Un grupo de pobres, migrantes, sintecho, transexuales, presos… y algunas entidades de ayuda despidieron al papa Francisco en la escalinata de acceso a la basílica de Santa María la Mayor el 26 de abril. A algunos pasos, para evitar los agobios de los periodistas, estaba Laura Esquivel, quien tuvo su momento especial de cercanía con Francisco en la basílica de San Pedro un día antes del funeral y el entierro.
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Allí acudió bien temprano acompañando a la francesa afincada en Italia sor Geneviève Jeanningros, religiosa de la congregación de san Carlos de Foucauld. “Estuvimos allí rezando unos diez minutos ante el cuerpo de Francisco, lo miré fijamente, fue un momento muy lindo… y pensaba cómo pasa el tiempo y cómo fue nuestro último encuentro el pasado enero”, explica a Vida Nueva.
Esquivel, que se considera como una de las primeras personas transexuales que le dio la mano a un Papa, ve un privilegio las siete audiencias que ha tenido con Francisco.
Laura Esquivel, paraguaya del grupo de transexuales acompañadas por sor Geneviève, lloró a “su Papa” en San Pedro
La primera cita fue en 2021 y un año después tuvo mucha repercusión su participación en la comida organizada en el Vaticano con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres y a la que acudió un importante grupo de antiguas prostitutas transexuales argentinas, colombianas, ecuatorianas, peruanas, venezolanas, paraguayas y uruguayas que se comenzaron a reunir en la pandemia en la parroquia romana de Torvaianica con el sacerdote de la zona, Andrea Conocchia –que enseguida se alió con la monja francesa–.
Precisamente en esta parroquia ha vuelto a reunirse este grupo para celebrar un funeral especial por Francisco el pasado 29 de abril. Unas 70 personas del colectivo dieron su último adiós a “su Papa”. Tras esa comida comenzó una relación en la que Esquivel, paraguaya que lleva más de treinta años en Roma, le pudo llevar a Francisco algunas empanadas.
“Como las mías no se hacen en Italia, pudimos conversar sobre todo y se las he llevado varias veces a Santa Marta”, relata en conversación con esta revista.
Padre en la enfermedad
Pero especialmente ha agradecido a Francisco su encuentro en 2023, tras habérsele detectado un tumor maligno en el estómago. Acompañando al sacerdote y al grupo de compañeras fue a verle: “Pienso que cuando me curé tres meses después, tras el tratamiento, fue porque el Papa me tocó la cabeza e hizo una oración muy sentida y me bendijo”.
“Para mí eso ha sido un milagro que desaparezca un cáncer tan agresivo como el que he tenido”, suspira al otro lado del teléfono. “No puedo creerme todas las veces que he conversado con él”, rememora esta mujer que acudió varias veces a rezar a la puerta del Hospital Gemelli junto a sor Geneviève en el último ingreso del Pontífice.
Por eso, en la última despedida en Santa María la Mayor eligió un sitio más discreto y apartado, pero en el que pudo sentir una vez más que Francisco ha sido el Papa de los últimos.