León XIV ha continuado hoy su ciclo de catequesis sobre la esperanza con motivo del Jubileo. El Papa se ha paseado durante unos minutos por la plaza de San Pedro en su papamóvil para saludar a los miles de fieles que aguardaban desde temprano para la audiencia general de los miércoles.
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En su alocución, se centró en ese Jesús que cura. Por eso, ha invitado a “presentar ante el Corazón de Cristo las partes más doloridas o frágiles de ustedes, aquellos lugares de su vida en los que se sienten paralizados y bloqueados”. “¡Pidamos al Señor con confianza que escuche nuestro grito y nos cure!”, ha exclamado.
Bartimeo como ejemplo
Echando mano de Bartimeo, el ciego y mendigo que Jesús encontró en Jericó (Mc 10,40-52), Robert Francis Prevost se ha preguntado “qué podemos hacer cuando nos encontramos en una situación que parece sin salida”. “Bartimeo nos enseña a apelar a los recursos que llevamos dentro y que forman parte de nosotros. Él es un mendigo, sabe pedir, ¡es más, puede gritar! Si realmente deseas algo, haz todo lo posible por conseguirlo, incluso cuando los demás te reprenden, te humillan y te dicen que lo dejes. Si realmente lo deseas, ¡sigue gritando!”, ha afirmado.
En este mismo sentido, ha señalado que “Bartimeo es ciego, ¡pero paradójicamente ve mejor que los demás y reconoce quién es Jesús! Ante su grito, Jesús se detiene y lo llama, porque no hay ningún grito que Dios no escuche, incluso cuando no somos conscientes de dirigirnos a él”.
“Parece extraño que, ante un ciego, Jesús no se acerque inmediatamente a él; pero, si lo pensamos bien, es la forma de reactivar la vida de Bartimeo: lo empuja a levantarse, confía en su posibilidad de caminar. Ese hombre puede ponerse de pie, puede resucitar de su situación de muerte. Pero para ello debe realizar un gesto muy significativo: ¡debe arrojar su manto!”, ha aseverado.
Y ha proseguido: “Para un mendigo, el manto lo es todo: es la seguridad, es la casa, es la defensa que lo protege. Incluso la ley protegía el manto del mendigo y obligaba a devolverlo por la tarde, si había sido tomado en prenda. Sin embargo, muchas veces lo que nos bloquea son precisamente nuestras aparentes seguridades, lo que nos hemos puesto para defendernos y que, en cambio, nos impide caminar. Para ir a Jesús y dejarse curar, Bartimeo debe exponerse a Él en toda su vulnerabilidad. Este es el paso fundamental para todo camino de curación”.

El papa León XIV, durante la audiencia general
Para el Pontífice, “en realidad, no es obvio que queramos curarnos de nuestras enfermedades, a veces preferimos quedarnos quietos para no asumir responsabilidades. La respuesta de Bartimeo es profunda, de hecho, no solo quiere volver a ver, ¡también quiere recuperar su dignidad! Para mirar hacia arriba, hay que levantar la cabeza. A veces las personas se bloquean porque la vida las ha humillado y solo desean recuperar su valor”.
Pero, “lo que salva a Bartimeo, y a cada uno de nosotros, es la fe. Jesús nos cura para que podamos ser libres. Él no invita a Bartimeo a seguirlo, sino le dice que se vaya, que se ponga en camino. Marcos, sin embargo, concluye el relato refiriendo que Bartimeo se puso a seguir a Jesús: ¡ha elegido libremente seguir a Aquel que es el Camino!”.
Por eso, León XIV ha instado a llevar “con confianza ante Jesús nuestras enfermedades, y también las de nuestros seres queridos, llevemos el dolor de quienes se sienten perdidos y sin salida.
Clamemos también por ellos, y estemos seguros de que el Señor nos escuchará y se detendrá”.