Francisco y Trump practican el liderazgo del siglo XXI: el gobierno por sorpresa


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Voy a comenzar este artículo con una advertencia: nada de lo que sigue es una crítica o una alabanza ni a Donald Trump ni al papa Francisco.

A pesar de las grandes diferencias de perspectiva, experiencia y agenda, Francisco y el presidente Trump comparten algunas similitudes sorprendentes, incluyendo una fuerte dosis de inconformismo y un escepticismo instintivo sobre los grupos de poder que dirigen el Vaticano en el caso de Francisco y la burocracia federal en el de Trump. Ambos también tienen un genio para llamar la atención, ya sea en su mayoría halagador (como en el caso de Francisco) o a menudo no tanto (como en el de Trump).

Un reciente ensayo en la revista ‘Foreign Affairs’, realizado por Richard Haas, sobre los riesgos y oportunidades de la agenda política exterior de Trump sugiere indirectamente otro punto de unión: ambos prefieren la toma de decisiones informales a los procedimientos establecidos, y ambos practican el “gobierno por sorpresa”.



Haas, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores y exdirector de Planificación de Políticas del Departamento de Estado de Estados Unidos, es considerado uno de los observadores más astutos del país en la escena global. A pesar de poder mirarlo con escepticismo, por haber estado en las quinielas como posible secretario de Estado adjunto en la administración Trump; su ensayo es, en gran medida, positivo, sugiriendo que Trump tiene una oportunidad de marcar algunos hitos importantes en la política exterior.

Sin embargo, también considera que esas oportunidades podrían desbaratarse, en parte, por la manera en la que Trump toma decisiones: “Trump claramente prefiere un proceso informal de toma de decisiones, con varias voces incluidas y muchos puntos de entrada, y los presidentes se salen con la suya. Pero este enfoque tiene ventajas y desventajas y, si la administración quiere evitar los peligros que acompañan a la improvisación excesiva, debe asegurarse de que el proceso formal de la política del Consejo de Seguridad Nacional domine al informal -y que deliberaciones informales significativas sean en última instancia integradas en el proceso formal en lugar de llevarse a cabo por separado-”.

Uno puede, por supuesto, estar de acuerdo o en desacuerdo con esa conclusión, pero el diagnóstico parece indiscutible. Y si estás en sintonía con los asuntos del Vaticano, el lenguaje aquí tiene que parecerte extrañamente familiar.

papa Francisco Donald Trump presidente Estados Unidos encuentro en el Vaticano primera visita 24 mayo 2017

La independencia del “sistema” de Francisco

Francisco también tiende a confiar más en una red de amigos y asesores informales en la formación de su pensamiento sobre las cosas que en las estructuras formales del Vaticano. Si alguien cree que la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), por ejemplo, ha sido la fuerza principal en la conducción de sus decisiones sobre asuntos teológicos, o que la Congregación para el Culto Divino juega ese papel en la liturgia, simplemente no ha estado prestando atención.

Los observadores cercanos saben, por ejemplo, que cuando se trata de cuestiones teológicas, Francisco confía mucho más en el arzobispo argentino Víctor Fernández, un viejo amigo que dirige la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires, que cualquiera que esté dirigiendo la CDF.

Para los admiradores de Francisco, esa independencia del “sistema” es parte de su encanto. Para los críticos, es parte de lo que lo hace desestabilizador y peligroso. En cualquier caso, sin embargo, es un sello distintivo de su estilo.

Trump prefiere ser impredecible

“El presidente también claramente prefiere ser impredecible. Esto puede tener sentido como una táctica, pero no como una estrategia. Mantener a los enemigos fuera de juego puede ser útil, pero hacerlo con los amigos y aliados lo es menos  -especialmente amigos y aliados que han puesto su seguridad en las manos de América por generaciones-. Cuanto menos firme juzgan esas manos, más deciden mirar por sí mismos, ignorando las peticiones de Washington y considerando acuerdos paralelos para proteger sus intereses. Las frecuentes inversiones políticas, incluso aquellas que son bienvenidas, tienen un costo sustancial para la credibilidad de Estados Unidos y su reputación de confiabilidad”, recoge Hass en su ensayo.

Una vez más, cierra los ojos, permite las diferencias obvias entre el estado y la iglesia, y usted podría pensar que está hablando de Francisco. El pontífice se acerca al quinto aniversario de su elección en marzo próximo y, si uno examinara a los “aliados”, tal vez la frustración número uno que podrían expresar sería que uno nunca sabe lo que Francisco va a decir o a hacer a continuación.

Una vez más, uno puede discutir si en el largo plazo es más positivo que negativo. Ciertamente, para aquellos que se inclinan a pensar que Francisco es abrumadoramente una fuerza positiva tanto para la Iglesia como para el mundo, el hecho de que esté constantemente sacudiendo las cosas es parte de su poder. Una y otra vez, él da el mensaje de que ‘el negocio’ tal y como lo conocemos ha terminado. El gusto de este papa por el “gobierno por sorpresa” parece un hecho indiscutible.

papa Francisco Donald Trump presidente Estados Unidos encuentro en el Vaticano primera visita 24 mayo 2017

¿El mismo modelo que Putin?

Quizás la conclusión aquí es que el modelo de Francisco y Trump, el liderazgo del siglo XXI, se basa en: no mantener las ataduras a las instituciones y burocracias, y dejar a los amigos y enemigos intentando adivinarles. (Uno podría también situar a Vladimir Putin en este modelo, quizás la tercera figura más intrigante en la escena global hoy después de Francisco y Trump).

El hecho de que estos hombres estén empleando ese modelo al servicio de objetivos enormemente diferentes no hace que sea menos notable. En cualquier caso, la dinámica de esta “extraña pareja” que forman Francisco y Trump puede ser la prueba definitiva de que independientemente de cuáles sean sus metas, los líderes mundiales parecen compartir una manera común y sorprendentemente poco convencional de tratar de conseguirlas.

(*) Artículo original publicado en Crux. Traducción de Vida Nueva