León XIV reclama en el ángelus que la comunidad internacional detenga la guerra en Gaza antes de que haya “una escalada imparable”

“En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corremos el riesgo de olvidar el sufrimiento de la población”, ha dicho el Papa

León XIV ángelus

Europa amanecía este domingo con la noticia de que Estados Unidos ha bombardeado las centrales nucleares de Irán, entrando así, de lleno, en el conflicto de Oriente Medio. “En este escenario dramático, que incluye a Israel y Palestina, corremos el riesgo de olvidar el sufrimiento de la población, especialmente en Gaza y otros territorios donde es urgente la ayuda humanitaria”, ha dicho el Papa durante el rezo del ángelus.



“Hoy más que nunca la humanidad grita e invoca la paz”, ha continuado. Es un grito de responsabilidad y razón que no debe ser sofocado por los que se llevan por el fragor de las almas y por palabras retóricas que incitan al conflicto”.

Así, ha señalado directamente a “cada miembro de la comunidad internacional”, que “tiene responsabilidad en detener la tragedia de la guerra antes de que esta se convierta en una escalada imparable”.

“No existen conflictos cuando la dignidad humana está en juego”, ha aseverado León XIV. “La guerra no resuelve los problemas. Más bien los amplía y producen heridas profundas en los pueblos que tardan generaciones en sanar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres y el miedo de los niños y el futuro robado. Que la diplomacia haga callar las armas. Que las naciones puedan trazar su futuro con obras de paz”.

Gaza. Foto: Cáritas Jerusalén

Gaza. Foto: Cáritas Jerusalén

Corpus Christi

Con motivo de la Solemnidad del Corpus Christi, celebrada este domingo en numerosos países del mundo, el papa León XIV ha reflexionado en el ángelus, desde la ventana del Palacio Apostólico, sobre el milagro evangélico de los panes y los peces. “El milagro, más allá del prodigio, es un signo”, comenzó el Pontífice, “y nos recuerda que los dones de Dios, incluso los más pequeños, crecen cuanto más se comparten”.

“Sabemos que en la raíz de todo compartir humano hay uno más grande que lo precede: el de Dios hacia nosotros”, continuó el Papa, recordando, además, que Dios no sólo dio la vida, sino que se hizo uno con nosotros, “pidiendo a una de sus criaturas que fuera su Madre”, y asumiendo “un cuerpo frágil, limitado, mortal, como el nuestro”. En ese gesto, dijo, Dios “compartió hasta las últimas consecuencias nuestra pobreza”, y lo hizo eligiendo para salvarnos “precisamente lo poco que podíamos ofrecerle”.

El don en la Eucaristía

El Papa invitó a pensar en la alegría que produce hacer un regalo, por modesto que sea, cuando es recibido con gratitud: “Lo contentos que nos sentimos cuando comprobamos que, a pesar de su sencillez, ese regalo nos une aún más a quienes amamos”. Eso mismo, añadió, ocurre en la Eucaristía: “El Señor acoge, santifica y bendice el pan y el vino que ponemos en el altar, junto con la ofrenda de nuestra vida, y los transforma en el Cuerpo y la Sangre de Cristo”.

De esta manera, en la misa, explicó el Papa, se da un doble movimiento: “Dios se une a nosotros acogiendo con alegría lo que le presentamos, y nos invita a unirnos a Él recibiendo y compartiendo con igual alegría su don de amor”.

Una comunión que crea cuerpo

En este sentido, lejos de ser una mera devoción o un símbolo, la Eucaristía es, según recordó, la presencia viva de un Dios que se deja tocar, compartir y comer, “sacrificio de amor para la salvación del mundo”.

Por este motivo, en un contexto mundial marcado por divisiones, soledades y guerras, el Papa ha animado redescubrir la lógica del don: “El compartir no es estrategia, es naturaleza de Dios. Y cuando lo vivimos, nos asemejamos a Él”. “Dios hace maravillas con lo poco que somos, cuando nos dejamos ofrecer”, ha concluido el Pontífice.

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