José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

Como el aire que respiro


Compartir

Hace pocos días, al menos 18 personas (entre ellos un niño) de los 40 migrantes afganos encerrados en un compartimento falso de un camión, murieron por falta de aire cerca de Sofía, en Bulgaria. Los supervivientes estaban helados, mojados, y sin comer en varios días.



Noticia que me golpea y me introduce en la primera de tres propuestas de la Cuaresma que comentaré sucesivamente. Hoy me detengo en la de la oración (luego vendrán la penitencia y la limosna). Este trágico momento me retrotrajo a un golpe similar de 2015 cuando estas cosas eran noticia de primera página. La tragedia de los 70 migrantes asfixiados (¡ay, asfixiados!) en un camión frigorífico en Austria, que recibí en el monasterio ortodoxo de Gracanica, y que cuando lo visité mantenía concertinas (¡ay, las concertinas!) en sus muros para proteger con apoyo de la ONU este enclave serbio en Kosovo. Recuerdo ahora con emoción redoblada la actualización trágica y repetida de acontecimientos parecidos al que encabeza estas líneas. Por ejemplo la muerte de 39 inmigrantes en 2019 asfixiados dentro de un camión en Grays, cerca Londres. O los 51 migrantes muertos en el remolque de un camión abandonado en San Antonio (Texas) el julio pasado.

Un novicio jesuita le preguntó al anterior general de la Compañía de Jesús, Peter-Hans Kolvenbach: “Padre, ¿usted cómo reza?”. El padre general le contestó: “Rezo con iconos”. De nuevo el novicio insiste: “¿Y qué hace?, ¿los mira?”. A lo cual el padre Kolvenbach responde: “No, me miran ellos a mí”.

Orar y respirar

La noticia golpeaba mi pecho orando aquellos días delante de un icono en los Balcanes. A pesar de ello pude envolverme de la presencia de Dios en el silencio, encender una lámpara, y orar por los miles de emigrantes heridos, gastados y muertos. Que me miraran como el icono contemplado. Llorar. Silencio. Compromiso.

La muerte sigue hoy día de parecidas maneras. Repetida. Ellos –los ahogados– y yo –un pobre orante– cruzando las miradas. Y esta vez ante la Cruz franciscana de San Damián que tengo en una capilla cercana. En la vida necesitamos tanto de la oración como del aire que respiramos.

Ayer y hoy, a pesar de la noticia, puedo envolverme de la presencia silente y acogedora del misterio de la oración en aquellos huecos de desierto y soledad que hay que seguir procurando entre tanto trafico inútil de trasiegos, prisas y multitudes como nos rodean hoy día. La intensidad y fidelidad de una oración para más amar y seguir al Señor en el compromiso diario me llevaba –ayer y hoy– a pensar tristemente que seguirán apareciendo noticias similares. Sería bueno volver a recordar los versos iníciales del poema ‘1936’, de Luis Cernuda: “Recuérdalo tú y recuérdalo a otros”. “Así será”, me dije. Y me comprometí a recordarlo siempre que pudiera sin preocuparme de su resonancia. Respiro y me desahogo. Estoy en el desierto y oro. He puesto de mi parte lo posible. Para poner palabras y alientos por las de los asfixiados que ya no pueden hacerlo. Y que puedan llevar los latidos de Dios atravesando los míos hacia otro puñado de corazones.

Para que lleguen del “desierto” a la “ciudad”.

Porque quizás en las repeticiones futuras de acontecimientos parecidos muchos se podrían olvidar de las penalidades migratorias de tantos días. De tantas vidas. En la mayor tragedia humanitaria –y, sobre todo, política– tras la II Guerra Mundial. Y que muchos quieren convertir simplemente en una noticia escondida o borrada para siempre por los vientos furiosos basados en el provecho propio, en el poder egoísta, en la riqueza y en la gloria egocéntrica. Aquello por lo que fue tentado Jesucristo en el desierto. Necesitamos respirar otros aires bien distintos. Limpios . Y la oración nos los facilita.


*Mantengo este artiíulo a pesar de abordar la misma temática de uno similar de Cristina Inogés en la sección de Tribuna: ‘En una playa de Calabria’. Lo leí cuando había terminado el mío. Nunca vienen de más las reiteraciones para llamar la atención sobre estos graves y esenciales temas.