Raquel Lara, secretaria de la JOC
Secretaria de la JOC

El efecto llamada a la solidaridad


Compartir

Nos descubrimos en un mundo que fomenta, de manera bien pensada, la cultura del odio al diferente, del individualismo en vez de tender la mano al hermano, de no asumir responsabilidades de las consecuencias que nuestros actos provocan en el otro lado del mundo…

Vivimos en un sistema que practica la estrategia del descarte y la indiferencia ante toda aquella persona o sector de población que no interesa, cuando no entra dentro de nuestras cuentas, por eso no tiene ningún escrúpulo en invisibilizarla o criminalizarla. Desde esta indiferencia condenamos a la exclusión y la pobreza a tantas personas que solo aspiran a una vida digna, a gozar de respeto, de protección y de seguridad, de acceso a la cultura y a la sanidad, en definitiva lo que pretenden es vivir con la dignidad que se merece toda persona, sea de donde sea. ¿Dónde queda el mandato que Jesús nos dejó a sus discípulos?: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Inmigrantes rescatados por el buque Aquarius/EFE

Inmigrantes rescatados por el buque Aquarius/EFE

“La avalancha de pateras confirma el efecto llamada del caso Aquarius”. Así titulaba el diario ABC la noticia en su portada, coincidiendo con la llegada a Valencia de las 630 personas rescatadas la pasada semana en el Mediterráneo por el barco Aquarius, a los que el Gobierno italiano cerró sus puertos. Además, el día antes que el ABC, el editorial de La Razón daba la voz de alarma con un titular: “Hacia un irresponsable efecto llamada”.

Cerrar los ojos a una tendencia que viene de lejos

Achacar este pico de llegadas a la decisión de Sánchez significaría cerrar los ojos a una tendencia que ya viene de lejos y sobre todo mirar hacia otro lado y no ser capaces de abordar las causas de estos desplazamientos forzados, siendo nuestro propio Gobierno, a través de medios de comunicación dirigidos, quien se beneficia también de los conflictos de guerra vendiendo armas a los gobiernos de los países de donde proceden la mayoría de los migrantes y refugiados.

Pero si hay datos que echan totalmente por tierra el argumento del efecto llamada provocado por el Aquarius son los presentados por el Ministerio del Interior. Desde la llamada crisis de los cayucos de 2006, cuando llegaron a España (sobre todo a Canarias) más de 39.000 migrantes, las llegadas a las costas españolas se han mantenido estables, en torno a las 4.000 anuales.

“Es un sin sentido que la Iglesia en España pague a periodistas que ridiculizan el Evangelio”. Santiago Agrelo. Coincidiendo con la crítica del arzobispo de Tánger, frente a unas palabras de algunos comentaristas que fomentan el odio y el racismo en una tierra que parece en muchas ocasiones olvidar que no hace tantos años tuvimos que hacer las maletas para emigrar.

El evangelio es ‘antisistema’

Desde esta relación de privilegio y poder imperialista respecto a las personas refugiadas, palabras de odio y rechazo, no pueden representar de ningún modo a la Iglesia de Jesús, comunidad de los que nos identificamos con el proyecto humanizador del Reino que está abierto a todos y, sobre todo, a los últimos, los débiles, los diferentes. Los que no cuentan para los planes estratégicos de la sociedad neocapitalista deben ser los primeros. Cada vez más los que nos sentimos Iglesia pobre de Cristo porque somos conscientes de que el evangelio de Jesucristo, del que el papa Francisco es un testigo valiente, es ‘antisistema’.

Somos muchas los y las cristianas que pensamos de esta manera y que trabajamos día a día en la implantación del Reino de Dios y su justicia, en la defensa de los derechos humanos y en la promoción y desarrollo de todas las personas sin discriminación de ningún tipo. Ante esta situación, no nos quedamos calladas. Los y las cristianas tenemos el deber y la responsabilidad de alzar la voz ante este atentado a la vida y ser testigos de Jesucristo resucitado, posibilitando que otras personas puedan tener una vida digna.

Si queremos ser fieles al evangelio, Jesús no lo podía decir más claro: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”. Mateo 25, 35-40.