Con una celebración eucarística multitudinaria, culminó la Jornada Nacional de la Juventud en la arquidiócesis de La Serena, después de 5 días intensos de oración, fiesta, reflexión y actividades solidarias.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Organizada por la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal de Chile con el lema ‘Jóvenes peregrinos de esperanza’, en sintonía con el Jubileo convocado por el papa Francisco, reunió a más de 5.000 jóvenes de las 26 diócesis del país y otras organizaciones eclesiales.
Cada día los jóvenes vivían un programa con encuentros, diálogos de esperanza, acciones solidarias, celebraciones artísticas y culturales. Enriquecidos por intensos momentos de vivencia espiritual: oración cantada con la Comunidad de Taizé; Lectio Divina con hermanos de Fe y Vida; oraciones y taller de oración de las Hermanas del Cordero con la reliquia del beato Carlo Acutis.
“Hoy, para nosotros, en esta celebración el Señor actualiza su salvación. Él nos hace presente nuestra condición de ungidos y enviados”, dijo el arzobispo de La Serena, René Rebolledo, a los jóvenes en la homilía de la misa de clausura. Les recordó también que Jesús nos llama a anunciar y vivir su buena nueva y la gracia entre los más necesitados.
Rebolledo llamó a todos los creyentes a ser protagonistas de un nuevo tiempo, especialmente en este Jubileo: “Nos convierte no solo en testigos, sino también en peregrinos anunciadores de la esperanza que salva, en constructores de un nuevo tiempo en donde hemos de ser protagonistas para sanar, liberar, acompañar, alimentar“. Invitó a los jóvenes a abrir sus corazones y convertirse en luz para quienes sufren: “No tengan miedo de compartir con todos la esperanza y la alegría de Cristo Resucitado”, dijo.
Homilía del cardenal Fernando Chomalí en La Serena durante la Jornada Nacional de la Juventud (fuente: Conferencia Episcopal de Chile)
La tarde anterior, en la playa del Faro, con el océano Pacífico como marco y un impresionante atardecer se realizó la vigilia de oración inspirada en el lema Tú Palabra es lámpara para mis pasos. Comenzó con una adoración eucarística que incluyó una procesión con el Santísimo Sacramento.
La fe en Jesús nos une
En la vigilia el cardenal Fernando Chomalí, arzobispo de Santiago, dijo a los jóvenes que “el Espíritu Santo los ha traído a este lugar y se han dado cuenta que han sido días hermosos. ¿Por qué han sido días hermosos? En primer lugar, porque nos damos cuenta que hay personas de todo Chile que tal vez nunca se habían visto en la vida y que tenemos cosas muy importantes en común. ¿Y qué es lo que tenemos en común? La fe en Jesucristo. La fe en Jesucristo es lo que nos une y espero que durante estos días hayamos profundizado más la fe en Jesucristo porque nuestra tarea misionera es anunciar a Jesucristo”, exclamó Chomalí.
Luego, indicó que vivir conforme a los mandamientos de Cristo significa actuar con amor y servicio hacia los demás, rechazando valores de competencia: “Cuando nos enseñan a competir nosotros decimos que queremos compartir. Cuando nos enseñan que tenemos que estar en los primeros lugares nosotros decimos que buscamos los últimos. Cuando nos enseñan que tenemos que ser servidos nosotros decimos que queremos servir”, dijo el cardenal.
Chomalí se disculpó por un mundo marcado por la corrupción, instando a las nuevas generaciones a renovarse desde la fe. Les motivó a prepararse adecuadamente, a asumir la responsabilidad de su futuro y a vivir con seriedad. Por último, subrayó que la esperanza debe prevalecer sobre la desesperanza, y alentó a los jóvenes a comprometerse con la vida, ya sea a través del matrimonio, la paternidad, o una vocación religiosa.
El entusiasmo de los participantes pidió repetir esta experiencia y en la ceremonia de clausura se anunció su realización en 4 años más. Durante la Eucaristía final se destacó el rol de los jóvenes como agentes de cambio en la Iglesia y la sociedad, alentándolos a vivir con compromiso su fe en sus comunidades. También se agradeció a los cientos de familias que acogieron jóvenes de otras ciudades, a los voluntarios y servidores que trabajaron en su organización, a las parroquias de acogida y a las autoridades locales que apoyaron su realización.