Las Hijas de María Madre de la Iglesia están en plena celebración del año jubilar tellista. Se cumplen 150 años de que este instituto de vida consagrada se pusiera en marcha. Hoy extiende su misión a distintos puntos de Europa, América y África, en 27 comunidades, 15 colegios, dos residencias y una casa de espiritualidad. Al frente, madre María Isabel Herrero Herrero, superiora general de esta congregación que mira al futuro con una mirada agradecida a su historia y con los pies en un presente aterrizado de desafíos para hacer realidad.
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PREGUNTA.- ¿Qué representa para la congregación de las Hijas de María Madre de la Iglesia la celebración de este Año Jubilar?
RESPUESTA.- Es, sin duda alguna, motivo de fiesta y agradecimiento. Desde la celebración de Jesucristo resucitado siempre vivo para interceder por nosotros. Abrimos este Año Jubilar el 23 de marzo del 2025, con el deseo de celebrar durante todo este año con solemnidad y alegría el 150 aniversario de la fundación del Instituto en Béjar (Salamanca), lugar donde comenzó esta andadura la beata Matilde Téllez Robles (fundadora del Instituto Hijas de María Madre de la Iglesia) y su fiel compañera María Briz Manzano, que entregó su vida atendiendo a los afectados por la epidemia del cólera en la ciudad de Don Benito (16 de Julio 1885).
Para la Iglesia universal, la Diócesis de Plasencia, nuestro Instituto de Hijas de María Madre de la Iglesia y para toda la Familia Tellista, es un año de gracia, una ocasión para experimentar personal y comunitariamente la misericordia de Dios, que se prolongará hasta el 21 de marzo de 2026. Va a ser también un tiempo de encuentro para conmemorar los 150 años de la fundación del Instituto y para vivir con gozo el Año Jubilar, que generosamente nos ha concedido la Penitenciaría Apostólica, siempre en el marco del Año Jubilar de la Esperanza que la Iglesia entera celebra con motivo de los 2025 años de la Encarnación del Señor.
P.-Intuyo que ya hay expectativas a la vista…
R.-Los frutos que esperamos de este gran año jubilar ‘Tellista’ son muchos. Confiamos en que el Año Jubilar nos ayude a vivir en mayor radicalidad nuestra espiritualidad Eucarística, Mariana y Nazaretana, recordándonos siempre el ejemplo de Jesús, María y José, guías en nuestro camino en nuestro camino hacia la santidad. Anhelamos que cada hermana, que todos aquellos con quienes compartimos carisma y misión y, sobre todo, que aquellos a quienes servimos evangélicamente experimenten un renovado encuentro con Jesús Eucaristía y con la espiritualidad de Madre Matilde. Deseamos que este tiempo nos impulse a vivir con mayor fervor nuestra vocación, a fortalecer nuestros lazos fraternos y a ser instrumentos de paz y amor en nuestro mundo.
Carisma vivo y activo
P.- ¿Cómo se mantiene vivo el carisma y la misión de la beata Madre Matilde en la actualidad?
R.- A 150 años de la fundación de la Congregación, el legado de la beata Madre Matilde Téllez sigue resonando con fuerza en nuestras vidas y en nuestra misión. Su visión y dedicación a la educación y a la sanidad, su personalidad y espiritualidad, y el servicio a los más necesitados han dejado una huella imborrable que continúa inspirando a generaciones de hermanas y laicos.
Se trata de un carisma vivo y activo. El carisma de la beata M. Matilde se centra en el amor a Jesús Eucaristía, a la Virgen y al prójimo más desfavorecido, y se manifiesta en nuestra vida cotidiana a través de la educación, la sanidad, el servicio a los más pobres y el acompañamiento espiritual. En la actualidad, mantenemos vivo su legado al ofrecer programas educativos que no solo buscan la formación académica, sino también el desarrollo integral de cada persona. Los centros de formación que llevamos adelante son un reflejo de nuestro compromiso con la enseñanza y el empoderamiento de los jóvenes, especialmente de aquellos que viven en situaciones más vulnerables. Y esta bella tarea es realizada, por gracia de Dios en, no solo en España, sino también: Portugal, Venezuela…
El compromiso con el servicio a los más necesitados es una de las manifestaciones más claras del legado de la Beata Madre Matilde. En la actualidad, nuestras iniciativas sociales se han expandido para abordar diversas problemáticas, desde la atención a la salud hasta el apoyo a familias en crisis. Nos esforzamos por ser voz de los que no tienen voz, siguiendo el ejemplo de la beata Madre Matilde, quien dedicó su vida a servir a los demás con amor y compasión.
