El papa León XIV ha participado este jueves 26 de junio en el Encuentro Internacional ‘Sacerdotes felices – Los he llamado amigos’ (Jn 15,15), promovido por el Dicasterio para el Clero y celebrado en el Auditorium Conciliazione de Roma. Así, el Papa ha dirigido su discurso a los más de 1.700 participantes de todo el mundo —sacerdotes, seminaristas, formadores y animadores vocacionales— subrayando que la felicidad sacerdotal no es un ideal lejano, sino una gracia real, enraizada en la amistad con Cristo.
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“Es una gran alegría estar hoy aquí con vosotros”, comenzó León XIV. “En el corazón del Año Santo, queremos juntos testimoniar que es posible ser sacerdotes felices, porque Cristo nos ha llamado y hecho sus amigos: una gracia que queremos acoger con gratitud y responsabilidad”.
Un ministerio fundado en la amistad
Tomando como eje las palabras de Jesús en el Evangelio —“Los he llamado amigos”—, el Papa propuso una clave de lectura del ministerio sacerdotal centrada en la relación personal con Cristo. “No son solo una declaración afectuosa, sino una verdadera clave de comprensión del ministerio sacerdotal”, afirmó.
“La amistad con Cristo es el fundamento espiritual del ministerio ordenado, el sentido de nuestro celibato y la energía del servicio eclesial al que dedicamos la vida”, añadió. De hecho, esta relación íntima “nos sostiene en los momentos de prueba y nos permite renovar cada día el ‘sí’ pronunciado al inicio de la vocación”.
“Dios sigue llamando”
En cuanto a los desafíos vocacionales, León XIV ha asegurado que “a pesar de los signos de crisis, Dios sigue llamando y permanece fiel a sus promesas. Hace falta que haya espacios adecuados para escuchar su voz”. “Tened el coraje de hacer propuestas fuertes y liberadoras”, animó.
“Mirando a los jóvenes que hoy dicen su generoso ‘aquí estoy’ al Señor, sentimos todos la necesidad de renovar nuestro ‘sí’, de redescubrir la belleza de ser discípulos misioneros tras las huellas de Cristo, Buen Pastor”, aseveró el pontífice.
Una llamada a la alegría
Aludiendo a la proximidad de la solemnidad del Sagrado Corazón, el Papa señaló que es de ese “zarzal ardiente” de donde brota la vocación sacerdotal. “El mundo necesita testigos creíbles: cuando uno cree, se nota. La felicidad del ministro refleja su encuentro con Cristo, lo sostiene en la misión y en el servicio”, dijo el Papa.
“Gracias por lo que sois. Porque recordáis a todos que es hermoso ser sacerdote, y que toda llamada del Señor es, ante todo, una llamada a su alegría”, concluyó el Papa. “No somos perfectos, pero somos amigos de Cristo, hermanos entre nosotros y hijos de su tierna Madre María. Y eso nos basta”.