Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

Del cerro al comercio justo


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Me sorprendió en una visita reciente a El Salvador a la Cooperativa San Carlos 2 de Morazán, que cultiva café calidad de exportación, encontrar el sello de comercio justo. La cooperativa está compuesta por 125 familias que desde hace más de 15 años han consolidado un modelo comunitario en el que como dicen sus administradores “todos somos dueños de todo y ninguno de nada”. Muchas de estas familias ahora son segundas generaciones de caficultores que vivieron la época de la Guerra Civil. La dinámica de la cooperativa refleja identidad en torno al café y cuidados especiales para hacer que el cerro del Cacahuatique converse su capacidad de captar agua y produzca un café de excelencia mundial.



En todo el recorrido no dejé de preguntarme ¿Qué motiva a familias completas y jóvenes a impulsar un proyecto como la cooperativa mientras hay una fuga masiva en la misma zona, especialmente de jóvenes en búsqueda de nuevas oportunidades rumbo a Estados Unidos?

Me di cuenta que la gente de la cooperativa tiene un sentido de pertenencia con el proyecto, una sensación de esfuerzo colectivo y bienestar, que refleja sus valores comunitarios. La cooperativa da para asegurar a las familias el sustento básico y les retorna una sensación intangible de ser productos de un café de calidad. Esta cooperativa y otras 2000 organizaciones productoras a nivel mundial. Son un reducto de resistencia organizativa en tiempos de crisis económica. Son parte del movimiento social de Comercio Justo que busca generar condiciones más equitativas de intercambio comercial, creando una cultura de aprecio por los pequeños productos. Se basa en el respeto mutuo y en unos criterios, consensuados a nivel mundial,  que garantizan un mejor trato y condiciones laborales para las redes productoras.

mujeres en cooperativa

Mujeres de la Cooperativa San Carlos Dos en El Salvador. Foto: Flor Ramírez.

Decía el papa Francisco en 2015 al Movimiento Cooperativo Italiano, que si “miramos a nuestro alrededor nunca sucede que la economía se renueve en una sociedad que envejece, en lugar de crecer. El movimiento cooperativo puede ejercer un papel importante para sostener, facilitar y también alentar la vida de las familias. Realizar la conciliación, o tal vez mejor la armonización entre trabajo y familia”.

En medio de la búsqueda de alternativas para que la economía se renueve, tras la presente crisis, las cooperativas son todavía un signo esperanzador que la propiedad común puede administrarse. Que el bienestar de todos, puede ser el bienestar también para  cada persona, aun cuando esto signifique renunciar a las aspiraciones individuales.

Quizá muchos jóvenes y familias tomarán la decisión de migrar en los próximos años, con todo el camino tortuoso que esto puede llegar a implicar, pero quizá otras familias se quedarán y su trabajo dará otros resultados incuantificables como el hecho que gracias a su cafetales el cerro del Cacahuatique será el principal recurso de captación y fuente de distribución de agua para 11 municipios de la región. La opción para los consumidores y consumidoras que nos encontramos lejos, será decidir si a través de nuestro consumo podemos contribuir.