Cáritas Jerusalén despliega 122 efectivos para garantizar la ayuda humanitaria en Gaza

  • “La situación es catastrófica y no queremos poner en riesgo a nuestros equipos”, afirma el director de la entidad eclesial
  • La ONG de la Iglesia acompaña también a las 40.000 personas que viven en los campos de refugiados de Cisjordania

Una voluntaria de Cáritas Jerusalén en Gaza

Tras el inicio de los ataques israelíes contra Irán el 13 de junio, Cáritas Jerusalén suspendió sus actividades para evaluar los riesgos de continuar su acción humanitaria en el nuevo contexto de guerra. Sin embargo, ante las enormes necesidades, su director, Anton Asfar, programó la reanudación de las operaciones al día siguiente. “Estamos en primera línea para brindar ayuda a la población y, como brazo social de la Iglesia, teníamos que continuar con nuestra labor”, explica.



En la Franja de Gaza, 122 miembros de los equipos de Cáritas Jerusalén están distribuidos en diez unidades médicas para garantizar la ayuda de emergencia. Esta labor se lleva a cabo bajo bombardeos, con muertes a diario, especialmente en el norte.

“La situación es catastrófica”, afirma a Vatican News -el portal de noticias de la Santa Sede- Asfar, citando la grave escasez de medicamentos, alimentos e incluso agua potable. “Trajimos todo el equipo posible durante el reciente alto el fuego, pero ahora se nos está acabando”, reconoce.

Para el director de Cáritas Jerusalén, tener equipos sobre el terreno es una fuente constante de angustia. “Seguimos evaluando la situación porque no queremos poner en riesgo a nuestros equipos: es muy peligroso operar en Gaza, que se ha convertido en una auténtica zona sin ley”, agrega.

El director de Cáritas Jerusalén, Anton Asfar, en Gaza

El director de Cáritas Jerusalén, Anton Asfar, en Gaza

Situación dramática en Cisjordania

Al mismo tiempo, Cáritas Jerusalén también alerta sobre la dramática situación en Cisjordania. Al regresar de una visita al norte, Asfar observó la construcción de nuevos muros y puestos de control. “He visto cambios significativos sobre el terreno”, dice, citando la aldea de Sinjil, a 50 kilómetros al norte de Jerusalén, ahora rodeada por muros de alambre de púas de varios metros de altura. “Cisjordania está paralizada, hay muy poca libertad de movimiento”, agrega el laico, que habla de no menos de 900 puestos de control o barreras en toda Cisjordania.

Según estimaciones de Cáritas Jerusalén, que busca estimular la economía proporcionando semillas a quienes buscan trabajo en la agricultura o concediendo microsubvenciones para diversos proyectos empresariales, como la costura o la cocina, alrededor de 200.000 personas están desempleados en Cisjordania.

Cáritas Jerusalén también trabaja para los 40.000 refugiados que viven en los campamentos de Yenín, Nour Shams y Tulkarem. “Estas personas desplazadas dentro del país no tienen nada: necesitan comida, kits de higiene y artículos de primera necesidad. Estamos haciendo todo lo posible para ayudarlos y lanzaremos jornadas médicas y programas de apoyo psicosocial en el norte de Cisjordania”, subraya.

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