El día después


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Quizá estás de súper buen humor, porque tu candidato va a la cabeza. O quizá estés en la angustia total, porque sus probabilidades de triunfo se ven cada vez más bajas. No importa. Entre las cosas buenas que generan las campañas es que concentran la atención hacia lo relevante que es la gestión pública. Nota nuestro involucramiento colectivo y la gran cantidad de horas voluntarias que le hemos dedicado a la contienda, desde leer y reflexionar, hasta participar directamente en las campañas.

Ahora, tras la elección ¿Qué sigue? ¿Celebrar el triunfo o lamernos las heridas y esperar que el ganador cumpla amablemente todo lo que prometió? Te aseguro que eso último dependerá más de la interacción sostenida entre ciudadanos y Estado, que del perfil personal de un gobernante, por inmaculado que se haya presentado ante sus electores. Es decir, las cosas solo mejoran cuando los ciudadanos nos metemos de lleno en el asunto. Si me preguntas ¿Qué puedo yo hacer? Pues ponerte en marcha. Ahora que está la energía alta es el momento ideal para iniciar.

En este blog te propongo un boceto de seis pasos para involucrarte más en serio y tener el México que merecemos. Esto requerirá trabajo, interacción con extraños y quizá también algunas frustraciones. Habiendo trabajado con varias decenas de organizaciones he visto que las seis cosas que te propongo funcionan, pero aún así no puedo garantizarte el éxito. Quizá cuestiones si en verdad vale la pena, así que pongo a tu consideración la otra alternativa: volverte de nuevo espectador pasivo de la realidad, para regresar a quejarte dentro de seis años porque las cosas no cambiaron o están peor que antes. No sé tú, pero a mí no me gusta el rol de víctima.

Seis pasos para organizarte y actuar eficazmente

Uno, realinea tu tiempo disponible. Comienza por recontar tus horas dedicadas al asunto electoral. Ahora e imagina que puedes dedicar la misma cantidad de horas por semana – una, dos, cinco, no importa- a un tema social que te resulte especialmente interesante o preocupante. Reacomoda parte de tu tiempo disponible y dedícalo a algo productivo, no a divagar en medios sociales o mirar televisión. Ese inventario de horas es tu primer gran recurso.

Dos, convoca amigos y organízate. Regresa a tus medios sociales y nota quienes tienen afinidad con tus preocupaciones y aspiración. Invítalos, arma un grupo y reúnanse a una conversación inicial. Si no funcionó, no importa. Busca otros amigos e inténtalo después. También puedes sumarte a otra organización que ya exista y esté trabajando. Hay gente para todo: desarrollo económico, inclusión social, medio ambiente y buena administración pública. Además, nuestro mundo pide a gritos misericordia y justicia social en múltiples espacios, solo falta mirar un poco para salir de la tibieza y prenderte con gusto y pasión en el quehacer social (Lc 3,16).  Al organizarte, no solo te darás cuenta que somos muchos trabajando, que puedes apoyarte en los demás y la gran mayoría de los casos una reunión mensual hace maravillas.

Tres, define un propósito positivo. Es clave concentrar la energía a favor de lo que sí quieres, en lugar de en contra de lo que no quieres. En mi experiencia, las campañas de protesta, si bien tienen su momento, a la larga generan demasiada energía negativa y hacen que las organizaciones colapsen. Así que es mejor buscar una contribución específica a la política pública que desees mejorar. Por ejemplo, el modelo de observatorio ciudadano de la norma ISO 18091, establece un repertorio de 39 políticas públicas divididas en cuatro grandes ejes de trabajo. De ahí hay mucha tela que cortar y casi seguro encontrarás algo de tu interés (CEGESTI, 2015).

Esquema de Políticas Púbicas consideradas en la Norma ISO 18091

Cuatro, profesionalízate. Dominen los aspectos técnicos del tema de su interés, conozcan las leyes relevantes, interactúen con otros grupos involucrados. Te sorprenderás que en muchos casos las soluciones ya existen o están en proceso de implementación. Así que no necesitarás empezar de cero.

Cinco, interactúa sostenidamente con tu gobierno local. Esto es clave, encuentra los modos en que podrán incidir en momentos claves de nuestra vida pública, al votar una ley, asignar un presupuesto, elegir – o destituir- un funcionario, diseñar o aprobar un programa, intervenir en el medio ambiente, o lo que sea técnicamente relevante en tu búsqueda.

Seis, aprende a jugar con dignidad. Haz solicitudes concretas. Evita pedir cosas que sabes imposibles para la autoridad con que interactúas, pues eso solo sería auto sabotaje. Presionar por presionar no sirve. Cuando la autoridad local responda afirmativamente a tu solicitud, reconoce su trabajo. Si la solicitud no es escuchada, entiende razones. Aprende y sigue luchando.

En la dinámica social que vivimos solo grupos de ciudadanos organizados, persistentes y profesionalizados pueden cambiar las cosas. Hay quienes dicen que sólo así es que se inician los verdaderos cambios y yo he tenido el privilegio de atestiguar cambios en sistemas de justicia, preservación de especies, institucionalidad municipal, inclusión a discapacitados, protección de ecosistemas, recuperación de la alegría, leyes imparciales y muchas causas más. Te deseo el mejor de los éxitos y pensemos en lo que sigue, pues el país seguirá el 2 de julio.

 

Referencia. CEGESTI (2015). Guía para la aplicación de la Norma 18091 en gobiernos locales.  http://municipal.cegesti.org/articulos/articulo_03_220115.pdf