Alberto Royo Mejía, promotor de la Fe del Dicasterio para las Causas de los Santos
Promotor de la fe en el Dicasterio para las Causas de los Santos

Chiara Corbella: ¿puede una madre olvidar a su hijo? (Is 49, 15)


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La dedicación a las causas de canonización lleva a conocer todo tipo de recorridos vitales, de los más sencillos a los más complicados pues, como quizás se ha podido ver hasta ahora en el blog, la fenomenología de la santidad –me refiero a la canonizada, tanto más todavía la de “la puerta de al lado”– es tan variada como la de la vida misma. Algunos preguntan si se puede ser santo y tener defectos, o ser santo con carácter irascible, e incluso decir palabrotas, o ser santo y fumar, o si un asesino puede llegar a santo, etc. Se asombraría uno de la tipología de santidad canonizada que hay en la historia de la Iglesia, pues al ser ésta tan larga, ha dado lugar a un poco de todo.



Hoy os quiero presentar la vida impresionante –y la muerte, que no lo es menos– de una mujer cuyo testimonio no solamente podemos leer hasta en internet, sino que lo podemos ver y escuchar en YouTube, uno de esos casos hermosos en que las redes sociales ayudan a vivir la fe. Se trata del amor de una madre hacia sus hijos vivido hasta el extremo y en unas circunstancias especialmente difíciles. Tengo que decir que para mí fue una gran sorpresa conocer a esta joven italiana nacida en Roma en 1984, Chiara Corbella, pero más todavía verla y escucharla contar su historia terrena que concluyó con su muerte a los 28 años de una manera singular.

Desde Medjugorje

Se trataba de una joven normal de la ciudad de Roma. Ya desde adolescente empezó a participar en la parroquia de su barrio, Santa Francesca romana, concretamente en las reuniones de los carismáticos. Ocurrió que, estando en el verano del 2002, de vacaciones con unas amigas, se enteró que su hermana había ido en peregrinación al santuario de Medjugorje, en Bosnia, y, por curiosidad, quisieron acercarse a verlo. Entonces allí, el 2 de agosto, se encontró con otro joven de la renovación carismática de 23 años, Enrico Petrillo, que estaba de peregrinación con algunos amigos.

Chiara tenía 18 años y nunca había tenido novio, empezaba los estudios universitarios. Fue entonces cuando empezó una hermosa relación que llevará con el tiempo al matrimonio. Pero fueron cuatro años de noviazgo difíciles porque cada uno tenía su carácter, ella tenía sus dudas, tuvieron sus discusiones, también sus rupturas hasta que Chiara decidió hacer un retiro espiritual en Asís. Allí conoció a un sacerdote franciscano, el padre Vito, quien le ayudó a superar sus miedos ante el matrimonio y a comprender que valía la pena darle una oportunidad a Enrico.

Relación reconducida

A partir de ese momento, se recompone la relación de la pareja de tal modo que el 21 de septiembre del 2008, es el mismo padre Vito el que en Asís casa a Chiara y Enrico. Una pareja creyente, abierta y rodeada de amigos que les acompañan en dicha ocasión.

Parece que todo va bien. Un matrimonio normal, lleno de entusiasmo que, cuando regresan de la luna de miel, descubren que ella está embarazada, lo cual es motivo de gran alegría. Empiezan las visitas médicas, las primeras pruebas y parece que todo va bien hasta que, en una prueba, en la cual ella tiene que ir sola porque su marido estaba recuperándose de un quiste que le han extirpado,  descubren que la niña viene con una gravísima malformación: una anencefalia, que quiere decir que le falta parte del cráneo. Esto es que la niña tiene cerebro, pero no tiene cráneo para recubrir el cerebro, lo cual conlleva la muerte segura. Le anuncian que la niña, si nace, va a morir poco después de nacer. Aquí empiezan los sufrimientos de la pareja, que van a ser muchos.

