‘Tú, Señor, eres mi esperanza’ (Sal 71,5). De esta manera comienza el mensaje de León XIV para la IX Jornada Mundial de los Pobres, que tendrá lugar el próximo 16 de noviembre. En su mensaje, el Papa señala que “el pobre puede convertirse en testigo de una esperanza fuerte y fiable, precisamente porque la profesa en una condición de vida precaria, marcada por privaciones, fragilidad y marginación”.
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“No confía en las seguridades del poder o del tener; al contrario, las sufre y con frecuencia es víctima de ellas”, continúa el Pontífice. Del mismo modo, subraya que “Dios es nuestra primera y única esperanza”, por lo que “nosotros también realizamos el paso de las esperanzas efímeras a la esperanza duradera”. Así, “frente al deseo de tener a Dios como compañero de camino, las riquezas se relativizan, porque se descubre el verdadero tesoro del que realmente tenemos necesidad”.
En este sentido, León XIV advierte que “la pobreza más grave es no conocer a Dios”, ya que los bienes de la tierra, como “regla de fe y secreto de la esperanza” no bastan para alcanzar la felicidad plena. “Las riquezas muchas veces engañan y conducen a situaciones dramáticas de pobreza, la más grave de todas es pensar que no necesitamos a Dios y que podemos llevar adelante la propia vida independientemente de Él”, subraya el Papa.
Por ello, recuerda las palabras de san Agustín: “Sea Dios toda tu presunción: siéntete indigente de Él, y así serás de Él colmado. Todo lo que poseas sin Él, te causará un mayor vacío”. “La esperanza cristiana, a la que remite la Palabra de Dios, es certeza en el camino de la vida, porque no depende de la fuerza humana sino de la promesa de Dios, que es siempre fiel”, continúa. Por eso, “los cristianos desde los orígenes quisieron identificar la esperanza con el símbolo del ancla, que da estabilidad y seguridad”.
Nuevas formas de vivir el evangelio
Por otro lado, León XIV subraya que esa invitación a la esperanza conlleva “el deber de asumir responsabilidades coherentes en la historia, sin dilaciones”. “La pobreza tiene causas estructurales que deben ser afrontadas y eliminadas. Mientras esto sucede, todos estamos llamados a crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron muchos santos y santas de todas las épocas”, apostilla el Papa.
“Los hospitales y las escuelas, por ejemplo, son instituciones creadas para expresar la acogida hacia los más débiles y marginados. Hoy deberían formar parte ya de las políticas públicas de todo país, pero las guerras y desigualdades con frecuencia lo impiden”, expresa León XIV en su mensaje.
“Los pobres no son una distracción para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más amados, porque cada uno de ellos, con su existencia, e incluso con sus palabras y la sabiduría que poseen, nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio”, asevera. Por eso, el Papa recuerda que “la Jornada Mundial de los Pobres quiere recordar a nuestras comunidades que los pobres están en el centro de toda la acción pastoral. No solo de su dimensión caritativa, sino también de lo que la Iglesia celebra y anuncia”.
Y es que, tal como asevera el pontífice, “los pobres no son objetos de nuestra pastoral, sino sujetos creativos que nos estimulan a encontrar siempre formas nuevas de vivir el Evangelio hoy”.