Desde hace meses, antes de que el papa Francisco enfermara, en todas las quinielas mediáticas y de las sacristías vaticanas, se repetía el mismo nombre como principal relevo para Jorge Mario Bergoglio: Pietro Parolin.
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Se trata del cardenal secretario de Estado, que en el ámbito civil sería considerado como el ‘primer ministro’ de la Iglesia católica. Con 70 años y procedente de la región del Véneto, su experiencia diplomática en destinos tan complejos como Venezuela, su conocimiento del engranaje vaticano, su talante moderado y el hecho de que sea conocido por todos los purpurados del planeta debido a su cargo ha servido para situarle en foco.
Baza real
Pero no solo eso. Fallecido el Pontífice argentino, su nombre se presenta como una baza real para quienes tendrán que decidir quien es el próximo Sucesor de Pedro. Después de consultar a varios purpurados presentes en estos días en las congregaciones generales, ‘Vida Nueva’ ha podido constatar que ya se habrían dado pasos en firme por parte de un grupo de purpurados para que en la primera votación en la tarde del 7 de mayo contara con un número de avales significativos.
“Están organizándose de tal manera que quieren mostrar que solo hay una opción. Y eso solo se consigue si en ese primer sondeo barre con al menos 40 votos. Se buscaría un arranque tan abrumador que desinflara cualquier otra alternativa”, comenta una voz eclesial que ofrece más pistas sobre cómo podría estar tejiéndose esa recopilación de sufragios.
Al parecer, el punto de partida sería el respaldo de los italianos. El país transalpino cuenta con 18 electores. Si bien es verdad que no votarían todos en bloque, sí le respaldaría un número significativo.
Apoyo curial
A eso habría que unir algunos cardenales curiales que respaldan su gestión, aunque no todos. Por otro lado, se sumarían también a respaldar a Parolin otros tantos cardenales de nuevo cuño, especialmente de países que se han visto respaldados por él, porque ha visitado sus regiones en nombre del Papa o porque les ha resuelto algún problema de gravedad.
Y, no habría que desdeñar el voto del ala más conservadora. ¿El motivo? “No es que el secretario de Estado sea un hombre ultraconservador, pero hombres como Sarah o Burke saben que un candidato ‘trumpista’ o tradicionalista en exceso nunca lograría el respaldo suficiente para alcanzar la mayoría cualificada y preferirían ceder su apoyo a un candidato maleable que rebajaría la velocidad de las reformas de Francisco”, señala el eclesiástico consultado.
En cualquier caso, este clérigo aclara que “Parolin estaría al margen de toda esta campaña y de estas negociaciones, pero, evidentemente, se estaría dejando querer”.