Amada liturgia:
Antes que cualquier otra palabra que pueda surgir, quisiéramos decirte que reflexionar con vos nos llega muy al corazón. En primer lugar, porque sos una de las mediaciones de la voz de Dios y de su propuesta de salvación. En segundo lugar, porque eres la viva memoria de quién nos amó y ama primero. En tercer lugar, porque nos haces vivir nuestro ser iglesia en el mundo.
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Esta vez quise hacerte una carta, porque en estos días una presumida “eminencia” retomó la discusión por un supuesto rito fiel a una tradición, pero no a la Tradición de las comunidades de fe (CEC, 1997) (#83).
Servicial liturgia:
“Liturgia significa originariamente obra o quehacer público. Servicio de parte de y en favor del pueblo. En la tradición cristiana quiere significar que el pueblo de Dios toma parte… Por la Liturgia, Cristo nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de nuestra redención” (CEC # 1069).
¡Qué maravillosa definición sobre quién sos! Y a la vez, tan compleja. Hermosa porque la fe de la comunidad te comprende como un servicio público de las personas para las comunidades. Según en qué momento o país estemos, se entiende por “servicio público” aquello que busca garantizar derechos para que la sociedad goce de los beneficios que emanan de dicha prestación.
¡Vos estás pensada para el servicio, para que las personas y comunidades encuentren, descubran y celebren los dones que la Trinidad derramó, derrama y derramará sobre todas las personas!
Y según la fe eclesial sos un servicio público que actualiza el gesto de amor más grande que Dios ha manifestado: la redención de la humanidad.
Nuevamente, pareciera que la fe cristiana en vos, nos deja perplejos: lo medular son las personas y todo aquello que se establece es para beneficio de ellas. Por momentos, al ver ciertos ritualismos pareciera que mucho no han aprendido del Evangelio porque se fanatizan por un pequeño detalle y se olvidan de lo fundamental.
Integral liturgia:
Mientras algunos te viven como una parte separada del resto, como un campo de batalla por algún rito pretérito, como una evasión pietista para esconderse en algunas llagas o para no mirar a nadie más que a Dios… la fe de la iglesia te comprende y vive como un servicio público integral:
La palabra “Liturgia” en el Nuevo Testamento es empleada para designar no solamente la celebración del culto divino, sino también el anuncio del Evangelio y la caridad en acto. En todas estas situaciones se trata del servicio de Dios y de los hombres. En la celebración litúrgica, la Iglesia es servidora, a imagen de su Señor, el único “Liturgo”, al participar del sacerdocio de Cristo (culto), de su condición profética (anuncio) y de su condición real (servicio de caridad) (CEC, 1997) (#1070)
¡Qué belleza! Vos sos tan integral porque evidencias tres dimensiones unidas: culto, anuncio y servicio. Celebrar es actualizar el misterio pascual de Jesús. Anunciar el don de la vida en plenitud, es celebrar la vida. Servir a las personas, es rendir culto a Dios que está presente en nuestras vidas. ¡Chapeau!, diríamos en francés porque estamos conmovidos ante tanta amplitud.
Es decir, querida liturgia, que siendo auténticamente “liturgos” no podríamos separar lo que Dios ha unido: culto, anuncio y servicio. ¡Ruega por nosotros, para no caer en fanatismos que te hagan o presenten de manera estéril o alejada de la realidad!
Vital liturgia:
¡Qué extraordinaria vivencia! En vos, la Vida abundante y gratuita de la gracia se hace culto, anuncio y servicio. Con vos, el anuncio se hace vitalidad existencial que nos configura en el servicio al estilo de Jesús (Concilio Vaticano II – LG, 1965) (#7). Por vos, el servicio y el anuncio, también se hacen fuente y cumbre de la vida cristiana, porque Dios se ha unido a la humanidad (Concilio Vaticano II – GS , 1965).
Pareciera que este eco que hoy hacemos, nos vuelve a recordar lo contemplado las semanas anteriores, porque vos sos testimonio de la experiencia de Dios en lo cotidiano (Curia, Christian – Haciendo eco con el testimonio, 2025), porque la celebración nos ayuda compartir y anunciar la alegría ser amados, porque festejar nos recuerda que vida es celebración, porque vos nos impulsas a vivir la caridad como expresión de amor de la Trinidad como ese eco de un corazón humano y divino que nos primerió (Curia, Christian – Hacienco eco con il cuore, 2025).
Que profunda experiencia creyente:
¡cuando anunciamos el reino, hacemos liturgia!,
¡cuando somos serviciales hacemos liturgia!,
¡cuando celebramos, hacemos liturgia!,
¡cuando vivimos desde la gracia (no desde la culpa), hacemos liturgia!
