Ya es oficial. El papa Francisco ha decidido cerrar el Sodalicio de Vida Cristiana, el movimiento eclesial fundado en Perú en 1971por el laico peruano Luis Fernando Figari. Nació, según sus propios escritos, para formar intelectualmente a jóvenes “como soldados de élite en el ejército de Dios”. Sin embargo, lo que parecía una plataforma de evangelización pujante, principalmente en América Latina, comenzó a recibir las primeras denuncias sobre posibles irregularidades en 2011, cuando el tribunal eclesiástico de Lima analizó cuatro denuncias de abusos contra el fundador que tuvo que ser expulsado de la institución.
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Sin embargo, el verdadero estallido del escándalo se produjo en 2015, cuando los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz publicaron el libro ‘Mitad monjes, mitad soldados’, en el que se relataban los abusos cometidos por los miembros del Sodalicio. Tras una “misión especial” encargada por Francisco al arzobispo de Malta y secretario adjunto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Charles Scicluna, y el oficial de dicho dicasterio, Jordi Bertomeu, habrían corroborado casos de abusos de cargo y autoridad, particularmente en su forma de abuso en la administración de bienes eclesiásticos, así como abusos sexuales, incluso de menores.
Filtración interna
La propia entidad ha confirmado el final de su existencia a través de un comunicado en el que admiten que el dictamen pontificio se habría filtrado desde la propia Asamblea General que se desarrollaba desde el 6 de enero en la localidad brasileña de Aparecida y en la que, en principio, buscarían renovar sus principales cargos en medio de la crisis abierta.
“Dos sodálites reconocieron haber violado las reservas del caso y, luego de pedir perdón a los presentes, fueron expulsados definitivamente de la Asamblea”, señalan en su nota de prensa. Desde la institución ahora extinta se busca eximir de cualquier sospecha al cardenal jesuita Gianfranco Ghirlanda, delegado pontificio del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, que en estos días habría sido acusado de haber dado a conocer la noticia.
Decisión inédita
Ya el pasado mes de agosto, ‘Vida Nueva’ adelantó la intención de la Santa Sede de cerrar a cal y canto el movimiento. Se trata de una decisión inédita en la historia reciente de la Iglesia, en tanto que, hasta la fecha, cuando un escándalo de esta índole ha sobrevolado a alguna institución católica, se habría buscado salvar al movimiento, tras apartar al núcleo duro fundacional corrupto y llevar a cabo una refundación que implicara cambiar las constituciones para borrar cualquier resquicio que facilite el control de las conciencias, el encubrimiento… Esta es la vía por la que se apostó en el caso de Regnum Christi-Legionarios de Cristo: desmarcarse de su fundador, Marcial Maciel, y depurar el carisma.
Fuentes eclesiales compartieron con esta revista entonces que “por la investigación que se ha realizado y lo que se ha publicado en los medios de comunicación, no se trata solo de los pecados y delitos cometidos por una o varias personas, sino de toda una estructura que estaría contagiada, algo así como si, además de fallar el pilar fundamental de un edificio, también sufriera aluminosis, la enfermedad que carcome el hormigón”.
Experimento fallido
Quien dio una pista hace un año sobre el devenir del Sodalitium Christianae Vitae fue el cardenal arzobispo emérito de Huancayo, Pedro Barreto: “Cuando una organización religiosa ha delinquido, porque hay que decirlo así, desde el punto de vista de abusos sexuales y la parte económica, que hay también problemas, hay que disolverla; y ese es el punto en que nosotros estamos en ese camino y, me consta, que la Santa Sede está en ese camino”.
El pasado mes de octubre, el actual arzobispo de Lima, Carlos Castillo, fue claro en su diagnóstico: “Como experimento fallido, debería ser suprimido por la Iglesia”. Desde una mirada teológica, Castillo fundamenta su propuesta para cerrar definitivamente el Sodalicio en el hecho de que detrás de esta plataforma “no hay carisma”. “Solo hay carisma cuando la persona recibe un don del espíritu para toda la Iglesia y sus obras son buenas. El fundador y el grupo pueden cometer errores y pecados, pero el balance es altamente positivo por las obras buenas generadas”, explica. Sin embargo, asevera que “Figari, en cambio, verificado como abusador, y con él gran parte del núcleo fundacional y otros, inventó un presunto carisma para proteger un proyecto político y sectario”.