Si ayer tenía lugar el Jubileo de la Santa Sede, en el que también participaron los nuncios, hoy el papa León XIV les ha recibido en privado en una suerte de Jubileo de los Representantes Pontificios.
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“Ningún país en el mundo tiene un cuerpo diplomático tan unido como ustedes: porque su comunión, nuestra comunión, no es solo funcional ni solo ideal, sino que estamos unidos en Cristo y en la Iglesia”, ha comenzado diciéndoles el Pontífice desde la Sala Clementina de los Palacios Apostólicos.
Según su alocución, “la diplomacia de la Santa Sede constituye en su propio personal un modelo -ciertamente no perfecto, pero sí muy significativo- del mensaje que propone: el de la fraternidad humana y la paz entre los pueblos”.

El papa León XIV en el Jubileo de los Nuncios
“Siempre activos y operativos”
Las primeras palabras de Robert Francis Prevost han sido de agradecimiento, porque “cuando se me presenta una situación que afecta, por ejemplo, a la Iglesia en un país determinado, puedo contar con la documentación, las reflexiones y los resúmenes preparados por ti y tus colaboradores”.
Y ha proseguido: “La red de Representaciones Pontificias está siempre activa y operativa. Esto es para mí motivo de gran aprecio y gratitud. Lo digo pensando, por supuesto, en la dedicación y la organización, pero aún más en las motivaciones que te guían, el estilo pastoral que te caracteriza y el espíritu de fe que te anima”.
Haciendo referencia al relato de la curación del lisiado, al comienzo de los Hechos de los Apóstoles, ha recordado que “el ministerio de Pedro es crear relaciones, puentes; y un representante del Papa está, ante todo, al servicio de esta invitación, de este mirar a los ojos”.
Por eso, les ha pedido que “¡sean siempre la mirada de Pedro! Sean hombres capaces de construir relaciones donde más difícil resulta. Pero al hacerlo, mantengan la misma humildad y el mismo realismo de Pedro, quien sabe muy bien que no tiene la solución para todo; pero también sabe que tiene lo que importa, es decir, a Cristo, el sentido más profundo de toda existencia”.
“Solo el amor es digno de fe”
Como ha insistido el Pontífice, “dar a Cristo significa dar amor, dar testimonio de esa caridad dispuesta a todo. Cuento con ustedes para que, en los países donde viven, todos sepan que la Iglesia siempre está dispuesta a todo por amor, que siempre está del lado de los últimos, de los pobres, y que siempre defenderá el derecho sacrosanto de creer en Dios, de creer que esta vida no está a merced de los poderes de este mundo, sino que está atravesada por un significado misterioso”.
En el mismo sentido, ha completado: “Solo el amor es digno de fe, ante el dolor de los inocentes, de los crucificados de hoy, a quienes muchos de ustedes conocen personalmente porque sirven a pueblos víctimas de la guerra, la violencia, la injusticia o incluso de ese falso bienestar que engaña y decepciona”.
‘Sub umbra Petri’
León XIV les ha regalado a todos un anillo con una grabación en latín -‘sub umbra Petri’- para que “siempre les consuele saber que su servicio está bajo la sombra de Pedro”. “Siéntanse siempre unidos a Pedro, protegidos por Pedro, enviados por Pedro. Solo en obediencia y en comunión efectiva con el Papa, su ministerio puede ser eficaz para la edificación de la Iglesia, en comunión con los obispos locales”, ha recalcado.
Asimismo, les ha pedido que “tengan siempre una mirada de bendición, porque el ministerio de Pedro es bendecir, es decir, saber siempre ver el bien, incluso el bien oculto, el bien que reside en la minoría. Siéntanse misioneros, enviados por el Papa para ser instrumentos de comunión y unidad, al servicio de la dignidad de la persona humana, promoviendo en todas partes relaciones sinceras y constructivas con las autoridades con las que serán llamados a cooperar”.
Y, para concluir, les ha instado a que “su competencia esté siempre iluminada por la firme decisión por la santidad”, siguiendo los ejemplos de dos santos que han servido en el servicio diplomático de la Santa Sede: Juan XXIII y Pablo VI.