Hasta el final

En primer lugar, contárselo a su marido y cómo se lo va a tomar. Ella se queda sorprendida de cómo él lo acoge con una grandísima serenidad. Por otro lado, los médicos animan a que interrumpan el embarazo y ella desde el primer momento se niega interrumpirlo porque se dan cuenta de que es una niña, es un ser humano que además ya empieza a dar pataditas. Deciden seguir con el embarazo hasta el final. Saben que es lo que va a pasar, saben que va a nacer la niña y va a morir, pero se arriesgan a ello.

Todo esto, ella lo cuenta en un vídeo de YouTube que se grabó poco después. Cuenta cómo sentía una gran libertad para hacer lo que quisiera porque sabía que, incluso en ese caso, nadie la iba a obligar a tener una niña que se iba a morir en ese momento; pero ella libremente decide seguir con el embarazo porque quiere, porque se da cuenta que ahí el Señor la estaba llamando misteriosamente a dar un paso adelante. Decide tener su hija.

Pasan los meses y tienen que provocar el parto un poco antes porque ella tenía muchísimo líquido amniótico, mucho más de lo normal y corría peligro el feto con tanto líquido. Nace la niña el 10 de junio del 2009 y les llena de grandísima alegría. La ven, la abrazan y poco más de media hora después su hija muere. Chiara misma cuenta: “El momento en el que la he visto ha sido un momento que no olvidaré jamás. He entendido que estamos unidas en la vida, aunque no pensaba en el hecho de que ella estaría poco con nosotros. Ella estaba unida a mí por la vida, por lo que era mi hija”.

Todo su recorrido vital

Después añade: “Aquella media hora no me pareció poco. Fue una media hora inolvidable. Si hubiese abortado, pienso que no podría recordar el día del aborto como una fiesta, un momento el cual me hubiera liberado de alguna cosa. Pienso que habría sido algo que se quiera olvidar, un gran sufrimiento. Sin embargo, el día del nacimiento de María podré recordarlo siempre como uno de los momentos más bellos de mi vida”. Y así fue, acompañaron a su hija en todo su recorrido vital, media hora, pero ellos reconocen que mereció la pena. Su funeral se celebra el 12 de junio.

Poco después Chiara vuelve a quedar embarazada y entonces decidieron que llamarían al niño Davide Giovanni. A Davide le diagnosticaron una grave malformación visceral en la pelvis con ausencia de los miembros inferiores. Esto es, el niño iba a nacer sin piernas e iba a morir también poco después de nacer. Así se lo anuncian. Semanas después les dicen que el niño va a nacer sin riñones. La sorpresa y el sacrificio son mayúsculos, pero quieren tener también este segundo niño. El pequeño Davide Giovanni nace el 24 de junio del 2010 y  cuando falleció después de 38 minutos, su funeral fue celebrado como una fiesta, igual que con la primera niña. En ambos casos celebraban la entrada en el cielo de sus hijos.

Dos hijos especiales

Escribe Chiara, en sus apuntes: “En el matrimonio, el Señor ha querido darnos dos hijos especiales: María Grazia Letizia y Davide Giovanni, pero nos ha pedido acompañarlos solo hasta su nacimiento, abrazarlos, bautizarlos y ponerlos en manos del Padre con una serenidad y gozo sorprendente”. Aún así, no se puede minimizar la dureza de la situación,  llamaba poderosamente la atención de los médicos y el personal del hospital la alegría y paz que reinaba en la sala de hospital donde se acababa de producir la muerte.

Chiara Corbella, con Benedicto XVI

Chiara Corbella, con Benedicto XVI

Los médicos declararon que entre las patologías de los dos hijos no había ninguna conexión y, de hecho, poco después se vuelve a quedar embarazada y en esta ocasión, el niño viene bien. Es una gran alegría, por fin parece no hay ningún problema. Pero por desgracia no era así. Al empezar el embarazo, a ella le aparece en la lengua un bulto y no saben lo que es. Resulta que el bulto crece y le diagnostican cáncer en la lengua.

