El papa Francisco ha designado al español Alejandro Arellano Cedillo como miembro del Dicasterio para las Causas de los Santos, la institución vaticana encargada de supervisar los procesos de beatificación y canonización en la Iglesia Católica.
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Este nombramiento subraya la destacada trayectoria del sacerdote toledano, quien desde marzo de 2021 ejerce como decano del Tribunal de la Rota Romana, una de las instancias judiciales eclesiásticas más importantes de la Santa Sede.
Trayectoria académica y pastoral
Nacido el 8 de junio de 1962 en Olías del Rey (Toledo), Arellano Cedillo fue ordenado sacerdote el 25 de octubre de 1987 en Toledo, bajo la Hermandad Sacerdotal de los Obreros del Reino de Cristo. Su formación académica incluye una licenciatura y un doctorado en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, institución de referencia en el ámbito eclesiástico.
Desde 2007, Alejandro Arellano Cedillo ha ocupado el cargo de prelado auditor del Tribunal de la Rota Romana, lo que lo sitúa en un puesto de alta responsabilidad en la administración de justicia eclesiástica.
Designación en el santuario de Torreciudad
En octubre de 2024, el Papa también confió a Alejandro el papel de delegado de la Santa Sede para el complejo de Torreciudad, un santuario mariano ubicado en la diócesis de Barbastro-Monzón (Aragón). Este complejo, promovido por el Opus Dei en 1975, es un importante centro de peregrinación dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles.
La decisión del Papa de designarlo para este cargo coincidió con un proceso de mediación entre la diócesis de Barbastro-Monzón y la Prelatura del Opus Dei para resolver cuestiones jurídicas y pastorales relativas al santuario. Este nombramiento refleja la confianza del Pontífice en la capacidad de Arellano Cedillo para gestionar asuntos de alta sensibilidad y relevancia.
El nombramiento del sacerdote como miembro del Dicasterio para las Causas de los Santos destaca su compromiso y experiencia en el ámbito eclesial. Este dicasterio tiene la misión de examinar rigurosamente las vidas de aquellos considerados candidatos a la santidad, evaluando tanto su ejemplo de virtudes heroicas como los milagros atribuidos a su intercesión.