George Sabé: “En Oriente Medio nos sentimos peones en manos de Trump”

Fundador de los Maristas Azules de Alepo

Cuando en 2011 estalló la guerra en Siria y millones de personas huían del país, George Sabé (Alepo, 1951) regresaba a casa. El hermano marista volvía a su ciudad natal con el beneplácito de su provincial para fundar, junto a un matrimonio sirio, los Maristas Azules, con el objetivo de acompañar a la gente y ofrecer esperanza en medio de la oscuridad. Hoy son 150 los jóvenes voluntarios que ayudan en programas educativos, de desarrollo o apoyo psicológico, para lo que el religioso cuenta con el respaldo económico y emocional de Manos Unidas.



La ONGD de la Iglesia española tiene en Sabé a su socio principal en Alepo desde hace siete años para proyectos que se van abriendo y cerrando según las necesidades del momento, pero que han ido desde la perforación de pozos, la ayuda para la creación de microempresas, el reparto de comida a ancianos o la creación de comunidades entre mujeres cristianas y musulmanas. En perfecto español, pues hizo el noviciado en Cataluña, ‘Vida Nueva’ conversa con Sabé en la sede de Manos Unidas en Madrid dos semanas después del atentado en Damasco en el que perdieron la vida 25 personas.

PREGUNTA.- ¿Qué queda del Alepo que conoció antes de la guerra?

RESPUESTA.- Mucha ruina en los edificios y en las personas. Antes de la guerra, Alepo era una ciudad comerciante, una ciudad de mucha historia, dicen que la primera habitada del mundo. Alepo era una ciudad donde la gente vivía bien, pues como pueden vivir los españoles. Nunca hubiéramos imaginado que la guerra iba a llegar. Y, sin embargo, pasó. Lo primero fue dividir la ciudad en dos.

Mientras el mundo derribaba muros, en Siria se construían. Pasamos de ser un pueblo productor a un pueblo demandante de ayuda. Y llegaron las organizaciones internacionales y la gente fue –aunque no me guste la palabra– mendigando de una ONG a otra. Por eso, hoy contamos con un programa de emprendimiento para microempresas con el objetivo de que las personas puedan pasar de esa mentalidad de pedir a volver a la mentalidad de actuar y aportar.

Fundador de los Maristas Azules de Alepo

La guerra ha traído también una conciencia de que el otro es el demonio, el enemigo, el que no quiere que sigas existiendo. Una imagen que contrasta con mi adolescencia, cuando estudiaba en el mismo colegio con musulmanes, judíos y cristianos de diversas comunidades. Sin embargo, la guerra nos enfrentó, provocó el temor hacia el otro, no quieres relacionarte con el diferente y ese es el caldo de cultivo de todo fanatismo.

Alepo sigue sin reconstruirse años después, pero lo más importante es reconstruir a las personas, porque nadie quiere vivir aquí, no pueden ni quieren hablar de la guerra. Hay edificios vacíos, los que se fueron solo han vuelto para intentar vender sus casas… Esto hace que como comunidad cristiana hayamos sido reducidos de los 200.000 de antes de la guerra a los 20.000 que quedamos hoy.

Como cristianos en este lado del mundo hemos tenido la misión de sembrar esperanza, porque sabíamos que la guerra iba a acabar en algún momento y, el día después, cristianos y musulmanes íbamos a volver a convivir. Los Maristas Azules hemos apostado siempre por el diálogo entre musulmanes y cristianos, queremos ser puentes de un diálogo no teológico, sino de vida. Por ejemplo, tenemos un proyecto para mujeres en el que musulmanas y cristianas comparten cuatro meses en formación. Y, al final, cambian de mentalidad, porque se reconocen iguales. Eso es lo que buscamos.

Falsa democracia

P.- Observadores internacionales señalan que el nuevo presidente sirio, Ahmed al-Sharaa, busca tender puentes con las minorías, entre ellas la cristiana. ¿Es optimista con el nuevo gobierno?

R.- Nunca habíamos pensado que íbamos a llegar a tener miedo. Durante la guerra teníamos a las bombas. Desde finales de 2024 tememos a un islamismo muy radical que, en apariencia internacional, ha traído la democracia al país. La realidad en el interior no es así. Cuando llegó este gobierno, nosotros sabíamos quién era Ahmed al-Sharaa, de qué raíces viene, del grupo islamista Hayat Tahrir al Sham.

No basta con que uno se vista de corbata y chaqueta para que cambie su mentalidad. Aunque él mismo ha hecho un esfuerzo muy grande por tener relación con las diferentes confesiones cristianas, a su alrededor hay muchos grupos, algunos que le obedecen y otros que no. El atentado de Damasco ha creado mucho miedo. Si fue realmente Daesh, ¿por qué existen aún en Siria y por qué el gobierno no hace nada para acabar con ellos? Buscamos de quien nos gobierna que nos proteja y defienda.

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