Grandes aportes y legados del pontificado de Francisco


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Los 9 años del papa Francisco en su servicio al santo pueblo de Dios, como le gusta decir, está lleno de las sorpresas del Espíritu y de nuevos desafíos evangélicos para la Iglesia.



Es enorme el legado que hasta ahora nos está dejando el papa Francisco y difícil de sintetizar. Personalmente me han llegado más profundamente al corazón las siguientes intuiciones y pistas que nos propone: la nueva perspectiva sistémica y el nuevo paradigma centrado en la misericordia y en la relación trinitaria, que desemboca en la fraternidad universal y al interior de la Iglesia en la sinodalidad. La cultura del cuidado y del encuentro, que nace de la conciencia de nuestro origen común, de nuestra interdependencia y de un futuro que debemos construir todos juntos. Y finalmente, y para mí el desafío más importante, volver al Evangelio.

Cuidar la Casa Común

El papa Francisco nos invita a partir de una perspectiva sistémica, en la que todos estamos conectados, que nos hace sentir miembros de dos comunidades. Por una parte, somos miembros de la ‘humanidad’ y por otra pertenecemos a la ‘casa tierra’. El Papa lo expresa al pedir una ecología integral que responda a ‘los gritos de los pobres y al grito de la tierra’. Como miembros de la humanidad estamos llamados al respeto de cada persona y a la defensa de sus derechos, especialmente los de los pobres y más vulnerables.

Como miembros de la tierra nuestra casa común, estamos llamados a vivir un nuevo estilo de vida asentado en el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida. Esto supone un cambio de una visión antropocéntrica a una visión ecocéntrica que nos lleva a un equilibrio a diferentes niveles: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios. En una palabra, pasar de la cultura del yo a la cultura de nosotros porque hechos a imagen de la Trinidad, la relación debe ser para nosotros la categoría fundamental.

Escritores vivos del Evangelio

La cultura del cuidado y del encuentro nos invita a construir y a ser testigos de una Iglesia pobre y para los pobres, de una Iglesia que toca la carne de Cristo en los que sufren. Esto significa una Iglesia abierta, cercana a la gente, con olor a oveja, acogedora, sencilla, humilde, sin ansias de poder, servidora. Y por eso hoy la sinodalidad es una nueva forma de ser Iglesia. Se trata de caminar juntos y de sentirnos todos importantes, necesarios y protagonistas en actitud de escucha y discernimiento. Me atrevería a decir que a las características de la Iglesia de nuestras profesiones de fe tendríamos que añadir: sinodal. Una, santa, católica, apostólica y sinodal.

 Personalmente pienso que la llamada a volver al Evangelio, tantas veces repetida por el Papa Francisco, sintetiza la mayor riqueza de su ministerio pastoral, por eso me detengo un poco más en este desafío. ‘Todos estamos llamados a ser escritores vivos del Evangelio…’. El lenguaje evangélico se hace indispensable y el centro de este lenguaje es el amor Es una invitación a volver al Evangelio de Jesús nuestro maestro, amigo, compañero, fundamento y razón de ser de nuestra vida a quien queremos seguir, convencidos que nuestro encuentro con Él ha sido lo mejor que nos ha pasado en la vida. Porque él nos ha descubierto que el nombre de Dios es misericordia.

Hoy el papa Francisco nos está pidiendo una vida bien anclada en Jesucristo y que desde Él evite las tentaciones de la autorreferencialidad, la nostalgia, la auto-complacencia, el derrotismo, la búsqueda de la eficiencia y la eficacia como valores en sí mismos, la mundanidad, el clericalismo… Y desde la clave del discipulado evangélico, una conversión pastoral que se traduzca en mansedumbre, misericordia, paciencia, pobreza, austeridad, ternura y cercanía, yendo a las periferias existenciales y geográficas de la vida.  Una vida centrada en Cristo y en su Evangelio y para esto ponernos en camino de adoración del Señor y de servicio a Él en los hermanos y hermanas, especialmente en los más pobres y vulnerables. “Adorar y servir” sintetiza el Papa.


Por Hno. Álvaro Rodríguez Echeverría, FSC. Ex superior general de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y colaborador de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos