En la Semana Laudato si’ 2021


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El pontificado del papa Francisco será recordado en la historia de la Iglesia por haber sabido incorporar al compromiso cristiano la preocupación por la conservación del planeta como un imperativo que nace de la justicia. Esta dimensión ecológica del cristianismo todavía es preciso incardinarla en el pensamiento teológico, en la práctica litúrgica y en el compromiso individual y colectivo de los cristianos.



Pero es ya una nueva bocanada de aire fresco que trae Francisco a una Iglesia todavía impregnada de un escolasticismo abstracto e infértil y de algunos espíritus temerosos que ven como una traición a la “santa tradición” cualquier acercamiento a las preocupaciones de los hombres y las mujeres de hoy.

Cuesta trabajo entender cómo la Iglesia, que se inició como un movimiento contracultural, revolucionario y clandestino en el Evangelio y en los primeros siglos, aquella Iglesia viva que latía en las pequeñas comunidades locales del Mediterráneo, se fue volviendo inercial y temerosa, se fue volviendo mansa y complaciente con los poderosos y empezó a perder todos los trenes de novedad en la historia: la ciencia, el mundo obrero, la democracia, los derechos de la mujer, la nueva antropología de la sexualidad…

Laudato si’, del papa Francisco, es la primera encíclica ‘ecologista’ en la historia de la Iglesia

Los perdimos porque el dogma nos parecía más seguro que la razón, porque las manos que manejaban el capital nos parecían más limpias que las que manejaban las herramientas, o porque bendecir como sagrada las monarquías absolutas era más ventajoso y estable que bendecir el cambiante plebiscito de los pueblos o las uniones de personas del mismo sexo.

El tren de la conciencia ecológica

Aunque el tren de la conciencia ecológica arrancó su marcha ya en los años 60, con Rachel Carson, con la reivindicación de la figura de Thoreau y con el informe del Club de Roma de 1972 sobre los límites del crecimiento, la Iglesia ha sabido por una vez coger este tren en la estación complicada en la que nos encontramos hoy, con una pandemia azotando el mundo y sin una gobernanza mundial que sepa todavía coordinar eficazmente los compromisos sobre el cambio climático.

Alegrémonos porque, por una vez, el tren no se nos ha ido. Subámonos, con todas las consecuencias. Es decir, con la tarea pendiente de articular una teología del planeta que tenga los pies en la tierra y no se pierda en aleteos angélicos y con aquel mismo germen revolucionario y transformador que guarda la almendra misma del Evangelio.

La Semana Laudato si’ 2021 está en marcha (16-25 de mayo), como culminación celebrativa del Año Eclesial Laudato si’. Un momento litúrgico ideal para celebrar lo que se ha hecho y atisbar lo que podríamos hacer desde la esperanza y el compromiso que nacen de la fe.

Más información en la web laudatosiweek.org