Después de 150 años no todo está hecho, “los cristianos no custodiamos cenizas, sino fuego, llamados a prender el mundo de esperanza, por eso, hay que estar atentos a lo que el Señor nos inquiere a través de la realidad que vamos viviendo”. Con estas palabras en la homilía de apertura del Año Jubilar, el 23 de marzo de 2025, Ernesto Jesús Brotóns Tena, obispo de Plasencia, nos hacía caer en la cuenta de la necesidad de vivir en un proceso permanente de conversión y de renovación profunda personal, comunitaria, misionera y pastoral, desde el carisma fundacional. Para mantener vivo el carisma no estamos solas, nos acompañan los laicos tellistas, los cuales, desde su estado de vida concreta hacen vida el Carisma de la beata M. Matilde.
P.- La Congregación ha crecido y se ha extendido a diferentes países. ¿Cuáles son los principales retos y oportunidades que han encontrado en esta expansión?
R.- La congregación de las Hijas de María Madre de la Iglesia ha experimentado un crecimiento significativo y una expansión en diferentes países, lo que ha enriquecido nuestra misión y nos ha permitido llevar el mensaje del Evangelio a diversas culturas y contextos. Sin embargo, esta expansión también ha traído consigo una serie de retos y oportunidades que hemos aprendido a enfrentar con fe y determinación. Sí, lo que aparentemente es un fracaso a los ojos del mundo, se convierte en germen fecundo de vida, que nos alcanza y compromete.
Ya el comienzo de nuestro Instituto fue un gran reto: “Aquel 19 de marzo de 1875 era la hora dada” … (palabras de la beata M. Matilde). El lugar de encuentro era la Iglesia de Santa María de Béjar, M. Matilde esperaba para comenzar su misión a ocho compañeras, apareciendo solamente una, María Briz, aquella que días antes había renunciado al matrimonio.
Este fue el primer reto de nuestro Instituto, un empeño difícil de llevar a cabo, pero que para la beata Madre Matilde constituye un desafío para afrontarlo, porque está segura de que la llamada recibida es una manifestación del Espíritu que marcó, de una forma particular su vida. Su obra comenzó a germinar en la Iglesia, pues consideraba era el lugar y el momento de marchar en el nombre de Dios a empezar la vida religiosa. La evolución de la fundación trajo como consecuencia la adaptación a los tiempos, a la historia, a las necesidades de las diferentes épocas.
No pasemos por alto que cada reto ofrece una oportunidad, y como oportunidad el Carisma se extendió por América, África y Europa, posibilitando: crear comunidades viviendo en fraternidad, compartir vida con otras culturas. En esta Expansión del Instituto muchas veces nos hemos visto envueltas en el miedo, la duda, la preocupación Pero cuando pensamos en cómo actúo la beata M. Matilde, que nunca renunció a las inspiraciones del Espíritu, estando convencida de que tenía que ser fiel al querer de Dios, nos devuelve la esperanza y motivación para seguir adelante. Y, ¿cómo no fiarnos de la Palabra? “Todo es posible” (LC. 8, 27). “Mi gracia te basta” (Cor. 12, 9). “Algo nuevo esta brotando, ¿no lo notáis?” (Is.43,19) .
Tenemos la seguridad de que cualquier pequeño gesto de amor, Dios siempre lo hace fecundo. Nuestro principal reto es ser Evangelio vivo en medio de una sociedad herida, necesitada de cuidados, de ternura, de proyectos que humanicen y generen fraternidad.
Llamada a la conversión
P.- Desde su fundación, el Instituto ha estado al servicio de los más vulnerables. ¿Cómo han adaptado su labor a los desafíos actuales en educación, salud, asistencia social?
R.- Todo Jubileo es siempre una llamada a la conversión, a la reflexión, a abrazarnos a la misericordia del Señor. Por tanto, si hasta ahora hemos intentado adaptar a los distintos desafíos nuestra misión, este acontecimiento nos insta a una mayor reflexión para una adaptación más comprometida. Así, daremos como el Señor pide, buenos frutos, no sólo seremos hojas hermosas.
