El papa Francisco ha muerto. La Iglesia católica está de luto ante el fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio hoy a los 88 años. Según ha confirmado el Vaticano, la muerte, anunciada por el cardenal Kevin Farrell, ha sido a las 7:35 h. en la casa Santa Marta.
“Francisco, ha vuelto a la casa del Padre. Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa al infinito amor misericordioso del Dios Trino”, ha señalado el camarlengo.
Será el propio Farrell quien, a las 20:00 horas de este lunes, presidirá el rito de certificación de la muerte del Pontífice y la colocación de su cuerpo en el féretro.
Como ha confirmado este mediodía la Sala de Prensa de la Santa Sede, el traslado del cuerpo del Papa a la basílica de San Pedro para que todos los fieles puedan despedirse podría tener lugar el miércoles 23 de abril por la mañana, según las modalidades que se establecerán y comunicarán mañana, después de la primera Congregación de Cardenales.
La realidad es que la salud del Papa no había presentado demasiadas preocupaciones en estos años. La ciática le ha dejado fuera de juego en algunas ocasiones, sobre todo en los últimos años. Además, se operó el 4 de julio de 2021 por una estenosis diverticular sintomática del colon. El resto de visitas al hospital han sido por bronquitis o gripes.
La primera vez que Francisco cruzó un quirófano fue con 21 años, cuando se le extirpó de un lóbulo del pulmón derecho. El Pontífice reveló también en el libro entrevista con el periodista y médico argentino Nelson Castro –’La salud de los papas’– que fue sometido a una intervención de vesícula cuando fue provincial de los jesuitas en Argentina. Siendo ya Papa, Bergoglio fue operado de cataratas.
Hospital Gemelli de Roma, donde ha permanecido ingresado del papa Francisco. EFE
Más allá de su salud, Bergoglio pasará a la historia como un Papa reformador que se ha metido en no pocos charcos en sus casi 12 años de pontificado. Y todo con un único objetivo: hacer patente que en la Iglesia caben “todos, todos, todos”, como reza su particular eslogan popularizado a partir de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa, celebrada en agosto de 2023. Y en ese todos caben también las personas homosexuales o los divorciados vueltos a casar.
El papa Francisco, en la misa final de la JMJ de Lisboa
Siguiendo las indicaciones de las reuniones previas al cónclave, estableció un consejo de cardenales de diferentes partes del mundo con el encargo de materializar una reforma integral de la Curia Romana que se ha traducido en la nueva constitución apostólica ‘Praedicate Evangelium’. Además, ha descentralizado la Iglesia con el nombramiento de cardenales de países remotos.
El último Consejo de Cardenales
Pero si hay una palabra que puede concentrar el mensaje y los gestos del pontificado del papa Francisco, esa es misericordia. Esta se ha traducido en múltiples iniciativas como el Año de la Misericordia, cuya Puerta Santa se abrió en la República Centroafricana en 2015 antes que en el Vaticano.
Además de los distintos gestos de los llamados Viernes de la Misericordia, Francisco ha besado a enfermos que otros no han querido ni tocar, ha pasado los Jueves Santo en la cárcel, ha recogido refugiados sirios en la isla griega de Lesbos en 2016, ha establecido la Jornada Mundial de los Pobres o ha abierto unas duchas, una peluquería y un ambulatorio en plena plaza de San Pedro.
Y es que Bergoglio ha cumplido con creces el consejo ‘No te olvides de los pobres’ que el cardenal Claudio Hummes le susurró al oído en el cónclave cuando todos los votos se dirigían hacia él.
En medio de las guerras, Francisco se ha erigido también como la voz más fuerte a nivel mundial en lo que a la ofensiva de paz se refiere, desde Ucrania a Rusia, pasando por Israel y Palestina o los cruentos conflictos olvidados por casi todos en África. Tampoco es nada desdeñable su denuncia profética sobre la realidad migratoria, gritando al mundo que el Mediterráneo no puede ser un cementerio.
En el plano intraeclesial, Francisco ha continuado el camino de la tolerancia cero con todos los tipos de abusos en la Iglesia que ya inició Benedicto XVI.
“Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos”, escribió en una ‘Carta al pueblo de Dios’ en agosto de 2018.
No es el único paso dado para hacer frente a los abusos a menores y a los silencios cómplices. Francisco es el Papa que ha incluido a víctimas en la Pontificia Comisión para la Protección de Menores y el mismo que citó en Roma a todos los presidentes de las conferencias episcopales del mundo para entonar a coro un ‘mea culpa’.
Por otro lado, el Papa que siempre buscó una Iglesia en salida, que sea un auténtico hospital de campaña y que no se olvide de las periferias geográficas y existenciales, es también el que recordó a la Iglesia el valor de la sinodalidad, del caminar juntos que soñaron los padres del Concilio Vaticano II.
Francisco, durante el Sínodo con varias participantes
En ese caminar juntos no pueden faltar las mujeres. ¿Cuál es el lugar de la mujer en la Iglesia? A esta pregunta ha intentado estos últimos años dar respuesta Bergoglio. Y si hay que quedarse con un gesto que evidencie su apuesta por ellas es precisamente el Sínodo de la Sinodalidad. Este ha marcado un antes y un después eclesial permitiendo a las mujeres tener no solo voz, sino también voto.
El 17 de diciembre de 1936 nació en Buenos Aires. Hijo de dos migrantes piamonteses: Mario Bergoglio, empleado de ferrocarril, y Regina Sivori, encargada de la educación de los cinco hijos -Marta Regina, María Elena, Óscar Adrián, Alberto y el propio Jorge Mario-. El contacto con su abuela, Rosa Vasallo, influirá decisivamente en su vida.
