Un dantesco hallazgo de ocho cuerpos en una fosa común en el sector de Pueblo Seco, municipio Calamar, departamento del Guaviare al suroriente de Colombia, tiene consternado al país.
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La Fiscalía informó que los cadáveres son de los ocho líderes sociales y religiosos secuestrados desde el 4 de abril por el frente ‘Armando Ríos’ de las disidencias de las FARC (Fuerzas Armada Revolucionarias de Colombia) al mando del criminal, Iván Mordisco.
En un comunicado conjunto, la diócesis de San José del Guaviare y el delegado para las relaciones Iglesia-Estado del Episcopado colombiano, Héctor Fabio Henao, expresaron su “más categórico rechazo y nos solidarizamos con sus familiares”.
Defender la vida
La Iglesia ha deplorado “este acto infame” que acabó con la vida de quienes “dedicaban su vida al servicio espiritual y comunitario”, por lo que “representa una grave afectación a la vida social y la paz de la región”.
Han pedido a los actores armados a buscar caminos de paz para mejorar la situación humanitaria, desescalar el conflicto y salvaguardar la vida de las comunidades azotadas por “el flagelo de la guerra”.
“Reafirmamos nuestro compromiso con la defensa de la vida, la dignidad humana, la justicia, la paz como don de Dios y la búsqueda de la reconciliación en Colombia”, añadieron.
Héctor Fabio Henao, delegado de las relaciones Iglesia-Estado.
Rechazar la violencia
Por su parte, el cardenal Luis José Rueda, primado de Colombia y arzobispo de Bogotá, hizo un enérgico llamado a los actores armados, “paren la violencia”.
“Hago un llamado a quienes asesinan a personas y las llevan a fosas comunes, sientan que su vida también es frágil y digan, por eso, si quieren recibir respeto, deben construir respeto”, señaló.
Echando mano de la locución latina ‘Homo homini lupus’ (‘El hombre es el lobo del hombre’), ha expresado su preocupación pidiendo a los colombianos respetar la vida frente a los signos de muerte, “seamos capaces de respetar la vida, rechazamos toda forma de violencia”, clamó.
