El Vaticano realiza una auditoría a la diócesis de Roma para prepararla de cara al Jubileo de 2025

La oficina del Revisor General de la Santa Sede es la encargada de controlar las cuentas, balances, inversiones y gestión del patrimonio del territorio eclesiástico de la capital italiana

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La diócesis de Roma está siendo sometida a una auditoría contable por parte de la oficina del Revisor General de la Santa Sede, que está presidida por Alessandro Cassinis Righini, para controlar la situación de sus cuentas, balances, inversiones, gestión de patrimonio y personal, así como su administración.



Con más de 500 iglesias, cerca de 1.000 sacerdotes y un centenar de asociaciones públicas de fieles, la diócesis de Roma nunca hasta ahora había sido sometida a una revisión interna de esta características. La auditoría habría comenzado el pasado mes de abril, según adelantó Aci Prensa.

La diócesis de la capital italiana pretende con este examen de sus cuentas y procedimientos mejorar su funcionamiento y transparencia de cara al gran proyecto de los próximos años: la celebración del Jubileo de 2025. Las autoridades municipales, regionales y estatales italianas ya están trabajando para organizar este evento que se espera multitudinario. El Vaticano ha estado representado en las primeras reuniones preparatorias por el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Anticorrupción

La oficina del Revisor General de la Santa Sede tiene la misión de controlar los balances de los organismos y dicasterios de la Curia romana para evitar y detectar episodios de corrupción o malversación, pero en este caso el papa Francisco habría decidido extender sus funciones también a la diócesis de la que es obispo.

Una denuncia del organismo dirigido por Cassinis Righini fue determinante para destapar la sospechosa compra de un edificio en Londres con fondos de la Secretaría de Estado, una operación que está siendo investigada por la Fiscalía vaticana y que incluso el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, calificó de “opaca”.

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