¿Aún queda esperanza?


Compartir

La criminal invasión de Ucrania por parte de Rusia está produciendo imágenes espantosas: civiles o soldados muertos, devastación de edificios, etc. Sin embargo, y dejando al margen muchos ejemplos emocionantes de solidaridad, de vez en cuando también nos llegan desde Ucrania imágenes que nos siguen sorprendiendo para bien. Así, por ejemplo, las de algunas parejas de jóvenes que durante los últimos días han contraído matrimonio en medio de la brutal agresión rusa.



Esas bodas me han recordado un par de pasajes del profeta Jeremías. El primero es una alusión directa al caso matrimonial: “El Señor me habló en estos términos: ‘No te cases ni tengas hijos e hijas en este lugar’, pues esto dice el Señor de los hijos e hijas nacidos en este lugar, de las madres que los han parido y de los padres que los engendraron en este país: ‘Tendrán una muerte miserable; no serán llorados ni sepultados. Servirán de estiércol para el campo. La espada y el hambre acabarán con ellos; sus cadáveres servirán de alimento a las aves y a las bestias’” (Jr 16,1-4). Ante una situación política y social desastrosa, con la amenaza de una invasión caldea en el horizonte, el profeta anuncia con su propio celibato la falta de futuro para el pueblo.

El profeta Jeremías

Sin embargo, en el capítulo 32, ese mismo profeta llevará a cabo un gesto que denota justamente lo contrario. Después de ponerse de manifiesto la nefasta situación en que se encuentra el profeta y el propio país: “Por aquel entonces, las tropas del rey de Babilonia asediaban Jerusalén, y el profeta Jeremías se hallaba detenido en el patio de la guardia del palacio del rey de Judá” (32,2), Jeremías afirma que, “tal como había dicho el Señor, mi primo Janamel vino al patio de la guardia y me dijo: ‘Cómprame el campo que tengo en Anatot, en territorio de Benjamín, pues tuyo es el derecho de adquisición y de rescate; venga, cómpramelo’” (32,8).

Incomprensiblemente, desde el punto de vista humano, Jeremías accede a la petición de su primo y le compra el campo. Después le explica a su secretario Baruc: “Esto dice el Señor del universo, Dios de Israel: Toma estos documentos, la escritura de compra sellada y la copia abierta, y mételos en un recipiente de arcilla para que se conserven durante mucho tiempo, pues esto dice el Señor del universo, Dios de Israel: ‘Todavía se comprarán casas, campos y viñas en este país’” (32,14-15).

Ojalá que, al igual que Jeremías, no nos abandone la esperanza en esta trágica situación que nos ha tocado vivir y sigamos confiando en el Señor del universo.