Es por ello que, contemplándote desde la enseñanza eclesial, nunca en la celebración litúrgica se puede dejar de lado todo lo que acontece a nuestro alrededor. De lo contrario, resultaríamos más maniqueos que cristianos, y la celebración no sería litúrgica sino evasión de la realidad, algo así como un placebo.
Memorial litúrgico:
Cuando nos reunimos para el culto, cuando anunciamos y servimos a las personas, Jesús, el Cristo, que está presente se hace eco y sigue acompañando la historia. Eso evocamos con los discípulos de Emaús: la vida se incorpora a la “anamnesis”, y ella nos lleva a crear espacios comunitarios eclesiales que dan sentido a la vida.
Al hacer memoria, recordamos que nuestro corazón arde al estar orientado en, con, por Jesús. Porque él nos ubica en una liturgia que mira a las personas para que en sus vidas el resucitado sea dado a luz.
Por momentos, pareciera que los seres humanos vivimos una memoria selectiva. Y en la liturgia parece más aún (otra vez, ten piedad de nosotros). “Hagan esto en memoria mía” decimos en el culto. Pero algunos lo entienden con “repetir unas palabras” y se olvidan que Jesús lo hizo en una fiesta (Pesaj), sirviendo (lavó los pies) y anunciando de vida. Y lo más llamativo, de ese recuerdo, es que las rúbricas no aparecen.
Querida liturgia:
¡Ten misericordia de nosotros! En primer lugar, porque hace ya unos años, desde que la corriente restauracionista comenzó a reinstalarse, vos sos como un campo de batalla donde facciones fanáticas disputan sus peleas que no resuelven dialogando o buscando la unidad. En donde se preocupan por el rito y se olvidan de lo litúrgico. Antes del 2005, y luego también, ante el cambio de una jerarquía romana, vuelven las luchas palaciegas para ver cuál es el rito válido o más importante. Perdónalos, aunque saben lo que hacen, porque detrás de cada rito hay una cosmovisión eclesial, antropológica y social (Codina, Víctor, 2012).
¡Perdónanos, porque muchas veces afirmamos cosas de vos que no son!
¡Ten piedad, porque algunos dicen que algo es litúrgico porque cumple una normativa!
¡Ten misericordia, porque a veces afirmamos que una canción es litúrgica y teológicamente es un espanto!
¡Ten piedad, porque pensamos que innovar es hacer cualquier cosa, sin tener en cuenta la fidelidad a Dios y al ser humano!
Catequesis litúrgica:
¿Te acordás cuando en las primeras comunidades liturgia y catequesis estaban unidas haciendo mistagogía del misterio de Dios presente y actuante? Ha pasado mucha agua bajo el puente en estos siglos, y lamentablemente se han separado, provocando un “estancamiento estéril” (CELAM – DA, 2007) (#278; 362) o a una enseñanza de ritualismo o intelectualismo vacíos (Juan Pablo II – CT, 1979) (#23).
Por eso, queremos unirnos a vos en una plegaria a la Trinidad, para que nuestras catequesis litúrgicas: hagan eco
- de lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, del sacramento al misterio que se celebra, anuncia y comparte en la caridad (CEC #1075).
- en la vida: familia, amigos, parejas, trabajos, estudio, cotidiano, habitual, nacimientos y fallecimientos, en los lugares donde la vida es plenificada y en aquellos espacios donde necesita de nuestro acompañamiento (CEC #1373).
- en el culto en espíritu y verdad, en los templos, en el altar, en el sagrario, santo crisma, la sede – ambón, en las personas y en quienes viven un ministerio (CEC 1179/1186),
Gracias amada liturgia, porque con las comunidades eclesiales recodamos que Dios acompaña e impregna la vida (Liturgia de las horas), porque la Trinidad, que es ágape, nos ama por los siglos de los siglos y como iglesias hacemos eco: “una comunidad mistagógica, una comunidad hermenéutica, que sea mediación y no obstáculo para el encuentro con el Dios de Jesús y con los pobres” (Codina, Víctor, 2012) y para ello, necesitamos pasar el corazón que sos culto, anuncio y servicio, y en consecuencia dejar de pelearse por rituales pretéritos.
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Trabajos citados
‘Catecismo de la Iglesia Católica’ (1997).
CELAM – DA. (2007). ‘Documento de Aparecida’. Buenos Aires: Oficina del Libro.
Codina, Víctor. (2012). ‘Hace 50 años hubo un Concilio…’
Concilio Vaticano II – ‘Gaudium et spes’. (1965).
Concilio Vaticano II – ‘Lumen gentium’ (1965).
Curia, Christian – Haciendo eco con il cuore (2025).
Curia, Christian – Haciendo eco con el testimonio. (2025).
Juan Pablo II – ‘Catechesi Tradendae’ (1979).
