Hakuna: el tirón de la adoración, la música… y la cerveza

José Manglano, fundador de Hakuna. Foto: Jesús G. Feria

Obras en el porche. Una cata de ingenieros para ver cómo anda la salud del edificio. Apenas tiene medio siglo a sus espaldas, pero ya anda con grietas. Y lo que le queda. Porque la antigua comunidad de las concepcionistas ha encontrado nuevos inquilinos desde que las contemplativas dejaron la localidad madrileña de Las Rozas. Los chicos de Hakuna. Con el sacerdote Jose Pedro Manglano –Josepe– al frente.



Es una tarde con poco jaleo. Apenas hay una decena de jóvenes trabajando en la sala de máquinas. Alguno estudiando en la habitación que antes era una celda conventual y ahora es residencia de discernimiento, donde pasar unos cuantos meses hasta aclarar las ideas. Actualmente, una veintena. Otros tantos andan repartidos por algunas de las capillas del complejo, como la de san José, con mesa de carpintero incluida como altar. Lo habitual es que el lugar esté repleto. Con un patio hasta la bandera para la hora santa de los lunes y un aula donde se ofrecen cursos en formación teológica. Y, sí, con otros tantos en la zona de la barbacoa con sus grifos de cerveza. Sí, porque después de la oración, el personal no coge sus bártulos y se va de copas a un garito separando su fe de su ocio. Hakuna lo enlaza.

Potencialidades, interrogantes y sospechas

Así es ‘El Estudio’, su sede. El epicentro de una nueva realidad eclesial que está agitando algo más que la pastoral juvenil. Con sus potencialidades, sus interrogantes y las sospechas que surgen ante un fenómeno de estas características. “Es importante no entrar en comparaciones; todos somos de Cristo. La verdad siempre triunfa y, si Hakuna es verdad, seguirá adelante”, deja caer el fundador y presidente de un movimiento que nació hace justo ahora diez años.

Arrancó con 15 chavales, con los que se reunía cada lunes para darles una charla sobre un tema, adoración al Santísimo y eucaristía. La chispa se prendió en torno a la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro de 2013 y a ese “hagan lío” que lanzó Francisco. Ahora llegan a Lisboa constituidos como una asociación privada de fieles, aprobada en 2017 por el ya cardenal emérito de Madrid, Carlos Osoro. Y, sobre todo, como un gentío presente en más de veinte países y un centenar de diócesis.

Kakuna. Foto: Jesús G. Feria

Grupo de música y editorial

Cuentan con grupo de música, película documental, editorial propia –CTEA (Con Toda El Alma)–, ‘merchandising’ que va desde sudaderas a camisas para curas… Sus canciones ya alcanzan más de 14 millones de reproducciones en Spotify y en Tik Tok están cerca de los nueve millones de seguidores. Incluso han sonado en la reciente boda de Tamara Falcó, la mediática marquesa de Griñón. Han conseguido hacer vibrar a miles de jóvenes que, tal y como definen sus textos oficiales, “seguimos a Cristo, compartiendo un estilo de vida que aprendemos arrodillados ante Cristo Hostia”.

Una década después, con la adoración eucarística como eje, en Hakuna también hay familias y cuentan ya con cinco seminaristas que beben de este carisma, con un sacerdote recién ordenado. Todo este ‘Huracán’ –título de uno de sus temas más escuchados– pasa por delante de este valenciano, fundador con 63 años, y trata de reflejarlo en su libro más reciente ‘¡Viva la vida!’ (Planeta). Mientras tanto, tira de cigarro. Es quizá su manera de desfogar para que no le coma lo que se le ha venido encima. O lo que se ha buscado.

Con mucha tranquilidad

PREGUNTA.- ¿Cómo hace para que no le supere todo esto? ¿Hakuna es fruto de su ego personal o es obra de Dios?

RESPUESTA.- Hay elementos que me invitan a vivir con mucha tranquilidad. Tendría que ser muy tonto y un necio para pensar que esto lo he hecho yo, que lo sostengo yo. Lo que está pasando me sobrepasa, es muy desproporcionado respecto a lo que uno aporta. La garantía está en que nunca ha habido objetivos o planes, propósitos de conseguir algo, como llegar a otras ciudades o a otros países. Todo ha ido sucediendo sin buscarlo. Estamos componiendo una nueva canción que busca recoger los diez años que se cumplen en esta JMJ y el estribillo dice: “Con la lengua fuera, siempre detrás. Este es tu capricho y nada más”. Este es un capricho de Dios, a Él le ha dado la gana hacer surgir esto y que se desarrolle.

