguales por su misericordia–, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente a las más necesitadas y pobres”. Y esto no es sincretismo, como vocean algunos, sino que nace del amor de Dios, el misericordioso. ¡Ánimo y adelante!