José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

El documento preparatorio


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Quizá como ningún otro sínodo, el que está próximo a realizarse y lleva por título ‘Por una Iglesia Sinodal. Comunión, participación y misión’, ha generado muchas expectativas. Y no creo que sea por su temática, de orientación más bien intraeclesial, sino por su metodología, que es en verdad novedosa. Estamos ante otras de las intuiciones que nos ha regalado Jorge Bergoglio, desde que se convirtió en Francisco de Roma.



En esta ocasión, y a diferencia de reuniones semejantes, se pretende generar una amplia consulta, capaz de facilitar la participación de los más de 1,300 millones de católicos esparcidos por el planeta. No es que en otros sínodos no se haya preguntado el parecer de los interesados, pero siempre los debates previos y durante las asambleas estuvieron reducidos a pocas personas.

Ahora no. Desde la última parroquia, pasando por su diócesis, país y región continental, se preguntará sobre el estado actual de la Iglesia Católica, sus problemas y desafíos, y mirando a su futuro inmediato. Es por ello que ya circula un “Documento Preparatorio”, bellamente editado, con 32 numerales que se sujetan al conocido método Ver – Juzgar – Actuar.

Llama la atención el diagnóstico presentado en el #6: “… no podemos escondernos: la misma Iglesia debe afrontar la falta de fe y la corrupción también dentro de ella. En particular, no podemos olvidar el sufrimiento vivido por personas menores y adultos vulnerables ‘a causa de abusos sexuales, de poder y de consciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas'”. Y en el mismo párrafo: “… La Iglesia entera está llamada a confrontarse con el peso de una cultura impregnada de clericalismo, heredada de su historia, y de formas de ejercicio de la autoridad en las que se insertan los diversos tipos de abuso (de poder, económicos, de conciencia, sexuales)”.

En el #26 aparece la pregunta fundamental que será formulada en todo el mundo: “En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos ‘caminan juntos’: ¿cómo se realiza hoy este ‘caminar juntos’ en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro ‘caminar juntos’?”.

Y a partir del #30, ya para concluir, el texto ofrece 10 núcleos temáticos para profundizar: los compañeros de viaje, escuchar, tomar la palabra, celebrar, corresponsables en la misión, dialogar en la Iglesia y en la sociedad, con las otras confesiones cristianas, autoridad y participación, discernir y decidir, y formarse en la sinodalidad.

Concluye el documento citando al papa Francisco, en su discurso al inicio del Sínodo dedicado a los jóvenes, y sosteniendo que la finalidad de la consulta no es publicar documentos, sino: “hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos”.

Hay otros dos documentos ofrecidos por la secretaría del Sínodo: “Sugerencias para reflexionar, compartir y responder a las preguntas del Sínodo”, y “Vademecum para el Sínodo sobre la Sinodalidad”. Volveremos sobre ellos.

Pro-Vocación

Pasqualina Curcio acaba de escribir: “En dos meses caducarán 241 millones de dosis de vacunas contra el Covid-19, sin contar los 34 millones que ya se vendieron y fueron descartadas en EUA. Estos 241 millones forman parte de los 1,200 millones de dosis que les sobran a EUA, Canadá, Reino Unido, Japón y la Unión Europea, las cuales también están próximas a vencerse e irán a parar al basurero si no son donadas y aplicadas antes de diciembre de este año…”. De esta crisis, me pregunto: ¿estamos saliendo mejores o peores?