Fue bautizado una semana después de su nacimiento, el 25 de diciembre en la basílica María Auxiliadora y San Carlos en el barrio bonaerense de Almagro.
Su álbum familiar recoge momentos con sus padres y abuelos, la Primera Comunión con uno de sus hermanos, su afición al San Lorenzo de Almagro o su paso por el colegio salesiano de Ramos Mejía, donde una confesión, el 21 de septiembre de 1953, comenzó a vislumbrar de forma más clara su vocación.
Inscripción en el libro de bautismos de Jorge Mario Bergoglio.
Tras diplomarse como técnico químico y trabajar en un laboratorio de productos alimentarios, Bergoglio entró en el noviciado jesuita el 11 de marzo de 1958. Francisco estudió entre Chile y Argentina, ordenándose sacerdote el 13 de diciembre de 1969 tras formarse en el Colegio Máximo, al que volvería más tarde como director.
También pasará un año en Alcalá de Henares antes de hacer su profesión perpetua en 1973. Desde julio de ese año será, durante seis años, provincial. Obispo auxiliar de Buenos Aires desde 1992, su lema desde entonces es “Miserando atque eligendo” -“Lo miró con misericordia y lo eligió-.
Más tarde, en 1998 será designado nuevo arzobispo de la diócesis primada de Argentina. Será conocido como el obispo protector de los curas “Villeros” y es fácil verle en los transportes urbanos.
El 13 de marzo de 2013, en el segundo día del cónclave, fue elegido en papa número 266 de la historia de la Iglesia, tras la renuncia de Benedicto XVI. Entonces, Bergoglio no estaba entre las quinielas de ‘papables’, de hecho, los vaticanistas dieron su ‘candidatura’ por amortizada en el cónclave de 2005, en la que muchos miraban hacia él en lugar de hacia Ratzinger. Se convertía así en el primer Papa jesuita.
El día de su elección, Francisco sorprendió pidiendo la bendición del pueblo sobre el obispo. Así, ha pasado a la historia como el Papa que puso a todo el mundo rezar aquella tarde en la plaza de San Pedro ante un hombre que apareció en el balcón solo con la sotana blanca.
Al contrario que sus predecesores, el Papa decidió no vivir en los palacios apostólicos y quedarse en la misma residencia en la que vivió durante el cónclave: Santa Marta.
Por otro lado, el 19 de marzo, en su primera misa, Francisco hizo toda una declaración de intenciones afirmado que “el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz”.
En estos 12 años, Francisco ha escrito cuatro encíclicas:
Francisco ha realizado 47 visitas apostólicas y ha estado en 66 países países en sus casi 12 años de pontificado y eso que durante 2020 el Pontífice no salió del Vaticano con motivo de la pandemia del coronavirus.
El primer viaje de Bergoglio fue a Brasil, en julio de 2013 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Uno de los rasgos característicos del papado moderno es los lugares que visita. Francisco se ha caracterizado por ser el Papa de las periferias desde el primer momento, cuando su primera visita fue a la isla de Lampedusa (2013) para pedir “acoger, proteger, promover e integrar” al hermano migrante.
En 2014 visitó Tierra Santa, Corea, Albania y Turquía. En 2015, viajó hasta Sri Lanka y Filipinas, Bosnia, Ecuador, Bolivia y Paraguay. Se desplazó hasta México, Armenia, la JMJ de Polonia, Suecia, Georgia y Azerbaiyán en 2016.
Fátima, Colombia, Egipto, Myanmar y Bangladesh fueron los destinos internacionales de 2017. En 2018, Francisco viajó hasta Chile y Perú, Suiza, Lituania, Letonia y Estonia. Y en 2019 participó en la JMJ de Panamá y visitó Bulgaria y Macedonia del Norte, Rumanía, Mozambique, Madagascar y Mauricio, Marruecos, Emiratos Árabes, Tailandia y Japón.
En 2021, tras la pandemia, el Papa estuvo en Irak, Hungría –solo una mañana– y Eslovenia, Chipre y Grecia; en 2022 fue el turno de Malta, Canadá, Kazajistán y Baréin. En los primeros días de febrero de 2023 fue a República Democrática del Congo y a Sudán del Sur.
Del 20 al 23 de abril de 2023 regresó a Hungría y los primeros días de agosto volvió a Portugal con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa. En septiembre estuvo en Mongolia y en Marsella, para clausurar los Encuentros del Mediterráneo. Y en diciembre, aunque estaba prevista su visita a Dubái para clausurar la COP28, una bronquitis le impidió viajar.
En 2024 cumplió su propósito de haber estado en todos los continentes, con una gira que aunó Asia y Oceanía. Francisco estuvo a comienzos de septiembre en Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Pocos días después fue a Luxemburgo y Bélgica y concluyó el año con una visita exprés a Córcega para clausurar un encuentro de piedad popular.
Sin embargo, el Papa jamás regresó a Argentina ni tampoco visitó España, aunque ha expresado en numerosas ocasiones los últimos meses su afán por encontrarse con los migrantes y el pueblo canario.
El papa Francisco, en la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Yakarta (Indonesia)
Francisco ha partido hoy a la casa del Padre. Sin embargo, su legado moral y espiritual será eterno. Así, los frutos de su pontificado seguirán descubriéndose cada día.
Descanse en paz.