Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

La historia de la princesa Mako


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Nunca he sido mucho de cuentos de princesas. Siempre he preferido un buen cómic de Mortadelo y Filemón o una novela de misterio, pero el otro día, al escuchar que la princesa japonesa Mako había renunciado a sus privilegios familiares por casarse con un plebeyo, me pareció algo muy parecido al final feliz de un cuento infantil. Tengo que confesar que también me pareció algo sacado de otra época histórica, provocándome cierto asombro el hecho de que todavía existan sociedades que se rijan por valores tan diversos a los de nuestra sociedad occidental. Mientras que el gesto de la princesa nos puede parecer muy loable y casi la convierte en heroína para la mayoría de nosotros, estoy convencida de que en Japón muchos lo habrán interpretado como un acto de traición y cobardía por rechazar el destino que supone su linaje.



Esta historia de una lejana cultura me hace pensar en distintas cosas. Por una parte, qué importante es labrarnos nuestro propio destino y escapar de las expectativas ajenas, que nos vienen dadas y no hemos elegido ni hemos convertido en nuestras al optar vitalmente por ellas. Aunque no implique cambios radicales, cómo el de la princesa Mako, nadie está exento de tomar las riendas de su propia historia y convertirse en su protagonista principal, por más que esto conlleve muchas dificultades. Que se lo digan a Jesús y los reproches que tuvo que acoger por parte de sus compatriotas (cf. Mc 6,2-3). Las circunstancias nos influyen y marcan, pero siempre hay un resquicio para convertirnos en el “capitán de nuestra alma”, como repetía Nelson Mandela durante sus años de encarcelamiento.

Color “rosa-cuento”

Por otro lado, también me doy cuenta de cómo nos han influido culturalmente los cuentos de princesas y príncipes encantadores. No creo que sea nada especialmente malo, excepto si acabamos identificando el amor verdadero con ese estadio romántico primero en el que se quedan estos relatos. Nunca nos contaron cómo era el día a día de Blancanieves o de Cenicienta con sus respectivos príncipes en lo cotidiano y sus complejidades. Si bien el enamoramiento es una etapa necesaria, idealizarla y estancarse ahí supone renunciar a crecer en el amor. El día a día, con ese amplio abanico de tonos grises que tanto se aleja del color “rosa-cuento”, tiene mucho de compromiso y empeño por sacar la mejor versión del otro, lavando y dejándose lavar los pies mutuamente (cf. Jn 13,5-9)

Princesa Mako Japón

No sé cómo acabará la historia de la princesa Mako, pero ojalá su historia se parezca a un cuento solo en el principio.