Según ha confirmado ‘Vida Nueva’, a petición del Dicasterio para la Vida Consagrada, el arzobispo Mario Iceta creó un equipo que ha emitido un primer informe “positivo” que habla de un grupo “sano e integrado”
El arzobispo Mario Iceta, con la comunidad Verbum Spei
La comunidad Verbum Spei asentada en el barrio burgalés de San Cristóbal cuenta desde hace un año con una comisión de seguimiento y acompañamiento, coordinada por el arzobispo de Burgos, Mario Iceta. Se trata de un equipo interdisciplinar que se puso en marcha tras su llegada a la ciudad a petición del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica con el fin de tutelar a esta asociación pública de fieles ‘in itinere’, esto es, en camino a constituirse en congregación.
Este grupo de trabajo local está formado por el vicario para el Clero, Miguel Ángel Díez Villalmanzo, el abad del monasterio cisterciense de San Pedro de Cardeña, Roberto de la Iglesia; y la profesora de la Facultad de Teología del Norte de España, Claire Marie Stubbemann. Según ha podido saber ‘Vida Nueva’, tras un año de seguimiento, los tres ‘tutores’ han certificado a Roma través de informes independientes una “buena adaptación” de los jóvenes al nuevo entorno y confirmarían que se trata hoy por hoy de una comunidad “sana”.
Tal y como adelantó ‘Vida Nueva’, los ochos consagrados que pertenecen a Verbum Spei -fundada en México en 2012- desembarcaron en Burgos en mayo de 2024 después de que el obispo de San Sebastián, el claretiano Fernando Prado, decidiera en enero de ese mismo año cerrar la casa de formación que habitaban en Mondragón, precisamente con el asesoramiento y recomendación del Dicasterio vaticano.
A esto se suma que el cardenal jesuita Jean-Claude Hollerich, ordenó a comienzos de 2025 expulsar a otra comunidad de Verbum Spei, tras constatar a través de un informe, abusos sexuales por parte de un miembro de la comunidad a una mujer, la existencia de un sistema de control y ocultación, además un “apego continuado” a la “la persona y a las enseñanzas del padre Marie-Dominique Philippe”, fundador de la comunidad de Saint-Jean y condenado por la Santa Sede como autor de múltiples abusos espirituales y sexuales.
“Me reúno con ellos durante tres horas un sábado por la mañana, una vez al mes, donde, además de ofrecerles formación sobre la vida monástica, tenemos un compartir sobre sus inquietudes”, explica Roberto de la Iglesia a ‘Vida Nueva’. Esta misma dinámica de encuentros cada mes y medio es la que seguirían Díez y Stubbemann para su labor de acompañar y evaluar.
Sabedor de que Verbum Spei surgió de una escisión de la comunidad de Saint-Jean, con la sombra de los abusos latente, el abad cisterciense admite que “siempre tienes el ojo avizor”, pero hasta el momento confirma que no ha encontrado nada que objetar sobre el estilo de vida de una comunidad formada por tres sacerdotes con lo que podría equipararse a unos votos perpetuos y otros cinco estudiantes con votos temporales. El abad cisterciense constata cómo “se van insertando en el barrio y también en los ritmos de la vida diocesana”. Desde ahí, comenta que “la impresión que tengo de ellos es buena y positiva”.
Esta misma percepción tienen quienes están compartiendo estos meses con los componentes de Verbum Spei. “Desde mi experiencia puedo decir que son unos hombres muy serios, muy orantes y muy transparentes entre ellos”, comparte alguien cercano a la comunidad, que habla de su “buena fama” entre los compañeros de la facultad y del clero diocesano.
“No veo ninguna sombra de abuso, al menos en estos jóvenes”, apunta esta misma persona que insiste en su concepto “muy positivo de ellos”. Aunque desconocía los problemas detectados en otras diócesis y los vínculos de la entidad con la crisis de los abusos, esta fuente comenta que “no lo interpreto como ocultación”. Es más, hace un llamamiento a “darles una oportunidad, como está haciendo Don Mario y como está haciendo Roma, para que esta presencia en Burgos sea un punto de partida”.
