El papa Francisco ya ha comenzado su peregrinación por Timor Oriental, su tercera parada dentro de la gira por Asia y Oceanía que le llevará también hasta Singapur. Le recibe un país de abrumadora mayoría católica que todavía continúa en ‘shock’ tras un pasado de violencia.
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No en vano, es una nación reciente que logró su independencia de Indonesia hace un par de décadas después de 24 años de guerra y que sufre las consecuencias de la pobreza que provoca cualquier conflicto armado. Se calcula que prácticamente la mitad de los timorenses viven bajo el umbral de la pobreza y que el 47% de los niños sufren un retraso en su crecimiento por la desnutrición.
La lacra de los abusos
A la par, Francisco tendrá que salir al paso de uno de los escándalos sexuales en el seno de la Iglesia más notorios en el continente: los cometidos por el obispo Carlos Ximenes Belo, que llegó a recibir el Premio Nobel de la Paz en 1996. La Santa Sede le sancionó en 2022 y le hizo exiliarse del país. Sin embargo, entre algunos grupos de católicos sigue siendo un héroe nacional.
En este contexto, el vuelo papal aterrizó en Dili poco antes de las dos y media de la tarde y fue recibido a pie de escalerilla por el presidente, José Ramos-Horta, y el primer ministro, Xanana Gusmao. Tras una breve reunión en el aeropuerto, el pontífice se dirigió a la nunciatura.
Por la tarde tendrá lugar el encuentro con las autoridades de la nación en el palacio presidencial. Mañana el papa tiene previsto el martes visitar a niños con discapacidad en la escuela ‘Irmas Alma’ y un encuentro con los obispos, religiosos y religiosas en la catedral de la Inmaculada Concepción. El acto final será una eucaristía en la explanada Taci Tolu, donde también celebró San Juan Pablo II en 1989, cuando Timor Oriental aún era una provincia de Yakarta.