P.- ¿Tiene sensación de desborde?

R.- Cuando ves que todo desborda y no depende de ti, te da una gran paz. Tenemos conciencia compartida de que Hakuna sobre todo es vida que fluye y mana de la eucaristía. En todas las bendiciones, cantamos ‘Bendito’, en la que repetimos mil veces al ‘Dios que da la vida’. Tener con tanta frecuencia el Santísimo en alto y cantando eso, te hace tomar conciencia cada vez más profunda de que toda la vida mana de Él. Eso quita toda la presión del mundo. Si nos olvidamos de Dios, mantener una ‘multinacional’ supongo que sería angustioso. Nosotros solo somos invitados, a algunos nos toca vivirlo en primera fila, pero esto es de Él.

Kakuna. Foto: Jesús G. Feria

Bajo el manto de Dios

P.- ¿Cómo huye de una canonización en vida por quienes están cerca y cómo sobrevive a quienes le demonizan?

R.- Dios me cuida mucho. Todos estos peligros existen porque somos de carne y hueso, pero me quedan muy lejos. Aquí estamos trabajando mucho; la mayoría son jóvenes y me dicen todo lo que les da la gana decirme. No tengo una vida apartada. Como con un grupo todos los días, paso la tarde con otros, ceno con los de más allá… Estoy muy expuesto y todo lo que hago es muy visible. Lo bueno, mis debilidades, manías, pobrezas y pecados, las ven todos. Los cercanos me dicen muchas cosas. Tengo muy presente al cura de Ars cuando algunos se acercaban a decirle que era un santo y otros después le vapuleaban. Ni lo uno ni lo otro. Dios sabe lo que soy.

P.- Hakuna propició su salida como sacerdote de la Prelatura del Opus Dei en 2020. ¿Lo ha vivido como un duelo?

R.- Lo viví con muchísima paz, porque fue algo que cayó por su propio peso. Cuando a mí me encargan en el Opus Dei la pastoral juvenil de la parroquia en la que estaba, me entrego con toda la ilusión y las fuerzas. Pero aquello empieza a crecer, exige más atención y en el Opus Dei me van liberando de otras actividades. Se crearon nuevas maneras de hacer retiros, rezar, las adoraciones, la formación doctrinal, los viajes de verano, las escapadas, el voluntariado… Ese carácter propio nos hizo ver que ahí estaba naciendo una familia. Fue muy pacífico y la verdad es que no hubo duelo ni sufrimientos ni violencia ni malentendidos.

Vinculación al Opus Dei

P.- Hay quien dice que Hakuna es un Opus Dei 2.0…

R.- Las teorías son gratis. Es verdad que la espiritualidad del Opus Dei de santificación en medio del mundo a través del trabajo y lo ordinario está presente. Es verdad que el carisma Hakuna crece dentro de esa línea espiritual.

¿Va Hakuna dirigido a élites?

No. Ni aspira a ello. Se contagió en esos ambientes primero, pero ahora estamos llegando a todas las realidades y todas las sensibilidades. Quienes se montan sus películas, hablan de oídas o de impresiones, sospechas o simplemente son críticos, es lícito que se manifiesten. Desde un análisis sociológico o visiones circunstanciales, hay quien podría decir que Hakuna ha dado con los resortes propios de la juventud, los ha sabido combinar y por eso tiene éxito. Pero, insisto, no lo miro con esa visión humana, ni como si fuera una empresa ni mucho menos como una estrategia de marketing acertada. No va por ahí.

Las conversiones estables que pasan por aquí, en las que ves cómo resucita una persona, que aprende a vivir en libertad, con una paz profunda y una caridad creciente en sus corazones que va queriendo de una manera más universal, no son producto de marketing. Hay algo que ha entrado en esa persona y es el Espíritu de Dios, la acción de Dios que transfigura. Cuando entró el primer seminarista de Hakuna, vaticinaron que duraría un telediario dentro, y mira, se acaba de ordenar.

Fotos: Jesús G. Feria / Vida Nueva.

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