La restauración del Cordero Místico de Van Eyck: la ‘chapuza’ era el original

Esta vez no ha sido una obra más, una anécdota, un chascarrillo elevado a noticia internacional. Esta vez es una de las pinturas fundamentales de la cultura europea –y del arte religioso de todos los tiempos– como es el políptico de Gante, La adoración del Cordero Místico (1432), obra maestra de Hubert y Jack Van Eyck. El delicado proceso de restauración del altar de Gante, a cargo del Instituto Real de Patrimonio Artístico de Bélgica (IRPAB), suma ya ocho años y aún se prorrogará hasta, al menos, 2024, pero las redes sociales ya han lo estigmatizado, condenado y mofado de él sin pudor. Incluso comparándolo con el Ecce Homo de Borja. “Es un juicio público injusto, ya que solo buscan la polémica y pocas veces contrastan la información con profesionales”, explica la restauradora Irene Orueta Carvallo.



El motivo, o la excusa, no es otra que la tabla central de las once que componen actualmente el políptico de Gante –mostrado hace unas semanas en la catedral de San Bavón– y que representa al Cordero Místico. La cara, concretamente, de ese cordero que simboliza el sacrificio de Jesucristo una vez restaurado: con los ojos muy juntos, que miran directamente al espectador y le otorgan cierto aspecto humano. Inquietante, incluso. Muy alejado, hasta con las orejas y el hocico completamente diferentes, del cordero apacible y mullido que hasta ahora aparecía pintado. Livia Depuydt, al frente del equipo restaurador del IRPAB, lo ha explicado sencillamente: así fue pintado. Ese era el original que reflejaron los hermanos Van Eyck. El que permanecía debajo de sucesivos repintes. Las redes, sin embargo, han hecho escarnio público.

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“Las redes sociales, que ayudan a abrir los canales de comunicación y a crear un fantástico foro de debate en la mayoría de las ocasiones, se tornan también en un altavoz para opiniones no cualificadas o distorsionadas”, opina Gonzalo Jiménez, secretario general de la Fundación Las Edades del Hombre, sobre las “críticas y comentarios sobre la intervención del altar de Gante”. Jiménez, responsable en último término del Centro de Conservación y Restauración de esa fundación, añade: “Una de las tareas que se han desarrollado es la eliminación de la pintura en exceso de una restauración del siglo XVI, que daba una visión distorsionada de la original. La conservación no debe interpretar la estética, sino la intencionalidad del autor y su trabajo primigenio, aunque su camino revele descubrimientos impactantes como la nueva-vieja cara del cordero. Quizá la labor de recuperación haya debido ir ligada a una línea pedagógica y de comunicación más potenciada”.

Éxito técnico y científico

Pero la restauración, como unánimemente aceptan los expertos, es un éxito técnico y científico en el que se ha invertido 2,2 millones de euros. La pintura original ya se había alterado en 1500. Fue entonces cuando se retocó el cordero, eliminando la semejanza al rostro humano con el que lo concibió el virtuosismo de Van Eyck. Jiménez, de hecho, afirma: “La polémica y los comentarios críticos o jocosos terminarán por difuminarse. Lo importante es que la restauración realizada permita que sigamos contemplando el patrimonio tal y como fue ideado y legándolo a generaciones venideras. Nosotros pasaremos, el patrimonio perdurará”.

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