Nos vamos adaptando a los desafíos a través de rostros, personas, donde el Señor va haciendo su obra de salvación. Nuestros proyectos misioneros no quieren ser más que oportunidades para dejarnos traspasar por la mirada de aquellos que siguen necesitando experimentar la ternura de Dios.
Hoy como en la época de M. Matilde a la cual se le partía el corazón ante las muchas miserias humanas y para adaptar la labor misionera a los desafíos actuales en educación, salud y asistencia social, lo primero es, reconocer, afrontar los obstáculos actuales, aceptar su presencia, ser conscientes de las limitaciones y adaptar la labor misionera de evangelización a estos desafíos. Tenemos que ser flexibles, cambiar mentalidades, aprender nuevas estrategias y ser conscientes de que la vida es un constante volver a empezar.
P.- ¿Qué actividades destacadas se han programado durante este año y cómo pueden participar los fieles en esta celebración?
R.- Toda la familia tellista estamos viviendo este año jubilar con gran júbilo, con mucha alegría, esperanza y compromiso. Con la certeza que va a ser un momento para fortalecer nuestra fe y la de las personas con las que nos relacionamos a diario. Las actividades están divididas en dos niveles: nivel local y a nivel institucional. A nivel local se realizarán actividades donde podrán participar mayor número de personas. Se pretende que en el lugar donde realizamos nuestra misión evangelizadora, este tiempo de gracia repercuta en cada persona del lugar y muy especialmente en toda la familia tellista.
Un mejor futuro
P.- ¿Cuáles son los proyectos y sueños para los próximos años de las Hijas de María Madre de la Iglesia?
R.- Siempre hay que mirar hacia adelante porque creemos en el futuro, un futuro con dificultades entre las que se encuentra el declive en el número de vocaciones, el índice de envejecimiento que es cada vez mayor. Un problema que está presente en nuestro Instituto, que nos preocupa de cara al futuro y que nos exige una reflexión profunda a nivel eclesial e institucional, siempre bajo la luz de la esperanza porque la obra es de Dios- nos ponemos en sus manos- y Él sabrá y posibilitará nuestro mejor futuro. Los proyectos y sueños son el alimento de la vida del Instituto. Queremos mantener la herencia carismática, soñando con una vida Religiosa en fidelidad al Espíritu de nuestra fundadora, volcadas en la misión evangelizadora y manteniendo la entrega generosa a los más desfavorecidos.
Somos conscientes que, en este mundo materializado, el hombre es un gran buscador de la Verdad, de Dios y que la sinfonía del Evangelio siempre es sorprendente, y la sorpresa llegará cuando Dios quiera. Igual pasó en la época de Jesús con la multiplicación de los panes y los peces. Donde no había, Jesús alimentó una multitud. Con el cambio social que enfrentamos, surge la necesidad de formar y capacitar a hermanas y laicos que comparten misión para que puedan asumir roles de liderazgo y servicio. Esto requiere un compromiso continuo con la formación espiritual, carismática y profesional.
Expansión y misión compartida también nos está ofreciendo la oportunidad de un enriquecimiento mutuo. Al interactuar con diferentes y en distintas realidades, todas las hermanas estamos aprendiendo y compartiendo experiencias que fortalecen la misión de la congregación y fomentan una mayor comprensión y unidad entre todos.
También nos está permitiendo llegar a más personas necesitadas. A través de nuestras obras educativas, de salud y de servicio social, podemos influir significativamente en la vida de muchos, promoviendo la dignidad humana y el desarrollo integral. Nuestro Instituto de cara al futuro tiene presente, el legado que la beata M. Matilde nos dejó en sus Escritos: “¡Adelante! Me contó la derrota. ¡No acobardarse!, ¡Adelante! Después, la persecución para destruir el pensamiento que delante y ante un Sagrario recibiera. Y confiada dije: ¡No acobardarse!, ¡Adelante!, que Dios nos provee, que Jesús nos escuda… No nos falte la fe (M. Matilde).
Nos disponemos a avanzar con confianza hacia los desafíos que nos esperan, siempre con el corazón abierto a los sueños que Dios tiene para nosotras y para aquellos a quienes servimos. En conclusión, la expansión y labor de la Congregación presenta tanto retos como oportunidades. Con la guía del Espíritu Santo y el ejemplo de la beata Matilde Téllez, seguimos adelante con confianza, comprometidas a vivir con gozo nuestra vocación y misión.