Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco soñaron con convertirse en el primer papa en visitar China. Ninguno lo consiguió, aunque con Bergoglio se ha dado el mayor acercamiento en siete décadas, al firmarse en 2018 (y renovarse en 2020, 2022 y 2024) el Acuerdo Provisional por el que la Santa Sede y el Gobierno comunista chino llegan a un consenso para el nombramiento de obispos en su país. Algo que, ante todo, consiguió acabar con la división eclesial, pues había un catolicismo oficial plegado al régimen y otro clandestino y hostigado.
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Pero todo eso podría verse superado, y con mucho, si en el cónclave que se inició en la tarde de ayer, 7 de mayo, sale vestido de blanco Stephen Chow, arzobispo de Hong Kong desde 2021 y quien, en el consistorio del 30 de septiembre de 2023, recibió del Papa argentino la birreta roja.
Una contribución significativa
Tal y como él mismo manifestó entonces en una entrevista con ‘Crux’, su cardenalato encarnaba el mejor modo de “construir puentes” entre la Iglesia católica y el régimen chino. Y es que “el papel de puente debe ser una contribución significativa a la Iglesia en su conjunto”. Algo que, en su caso particular, tenía una incidencia especial, pues “fortalecerá el papel de la Iglesia católica en Hong Kong como Iglesia puente, para promover intercambios e interacciones entre China continental y la Iglesia universal”.
El propio Chow, jesuita, ya abrió una senda para el entendimiento hace dos años. Así, en abril de ese mismo 2023, invitado por el obispo de Beijing, Joseph Li Shan, líder de la Iglesia Patriótica China, estuvo cinco días en la capital china. Un gesto prácticamente sin precedentes, pues la anterior vez que un pastor de Hong Kong había estado en la China continental había sido en 1985, cuando su región todavía era una colonia británica. “Ya hemos roto el hielo”, celebró el mismo a la vuelta de su viaje.
En un momento crítico
En este momento, las relaciones entre China y la Santa Sede atravesaban un momento crítico. Tras renovarse por segunda vez, el año anterior, el Acuerdo Provisional para el nombramiento de obispos, en Roma había causado un profundo malestar el nombramiento de Joseph Shin Ben como nuevo obispo de Shanghái. Decisión que tomó unilateralmente el régimen comunista y que Francisco acabó ratificando solo como gesto de buena voluntad.
A nivel eclesial, no deja de ser significativo que Hong Kong cuente con tres cardenales. El nonagenario arzobispo emérito, Joseph Zen, muy crítico por el acercamiento del Vaticano a Beijing en estos últimos años (también fue uno de los mayores detractores de Francisco en clave pastoral), llegó a ser condenado por la Justicia china por apoyar a los ciudadanos de Hong Kong que se manifestaron tiempo atrás por el excesivo control de las autoridades comunistas. A este le sucedió John Tong Hon, también purpurado con Benedicto XVI, en 2012. Y, tras su retiro, el actual, Stephen Chow.
El gesto papal en Mongolia
En este sentido, otro importante hito que unió a los dos últimos cardenales con Francisco se dio durante el viaje de este a Mongolia, vecina de China. Así, el 3 de septiembre de 2023, tres semanas antes de ser creado purpurado, Chow, junto a Tong Hon, acompañaron al Papa en la misa dominical en Ulán Bator, la capital mongola. Al terminar esta, Bergoglio sorprendió a todos al coger de la mano a ambos y dirigirse a los fieles chinos.
Consciente de que había varios cientos de ellos que habían esquivado a las autoridades de su país para viajar a Mongolia y ver en directo al sucesor de Pedro, el Pontífice argentino, mientras levantaba las manos del arzobispo de Hong Kong y de su predecesor, añadió lo siguiente: “Quisiera aprovechar su presencia para enviar un caluroso saludo al noble pueblo chino. Al pueblo, le deseo lo mejor, que siga adelante, que progrese siempre. A los católicos chinos, les pido que sean buenos cristianos y buenos ciudadanos”.
Al día siguiente, como tan bien refleja Javier Cercas en su libro ‘El loco de Dios en el fin del mundo’, todos los diarios internacionales titularon la crónica de la misa plasmando el “acercamiento” del Papa a China, entendiendo que transmitía a sus autoridades la tranquilidad de que no han de temer nada de los católicos de su país, aunque teóricamente están bajo la “autoridad espiritual” de alguien ajeno al Estado. Es decir, un “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César” en toda regla.