Enfermedad extendida

Cuando todavía está al principio del embarazo, le hacen una operación, pero los médicos afirman que absolutamente necesita quimioterapia. El problema es que la quimioterapia podría poner en peligro la vida del feto, del niño que estaba por nacer. Entonces le preguntan a Chiara y ella se niega completamente a que le den quimioterapia porque quería salvar a toda costa la vida del hijo que iba a nacer. Llegó el momento del parto y nació bien la criatura.

Pasado el parto, Chiara da su permiso para que por fin comiencen las sesiones de quimioterapia, pero cuando se ponen a suministrarla descubren con horror que el cáncer en aquellos meses se le había extendido por la cabeza y por varias partes del cuerpo, también en el seno y en el hígado. Le afectó a uno de los ojos, se lo tuvieron que quitar, por eso en algunas fotos que tenemos en internet se ve a Chiara con un parche en la cara. Aun así, se la ve con una alegría y con una serenidad que conmueven. Esto es lo que cuenta su marido, que después de su muerte ha sido invitado a ir por distintos sitios dando testimonio y habla de la alegría con la que ella se acercó al momento de la muerte.

La despedida

Por última vez, junto con Enrique y otros amigos va a Medjugorje, donde renueva sus promesas matrimoniales y al final de la celebración, regala a todos los que están con ella un rosario y una imagen de la Virgen, como para indicar cuál es la fuente de su valentía. El 2 de mayo del 2012, un mes antes de su muerte, la pareja es recibida por Benedicto XVI, al que cuentan su difícil experiencia.

Chiara falleció al mediodía del 13 de junio del 2012 después de haber saludado a todos los parientes y amigos que la rodeaban, y que tuvieron de su parte una sonrisa de cariño, a cada uno les dijo: “Te quiero”. Tenía 28 años. Su funeral fue celebrado en Roma, en la misma parroquia de Santa Francesca romana en que había madurado su fe y en la cual había dado testimonio de la pérdida de su primera hija. En la celebración se cantaron los mismos cantos que Enrico había compuesto para el día de su boda.

El funeral fue presidido por el cardenal vicario de Roma, concelebrado por decenas de sacerdotes y con más de mil personas presentes.  En aquel momento, dijo el cardenal Agostino Vallini: “Lo que Dios ha preparado a través de ella es algo que no nos podemos perder: a través del testimonio de Chiara Corbella, nos ha querido dar a todos un mensaje de aceptación de la voluntad de Dios, que es una voluntad de vida y de salvación, un mensaje de alegría ante las contrariedades y las dificultades, un mensaje de defensa de la vida, especialmente la más frágil, a la más limitada, la más llagada, como ocurrió con las enfermedades terribles de sus hijos. Pero sobre todo, un mensaje de esperanza”.

Fama de santidad

Desde el día de los funerales, la historia de Chiara comienza a difundirse de manera impresionante, ayudada también por los nuevos medios de comunicación. Los vídeos de sus testimonios públicos alcanzan miles de visualizaciones en cuestión de días, por no hablar de horas. Seis meses después de su muerte se inaugura el sitio web oficial, donde comienzan a llegar comentarios incluso de personas que no la han conocido directamente. Después de un año sale la primera biografía: ‘Hemos nacido y nunca volveremos a morir’. Ante una fama de santidad que crece más cada día, en 2018 el nuevo cardenal vicario de Roma, Angelo De Donatis, pide oficialmente a la Santa Sede el comienzo de su proceso de beatificación.

Ya muchos siglos atrás la profecía de Isaías nos recuerda el valor del amor de una madre: “Sión va diciendo: “El Señor me ha abandonado, mi Señor se ha olvidado de mí”. ¿Puede una madre olvidar a su hijo pequeño, no compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidase, yo no te olvidaré”.” (Is. 49, 15)