Los obispos colombianos han culminado su 118.ª asamblea plenaria este 7 de febrero, tanteando el termómetro social del país que se debate entre el conflicto interno armado y la polarización política.
Por eso al cierre de este evento han apostado por la “unidad y la paz”, bajo una lógica que debe basarse “en hechos y no palabras”. Colombia lo necesita. Es una búsqueda que a su juicio es inaplazable.
En un mensaje leído por Germán Medina, secretario general del Episcopado y obispo de Engativá, han señalado que el proyecto país debe estar fundamentado en valores como la verdad y el bien común, porque “somos una sociedad llena de posibilidades que clama por la paz con justicia social, la participación y el compromiso de todos”.
“Cada acción de bien se debe convertir en una pedagogía cotidiana de paz que detenga la fuerza del mal”, dijo.
Un modelo sinodal
“Colombia tiene el deber de avanzar”, sostuvo el Episcopado, por lo que “será fundamental el coraje y la determinación de la sociedad civil” sin que nadie se sienta excluido, “no podemos dejar a nadie atrás”.
Lamentaron lo que está sucediendo en el Catatumbo – una dolorosa tragedia humana – como en otras regiones del país. A ello se le suma “el drama de migrantes y desplazados” que escapan de la violencia desbordada, producto de “la funesta acción del narcotráfico, la minería ilegal y la corrupción”.
También hicieron un llamado a la conversión de la Iglesia hacia un modelo “más sinodal”, que “nos permita revisar qué estamos haciendo mal” , porque en la misma barca “todos avanzamos en dirección hacia un horizonte común”.
Eso sí, caminar juntos implica una visión de futuro “guiada por la esperanza, que no es actitud pasiva, sino la suma de acciones positivas en el presente, a la manera de Jesús, en medio de las hostilidades”.
El rol de las mujeres
Los obispos pidieron a los colombianos actuar con “la valentía de la responsabilidad ciudadana” para garantizar la institucionalidad que está por encima de los intereses egoístas o
partidistas.
Urge formar una “nueva generación de líderes” con capacidad de escucha y al servicio del proyecto común de país. En el caso de la Iglesia, han dado una vuelta de tuerca al rol de las mujeres, muy presente en el magisterio de Francisco.
“Ellas constituyen la mayor fuerza en la contención de la guerra y de las violencias; su sensibilidad por la vida y lo humano crea un marco de posibilidad para Colombia”, por eso, “alentamos a todos, y de manera particular a las mujeres, con su fuerza, osadía y amor, a liderar la defensa y promoción de la vida, y toda iniciativa que conduzca al perdón, la reconciliación y la paz”.