Los sacerdotes que quiere el papa Francisco son los que no solo dan limosna, sino que “miran a los ojos y tocan las manos”

En una audiencia con los futuros curas que se forman en el Colegio Capranica, el Pontífice les ha reclamado cercanía “a Dios, al obispo, al pueblo y entre vosotros”

Francisco con seminaristas

Más de cinco siglos atrás, el 5 de enero de 1457, el cardenal Domenico Capranica, arzobispo de Fermo, fundó un colegio que acabaría tomando su nombre y que creó con el fin de que se formaran en él jóvenes estudiantes llamados al sacerdocio. Como recalcó Benedicto XVI en un encuentro con sus miembros el 19 de enero de 2007, “la naciente institución era la primera en su género en Roma; inicialmente reservada a los jóvenes de Roma y de Fermo, extendió luego su hospitalidad a estudiantes de otras regiones italianas y de diversas nacionalidades”. De hecho, dos papas saldrían de sus aulas: Benedicto XV y Pío XII.



Después de 18 años de que lo hiciera Joseph Ratzinger, en la mañana de este 20 de enero, ha sido el papa Francisco el que ha recibido en audiencia a los seminaristas, diáconos, sacerdotes, estudiantes y formadores del Colegio Capranica. Precisamente en la víspera de su gran “fiesta”, pues el día 21 se conmemora “a vuestra patrona, la santa virgen y mártir Inés”.

Nuevos estatutos

Además, Jorge Mario Bergoglio ha recordado que, “hace seis años, el 14 de enero de 2019, aprobé los nuevos estatutos” del centro. Por ello, “confirmo su validez y os exhorto a corresponder a las orientaciones que ofrecen, permitiéndoos madurar la libertad fiel y responsable que se exige a quienes tienen encomendado un ministerio en la Iglesia”.

En cuanto a que es un espacio configurado por “una comunidad de jóvenes y adultos, animados por la fe en Jesucristo y el deseo de responder a su llamada”, el Papa celebra que “vuestros obispos os han enviado a Roma para prepararos al ministerio ordenado o para perfeccionar vuestra formación en sus primeros años”. En este sentido, ha aplaudido su pluralidad: “Tengo entendido que procedéis de diócesis distintas: 26 italianas y 14 no italianas, incluida una eparquía de la Iglesia siro-malabar”.

Así, “en esta variedad de procedencias y afiliaciones, se refleja algo del único y múltiple rostro del santo Pueblo fiel de Dios. No lo olvidéis: el santo Pueblo fiel de Dios, que somos nosotros, la Iglesia. Y no olvidéis lo que dice la teología: el santo Pueblo fiel de Dios es ‘infalible en el creer’. No olvidéis esto”.

Francisco con seminaristas

Como en la ‘Comedia’, de Dante

A continuación, Francisco ha recordado que, “hace siglos, un predecesor mío dio al Colegio Capranica el título de ‘Almo’. Este apelativo puede traducirse, en italiano, como ‘que alimenta’ o ‘que da vida y mantiene vivo’. A este respecto, me vino a la mente un verso de la ‘Comedia’, de Dante Alighieri. Es aquel en el que el alma de santo Tomás de Aquino se refiere a la Orden de Predicadores como un entorno ‘u’ ben s’impingua se non si impeggia’… Donde uno se nutre bien (literalmente, ‘engorda’) si no da vueltas en círculo. Esto no solo se aplica a una orden religiosa. Para muchas comunidades, y por tanto también para el Colegio de Almo, es útil recordar este versículo”.

Para “alimentarse bien” sin “perder el rumbo”, lo que lleva a “extraviarse”, es esencial no “descuidar las relaciones fundamentales” y, en cambio, cultivar las “proximidades”. Respecto a estas últimas, para el Pontífice argentino, hay que mimar con ternura “tres proximidades: a Dios, al obispo y al pueblo”. Es el pilar al que debe aferrarse “un sacerdote”. Sin olvidar “una cuarta: la cercanía entre vosotros”.

Lo que también puede traducirse por vivir su misión “con el estilo que apropiadamente calificamos de ‘sinodal’”, conscientes de que como señala el ‘Documento final’ del Sínodo de la Sinodalidad, este refleja “un camino de renovación espiritual y de reforma estructural para hacer la Iglesia más participativa y misionera; es decir, para hacerla más capaz de caminar con cada hombre y mujer, irradiando la luz de Cristo”. Una intuición que hay que agradecerle a san Pablo VI, que tuvo la “valentía” de “poner la sinodalidad al final del Concilio y abrir el camino sinodal”.

Más allá de las palabras

Al final de su discurso, Bergoglio ha enfatizado que “la caridad se expresa concretamente, no con palabras”. Algo que encarna a la perfección el Colegio Capranica “a través de un pequeño pero precioso servicio de asistencia a personas necesitadas que saben que pueden encontrar en vosotros un apoyo que les ayude a afrontar el peso de la vida con menos fatiga”.

Que este servicio, les ha deseado, “os ayude también a no ‘tambalearos’, como sucede cuando se pierde el contacto con quienes se encuentran en situaciones de marginalidad y dificultad. Cuando me confieso, pregunto, cuando hay ocasión: ‘¿Das limosna?’ ‘Sí, doy’. ‘Y, cuando das limosna, ¿miras a los ojos de la persona y le tocas la mano, o tiras la moneda y sigues adelante sin mirar?’. Lo importante no es tanto dar limosna, sino esa relación con el pobre, con el Jesús pobre allí presente. Mirar a los ojos, tocar las manos”.

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