Cono Sur

El arzobispo de Tucumán en el Te Deum del 9 de Julio: “Reavivemos la esperanza”

| 10/07/2025 - 00:03

Carlos Sánchez pidió ser luz de esperanza para los que están agobiados y descubrir los signos que alientan el “caminar juntos”





Hoy, 9 de julio, Argentina celebró los 209 años de la Declaración de la Independencia, en la provincia de Tucumán. Allí, su arzobispo Carlos Sánchez, presidió el Te Deum uniendo a todos los argentinos en una acción de gracias a Dios por ser una Nación libre e independiente. ¡Gracias Señor por nuestra Patria Argentina!, exclamó.



En este año del Jubileo de la Esperanza, y como hijo y heredero de esta tierra tucumana, y padre y pastor de la Iglesia en Tucumán, invitó a todos los argentinos a reavivar la esperanza.

Se refirió a la carta de San Pablo a los Romanos, y remarcó palabras del texto: Fe. Paz. Gracia. Gloria. Esperanza. Dios. Jesucristo… “Dios nos ha revelado su amor, nos ha hecho partícipes de su vida divina y que esperamos vivir definitivamente en la gloria. Para los creyentes, nuestro destino definitivo no es la muerte sino la vida en Dios. Ese es el término de nuestra esperanza. Por eso los invito: reavivemos la esperanza”, pidió el arzobispo.

Encuentro, diálogo y bien común

Sostuvo que, en el corazón de toda persona, anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Remarcó lo expresado en Evangelii Gaudium 86:  “encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Y en ese desierto se necesitan personas de fe que mantengan viva la esperanza». ¡No nos dejemos robar la esperanza! (cf. EG.86).

Pidió reavivir la esperanza que movió a los grandes próceres, San Martín, Belgrano y otros Padres de la Patria que animaron y cifraron su esperanza en aquel Congreso soberano que declaró la Independencia, invocando al Eterno que preside el universo. “Soñaron una Nación en paz y libertad a pesar de las grandes y graves dificultades que atravesaba en ese momento la Patria”, reflexionó, y agregó que justamente la esperanza los impulsaba. Hicieron de una “casa de familia” un espacio fecundo de encuentro, de diálogo y de búsqueda del bien común. “Esta casa es para nosotros un símbolo de lo que queremos ser como Nación”, subrayó. Una gran familia, donde la fraternidad, la solidaridad y el bien común incluyan a todos los que peregrinamos en su historia.

El titular de la arquidiócesis tucumana estimó que falta mucho camino por recorrer, derribando muros, tendiendo puentes, achicando distancias, comprometiéndonos todos… “poniéndonos la Patria al hombro” como pedía el cardenal Bergoglio, cuando era obispo de Buenos Aires. Además, añadió que el Papa Francisco, en la convocatoria al Jubileo de la esperanza nos decía: “La esperanza no cede ante las dificultades porque se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad, y de este modo hace posible que sigamos caminando en la vida”.

Indicó que se sabe que la vida está hecha de alegrías y dolores; que cuando aumentan las dificultades, la esperanza parece derrumbarse, pero aún en esas situaciones de oscuridad se percibe una luz. Se descubre que lo que sostiene es esa firme convicción que “la esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”.

 

Anhela que la luz de la esperanza pueda llegar a los hermanos que viven en la oscuridad del dolor, la angustia y el sin sentido; en el abismo de las adicciones y de la impotencia. Cuán confortadoras son las palabras de Jesús: “Vengan a mi todos los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré…aprendan de mí que soy paciente y humilde de corazón y así encontrarán alivio”. El, que nació en la extrema pobreza, que fue perseguido, y sufrió la incomprensión y la injusticia, la burla y la agresión violenta y descarnada, que experimentó la soledad y la angustia, la traición, la cárcel, el abandono y ver sufrir a su madre, hasta la muerte humillante de la cruz, El nos dice: aprendan de mí, mi yugo es suave y mi carga ligera. Jesús es el ancla de esta esperanza.

Signos de los tiempos

Carlos Sánchez pidió descubrir los signos de los tiempos, poniendo atención en lo  bueno que ofrece el mundo para no vernos aplastados por el mal, la violencia y la oscuridad de la muerte porque: “El amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza. El mal no ha desaparecido de nuestra historia, permanecerá hasta el final, pero ya no tiene dominio, ya no tiene poder sobre quien acoge la gracia de este día”, decía el Papa Francisco en la Pascua de este año, horas antes de morir.

Insistió con reavivir la esperanza cada lugar y según la responsabilidad siendo signos de esperanza para los hermanos que más necesitan, los que están en situación de calle, los adictos, los ancianos, los que no tienen trabajo, los enfermos, los presos, los jóvenes sin esperanza, los pobres que carecen de lo necesario para vivir y sufren la exclusión y la indiferencia de muchos… “Cuidar de ellos es un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza que requiere acciones concertadas por toda la sociedad”, enfatizó el arzobispo.

Asimismo, reclamó mirar el futuro con esperanza, tener una visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los demás y descubrir los signos que animan el camino como hermanos. Seguidamente, enumeró y puso nombre a varios signos de esperanza en Tucumán, y pidió no dejarse robar la alegría ni la esperanza.

Y le pidió a Jesucristo, Señor de la historia: “danos la alegría de la esperanza que no defrauda”, aseveró Sánchez, porque el término de la esperanza se traduce en la felicidad como una meta que atañe a todos. “Necesitamos una felicidad que se realice definitivamente en aquello que nos plenifica, es decir, en el Amor que no defrauda y del que nada ni nadie podrá separarnos jamás”.

Para concluir le pidió a la Virgen María, Madre de esperanza que acompañe, cuide y nos aliente en la esperanza: “Madre de la esperanza protege a tus hijos que vivimos en esta Patria Argentina”.

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