A través de la Conferencia del Episcopado Mexicano, lamentan el fallecimiento de 76 personas en los cinco estados afectados por el temporal que azotó diversas regiones del país, entre los días 6 y 11 de octubre
Inundaciones en México. Foto: Cáritas Mexicana
Después de las lluvias que azotaron diversas regiones de México, entre los días 6 y 11 de octubre, los obispos aseguraron que “esta tragedia nos recuerda que somos vulnerables ante las fuerzas de la naturaleza, pero también nos demuestra que en la solidaridad y la fraternidad encontramos la fortaleza para levantarnos”.
En un mensaje emitido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), lamentaron el fallecimiento de 76 personas en los estados de Veracruz, Hidalgo, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí, afectados por las lluvias que provocaron inundaciones, desbordamientos de ríos, así como pérdidas humanas y materiales.
La CEM elevó sus oraciones y expresó su “profunda cercanía con todo el pueblo de Dios que sufre las consecuencias de esta tragedia… De manera particular, acompañamos en su dolor a las comunidades más afectadas en el norte de Veracruz: Poza Rica, Tihuatlán, Álamo Temapache y Papantla, donde el desbordamiento del río Cazones y las lluvias torrenciales dejaron bajo el agua miles de hogares, destruyeron cultivos y cobraron vidas humanas”.
Los obispos señalaron que de acuerdo con cifras preliminares de las autoridades, también hay 18 personas desaparecidas, “cuyas familias viven en la angustia de la incertidumbre. Más de 100,000 personas han resultado afectadas, miles de viviendas han sufrido daños totales o parciales, y comunidades enteras permanecen incomunicadas. Elevamos nuestras oraciones por el eterno descanso de quienes perdieron la vida, y pedimos al Señor que conceda fortaleza y esperanza a sus familias en medio del dolor”.
Manifestaron su solidaridad con todas las familias damnificadas que han perdido sus hogares, sus bienes, sus cultivos y sus medios de sustento; “el impacto económico y social de esta catástrofe es enorme, y como Iglesia no queremos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de nuestros hermanos”.
Refirieron que desde el primer día la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Cáritas Nacional, a través de la red nacional de Cáritas, ha estado coordinando la recepción, canalización y distribución de ayuda humanitaria a través de las Cáritas diocesanas de cada lugar afectado, para llegar de manera directa y transparente a quienes más lo necesitan.
Agradecieron la labor de las Cáritas Diocesanas que han organizado y movilizado los recursos de la comunidad católica, así como de hombres y mujeres de buena voluntad, para responder a esta emergencia; “reconocemos la solidaridad entre las Cáritas de distintas diócesis de México, que han organizado centros de acopio y/o colectas para sumarse a la asistencia humanitaria que las Cáritas locales brindan en los municipios afectados”.
Asimismo, invitaron a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a sumarse a “esta noble labor de caridad, ya sea mediante donativos en especie, recursos económicos o trabajo voluntario, siempre a través de los canales oficiales que cada diócesis tenga establecidos en coordinación con Cáritas Nacional”.
Hicieron un “llamado respetuoso a las autoridades de los tres niveles de gobierno para que implementen con eficiencia y diligencia los programas de atención que estas situaciones de emergencia requieren. Es fundamental que las zonas afectadas continúen recibiendo ayuda, que se restablezcan los servicios básicos, que se reconstruya la infraestructura dañada y que se establezcan planes integrales que devuelvan la confianza, la seguridad y la dignidad a las familias afectadas”.
Los obispos solicitaron a las autoridades competentes que faciliten y apoyen las labores humanitarias que la Iglesia Católica, a través de Cáritas y sus agentes pastorales, está realizando en las zonas de desastre; “estas acciones, nacidas del mandato evangélico de servir al prójimo, requieren de la colaboración institucional para poder llegar con mayor eficacia a cada rincón donde hay necesidad”.
“Hacemos un llamado a la conciencia de todos los actores involucrados en la atención de esta emergencia para que la ayuda llegue a su destino sin intermediarios que la desvíen o condicionen. El dolor de las familias no debe ser instrumentalizado con fines políticos o partidistas. La dignidad de las personas damnificadas exige que toda ayuda se entregue con respeto, transparencia y sin ningún tipo de manipulación o exclusión”, añadieron.
Agradecieron “la valiosa labor de las brigadas del Ejército Mexicano, Marina Armada de México, cuerpos de Protección Civil y brigadistas que han entrado en acción con prontitud y profesionalismo para salvar vidas, brindar auxilio a la población atrapada y restablecer las comunicaciones en las zonas afectadas. Su entrega y valentía son un ejemplo de servicio al pueblo de México. Que Dios bendiga su misión y los proteja en cada una de sus acciones”.
Expresaron su fraterna solidaridad y cercanía con sus hermanos obispos de las diócesis afectadas de Papantla, Ciudad Valles, Tulancingo, Tuxpan, Huejutla, Puebla y Querétaro; “nos unimos en oración con ellos y con sus comunidades eclesiales, y reafirmamos nuestra disposición para colaborar en todo lo necesario en este tiempo de reconstrucción y esperanza“.
Invitaron a todas las comunidades católicas de México a mantener en sus oraciones a los hermanos de los estados afectados, y a colaborar, según sus posibilidades, con las iniciativas de ayuda que se organicen “desde nuestras diócesis y parroquias a través de Cáritas. Confiamos en que, con la ayuda de Dios y la solidaridad de todos, estas tierras hermanas se levantarán nuevamente, demostrando la fortaleza, la fe y la capacidad de resiliencia de nuestro pueblo mexicano”.
“Encomendamos a todas las víctimas, vivas y difuntas, a la intercesión maternal de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de México, y pedimos al Señor que derrame sobre estas comunidades afectadas su consuelo, su fortaleza y su paz”, añadieron.