No por ser un Estado de modestas dimensiones físicas y políticas Timor Oriental ha renunciado a un solemne protocolo cuando se trata de recibir a jefes de Estado –y el Papa lo es con todas sus consecuencias–.
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La ceremonia de bienvenida que ha tenido lugar esta tarde, por lo tanto, ha sido grandiosa y con todos los honores indispensables para hacerla memorable: salvas de cañón, desfile de un marcial regimiento, himnos nacionales y un grupo de niños ataviados con sus trajes tradicionales. Uno de ellos, precisamente, le ha impuesto a Francisco el ‘tais’ echarpe, destinado a los huéspedes ilustres.
Todo ello se ha desarrollado en el exterior del Palacio Presidencial recientemente inaugurado y construido alternando elementos de arquitectura moderna y tradicional.
José Ramos-Horta, presidente de Timor Oriental
Acompañado por el presidente, José Ramos-Horta, que vestía un singular atuendo, ambos se han dirigido a un amplio salón donde le esperaban los miembros del Gobierno, autoridades políticas y religiosas, representantes de la sociedad y de la cultura, así como los embajadores acreditados.
El primero en tomar la palabra fue el presidente de la República. Ramos-Horta tiene 76 años de vida, de los que 24 (entre 1975 y 1999) los vivió en el exilio. Regresó a su patria cuando la mayoría de sus compatriotas votó en un referéndum patrocinado por Naciones Unidos a favor de la independencia.
Tres años antes le fue atribuido el Premio Nobel de la Paz junto al obispo Ximenes Belo. En su discurso, agradeció reiteradamente al Papa su magisterio social y su apoyo a las causas de la paz y de la fraternidad universal; a este propósito recordó que el Parlamento de Timor aprobó por unanimidad proclamar como documento nacional la Declaración firmada en Abu Dabi, el 6 de febrero del 2019, por el Obispo de Roma y el Gran Imán de la Universidad cairota de Al Azhar.
Jorge Mario Bergoglio no dejó de recordar que Timor vivió una “fase dolorosa en su pasado reciente experimentando las convulsiones y la violencia que suele producirse cuando un pueblo se lanza en busca de su plena independencia y esa búsqueda de autonomía es negada o frustrada”. Un conflicto abierto con Indonesia que causó, según estadísticas de Amnistía Internacional, entre 60.000 y 100.000 víctimas.
Al mismo tiempo, llamó la atención sobre “aquellas situaciones que pueden ser consideradas verdaderas plagas sociales, como el abuso en el consumo de bebidas alcohólicas entre los jóvenes y su incorporación a las bandas que, envalentonadas por su conocimiento de las artes marciales, se aprovechan de ello para exhibir el poder efímero y dañino de la violencia”.
No pudiendo ignorar el drama que representó en su día descubrir los abusos sexuales a menores protagonizados por el obispo Belo (al que la Iglesia condenó a vivir fuera de su país y a no entrar bajo ningún pretexto en contacto con niños), lo hizo sin citar el caso concreto con estas medidas frases: “No olvidemos a tantos niños y adolescentes heridos en su dignidad; todos están llamados a actuar con responsabilidad para prevenir todo tipo de abuso y garantizar un crecimiento sereno a nuestros jóvenes”.
“Lo mejor que tiene Timor es el pueblo: cuídenlo, ámenlo y háganlo crecer. Sois un pueblo joven y sabio”, dijo improvisando y provocando un fuerte aplauso entre todos los presentes. Finalizado el acto y mientras salía del palacio fue saludado por un millar de funcionarios el gobierno.