Ana Infante: alma restaurada

Pintora y restauradora

La restauradora Ana Infante de la Torre (Villaviciosa de Córdoba, 1973) ha vuelto a pintar y a exponer más de dos décadas después. Y lo ha hecho con una serie llamativa, Alma, con 37 obras que son “entrañas del dolor”, según las define. “Ha sido un año un poco complicado en nuestra vida. El año más duro y el más feliz al mismo tiempo. Lo hemos pasado muy mal, sobre todo yo –explica–. La psicóloga me recomendó que pintara. Hacía más de veinte años que no lo hacía. Y, entonces, en cada una de las pinturas he querido reflejar mi estado de ánimo, lo que me salía del alma en ese momento. Como un hijo. O sea, como algo que ha salido de mis entrañas, de mi alma. Por eso se titula ‘Alma’”.



Ese regreso a la pintura de quien restauró, por ejemplo, el icónico Sagrado Corazón de Jesús de las Ermitas, ha sido terapéutico y, a la vez, de iluminación. “Me ha dado confianza en mí misma. He visto cómo en cada una de ellas iba evolucionando. Esa Ana que dentro de ella tenía miedo, tenía dolor, ha ido evolucionando, superándolo, hasta no tener miedo. Tenía miedo a abrirme a los demás, porque siempre he sido una persona muy cerrada, y todavía sigo siéndolo. Pero ese miedo a que la gente me conozca se me ha quitado a través de mi pintura”.

Ana Infante

Cada una de esas obras representa una fase en la evolución de Ana Infante, “versiones de mí misma”, las llama. “Y me han servido para eso, para salir de esa oscuridad, de ese dolor interior que llevaba acumulando desde pequeña. Como una liberación. Estoy muy contenta de sacarme ese dolor. Y esa tristeza. Rabia, no. Rencor, no. Pero sí dolor. Dolor del interior de una niña hecha mujer”, manifiesta.

Además, la acompaña con una cita: “Dependiendo de lo que sentía en ese momento o cuando estaba pintando ese cuadro, esa obra, hay un texto en cada una. Algunos son míos y otros son de Séneca o de Frida Kahlo. Me identifico mucho con Frida Kahlo. Fue una mujer que sufrió mucho en la vida. Y me identifico con ella, con toda su fuerza interior y todas esas flores que pintaba”.

Trozos de alma

Estas obras, “trozos de alma” de Ana Infante que se han podido ver en la Sala Cajasur en Córdoba, siempre tienen los ojos cerrados. “Muchas veces me lo preguntan: ‘¿Por qué pintas a las mujeres con los ojos cerrados?’. Y yo siempre digo que no quiero que vean lo que yo estoy viendo. Incluso en la Facultad me lo decían, y yo siempre respondía eso. No me queda más remedio que ver la realidad y lo que me rodea. Pero lo que yo pinto no quiero que vea esa realidad que yo no quiero ver”, señala la artista desde Luque, al sur de la provincia de Córdoba, donde reside.

Esa realidad, esa oscuridad, la combate también desde el soporte y la técnica: la serie ‘Alma’ está constituida por acuarelas de técnica mixta con pigmentos de alcohol, cobre y oro sobre soporte de piel de cabra y de chivo.

“En el caso del soporte, he querido representar mi propia piel. Y como mi piel, en algunas zonas tiene arrugas, pequeñas deformaciones. Luego he utilizado la acuarela, una técnica que todo el mundo conoce, y los pigmentos de alcohol”, explica. “He querido mezclar estas dos técnicas. El agua como elemento fundamental para la vida, y el alcohol, porque no quiero el alcohol en mi vida –prosigue–. Mis obras contienen el agua como necesidad para sobrevivir y el alcohol como algo despreciable, desechable. Tanto miedo me da el alcohol y tanto miedo le tengo, que yo misma quería afrontarlo”.

Lea más:
Noticias relacionadas