Puestos a elegir, con frecuencia, elegimos “a los nuestros” y tememos “a los otros”. Si podemos elegir, tendemos a preferir a quien creemos que nos va a favorecer, a quien suponemos que nos dará espacio y tiempo porque coincidimos en planteamientos, creencias o actitudes.
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Solo los mejores, creo yo, son capaces de elegir ser puentes, no polarizar, dialogar, abrir puertas y no cerrarlas. Solo los mejores, puestos a elegir, piensan en “los otros”, en los distintos y, sobre todo, en quienes más lo necesitan.
No sé cómo será el papado de Robert Francis Prevost Martínez. Solo se lo que he visto cuando ha hecho su primer saludo. Le temblaba la mandíbula, apretaba fuertes las manos con cierta suavidad a la vez; y se percibía la emoción en sus ojos. Lo normal, creo yo, lo humano. Y eso, a mí, me da cierta tranquilidad. Apariencia sencilla y firme a la vez. Sin grandes alharacas. Lo normal, creo yo, lo humano; “conservando la voz débil pero siempre valiente del papa Francisco”, dijo.
No sé cómo será el papado de León XIV. Espero que haga el mayor bien posible al mayor número de personas posible. Si es así, lo demás se dará por añadidura. Supongo que, como solemos hacer, cada cual nos fijaremos en algunos aspectos y entresacaremos de sus gestos y palabras aquellas que más nos convengan, ya sea para ensalzarlas o para rechazarlas. Pero algunas palabras que el nuevo Papa ha elegido en su primer saludo no deja muchas dudas: paz, diálogo, apertura, iglesia misionera, amor sin condiciones, ser puentes, los que más sufren, sinodalidad, justicia, hombres y mujeres…, juntos, juntos, juntos. Un paso más para el todos, todos, todos, de Francisco.
Las formas de un líder
Y sí, suele ser decisivo el tono y las formas de cualquier líder, ya sea en un pequeño taller, en una gran empresa, en un país o en la Iglesia. Pero nadie es tan bueno para mejorarlo todo por sí mismo ni tan malo para cargar con todos los posibles desaguisados. Cada palo aguante su vela, dice el refrán. Que cada uno de nosotros, especialmente si somos creyentes, recojamos el guante: la historia nos pide dialogar, crear puentes, encontrarnos, caminar juntos. Y cada uno de nosotros sabemos en qué situaciones, relaciones o actitudes nos toca resituarnos. Ojalá lo hagamos. De verdad. En lo concreto:
“Que se ciña cada cual a la parte que le corresponde, y con presteza suma, no sea que un mal de tanta magnitud se haga incurable por la demora del remedio (León XIII, ‘Rerum Novarum’, 41).