Examen de catolicidad para la escuela cristiana

El día de Pentecostés comenzará su andadura oficial en el Vaticano el nuevo Dicasterio para la Cultura y la Educación. Una de las últimas herencias será la instrucción La identidad de la escuela católica para una cultura del diálogo, fechada el 25 de enero pasado, aunque presentada el 29 de marzo.



Un documento normativo que, con visión de futuro, trata de aplicar la “cultura del encuentro” que predica el papa Francisco a todas las dimensiones de las instituciones educativas católicas, incluyendo el encuentro y las relaciones mutuas entre diócesis e instituciones religiosas, obispos y superiores de congregaciones.

Aunque la instrucción es de alcance universal, se apuntan los problemas y tensiones vividas, sobre todo en los países de gran tradición educativa eclesial. El eje de todo ello es la “identidad de la escuela católica”, verdadero punto de encuentro desde el que construir la propuesta del mañana de los centros educativos de la Iglesia en toda su amplitud.

Colaboración y reconocimiento

Así lo ve, por ejemplo, Pedro Huerta, secretario general de Escuelas Católicas, para quien, “en una escuela de inspiración cristiana, el punto de encuentro debe ser siempre el Evangelio, no en sentido restrictivo, sino en cuanto Buena Noticia que desde la tarea educativa se comparte con todos, al interior y más allá de la comunidad educativa”. Desde esta perspectiva, “todos los elementos señalados por la instrucción son un desafío”, ya que “no debemos olvidar la dimensión carismática de la escuela católica, su ser en salida ni su capacidad para generar desarrollo y futuro”.

Como responsable de formación del profesorado en la Archidiócesis de Madrid y director del Observatorio de la Religión en la Escuela, Carlos Esteban Garcés valora la instrucción como “un indicador más del compromiso con la educación que la Iglesia está reavivando” tras un período suficiente de andanza posconciliar. Para él, “cuidar la presencia de la Iglesia en la escuela se ha convertido en una misión esencial”, y el Pacto Educativo Global es otro indicador.

De ahí que el documento sea algo más que “una declaración de principios; inspira cómo interpretar algunos puntos sensibles y críticos de las escuelas católicas. Aunque su aplicación deberá tener muy en cuenta los contextos concretos”. En cualquier caso, añade, “es una invitación a renovar nuestros proyectos educativos en clave de una Iglesia en salida”. Y es que los tiempos actuales reclaman “visibilizar en mayor medida los rasgos esenciales de la educación cristiana”.

Dos ámbitos de presencia

Para Óscar Bartolomé Fernández, delegado nacional de Escuelas de los salesianos en España, “profundizar en la identidad de la escuela católica es algo positivo y enriquecedor”, sea en el momento que sea. De hecho, cree que “conocer bien nuestra identidad como escuela católica es importante, aunque más importante es vivirla”.

Algo que se encuentra con tensiones, ya que “no es fácil que todo el profesorado, al igual que el resto del personal que viene a nuestros centros, esté plenamente identificado con el ideario o la identidad de la escuela católica”. Ante esto, la clave es reforzar la exigencia en lo que a “formación continua” se refiere. Más allá del profesorado, asevera, “tampoco todas las familias que traen a sus hijos a nuestros centros son católicas o lo hacen explícitamente por el ideario”.

Y esto es posible. O al menos eso es lo que constata Rafael Blanco Morales, delegado de Enseñanza de la Diócesis de Salamanca, donde hay “una rica presencia de religiosos en la enseñanza, tanto en la ciudad como en los pueblos”, que conviven con dos colegios diocesanos. Entre unos y otros, la escuela católica acoge a un tercio del total del alumnado del territorio diocesano. Por ello, explica, desde hace casi diez años, en el equipo de la delegación “siempre se ha contemplado la presencia de al menos un director y un delegado de pastoral de la concertada”.

“Para nosotros, es fundamental entender nuestra tarea como coordinación diocesana de la ‘evangelización en la enseñanza’, que tiene dos ámbitos complementarios –al menos– de presencia: las clases de Religión en la pública, y la concertada en general en sus múltiples tareas evangelizadoras”, subraya.

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