Francisco pide a la comisión antiabusos que le facilite un informe anual “sobre lo que funciona bien y lo que no”

  • En audiencia a sus representantes, reunidos en plenaria, les pide “un acto redentor” con las víctimas
  • Estamos ante “una nueva primavera fecundada por el trabajo y las lágrimas compartidas con los que han sufrido”

Los miembros de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, reunidos en Asamblea Plenaria del 3 al 6 de mayo en Roma, han sido recibidos en la mañana de este viernes 5 por el papa Francisco. Una cita que llega en un momento de agitación para un organismo que, fundado en 2014, está sufriendo las secuelas de la dimisión del jesuita alemán Hans Zollner, que ha lamentado que “falta transparencia” y hay “obstáculos” desde la Curia. Palabras que han provocado la “decepción” del responsable de la comisión, el cardenal de Boston, Seán Patrick O’Malley.



Como detalla ‘Vatican News’, el Papa, en su discurso a los miembros de la comisión, les ha animado a “continuar los esfuerzos para mejorar las directrices y las normas de comportamiento del clero y de los religiosos. Espero recibir información sobre este esfuerzo y un informe anual sobre lo que, en su opinión, funciona bien y lo que no, para que puedan introducirse los cambios oportunos”.

Eje de su pontificado

Consciente de que la lucha contra la pederastia eclesial será uno de los ejes que vertebrarán su pontificado, junto a la reforma económica y a la puramente eclesial, Francisco ha pedido ver con perspectiva el camino recorrido y los retos que jalonan el futuro: “Vemos que las semillas sembradas hace unos diez años, cuando el Consejo de Cardenales recomendó la creación de este organismo, están creciendo. Por eso, para afrontar los desafíos actuales con sabiduría y valentía, es importante detenerse un momento y reflexionar sobre el pasado. En los últimos diez años todos hemos aprendido mucho, ¡yo incluido!”.

Y es que estamos ante una herida que exige respuestas claras y concretas: “La crisis de los abusos sexuales es particularmente grave para la Iglesia, porque mina su capacidad de acoger y testimoniar plenamente la presencia liberadora de Dios”. Así, “la incapacidad de actuar adecuadamente para detener este mal y acudir en ayuda de sus víctimas ha desfigurado nuestro mismo testimonio del amor de Dios”.

‘Mea culpa’ papal

Un ‘mea culpa’ papal, otro más, en el que Bergoglio no duda en cargar con la cruz: “Pedimos perdón, no solo por el mal que hemos hecho, sino también por el bien que no hemos hecho. Puede ser fácil olvidar los pecados de omisión, porque en cierto modo parecen menos reales; pero son muy reales y hacen tanto daño a la comunidad como los demás, si no más”.

Frente a ello, ha buscado reaccionar con respuestas concretas. Entre ellas, el motu proprio ‘Vos estis lux mundi’, “que ahora es una norma permanente. En él, en particular, pedimos que se prevean lugares de acogida para las acusaciones y la atención a los que dicen haber sido perjudicados”. Ahora, el reto es que se introduzcan “mejoras” a partir “de la experiencia con las conferencias episcopales y los obispos a título individual”.

Francisco con la comisión antiabusos

Espiritualidad de reparación

De cara a promover “una espiritualidad de reparación”, el Papa pide a la comisión que se deje guiar por “tres principios” básicos. Respecto al primero de ellos, hay que tener presente que, “allí donde la vida ha sido herida, estamos llamados a recordar el poder creador de Dios para sacar esperanza de la desesperación y vida de la muerte”.

Es decir, de la crisis, la más desgarradora de todas, hay que sacar un bien: “Incluso los líderes de la Iglesia, que comparten un sentimiento común de vergüenza por su incapacidad para actuar, se han visto disminuidos, y nuestra propia capacidad para predicar el Evangelio se ha visto herida. Pero el Señor, que hace nacer cosas nuevas en cada época, puede devolver la vida a los huesos secos”.

Infundir confianza

Porque, “aunque el camino que tienen por delante sea arduo y agotador, los animo a no estancarse, a seguir tendiendo la mano, a tratar de infundir confianza a quienes encuentran y compartan con ustedes esta causa común. No se desanimen cuando parezca que poco está cambiando para mejor. Perseveren, ¡sigan adelante!”.

Para Francisco, el segundo principio vertebrador es tener una mirada que vaya más allá del clericalismo: “Los abusos sexuales han provocado lágrimas en nuestro mundo y no solo en la Iglesia. Muchas víctimas siguen descorazonadas porque los abusos que tuvieron lugar hace muchos años siguen creando obstáculos y desavenencias en sus vidas. Las consecuencias de los abusos pueden producirse entre cónyuges, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, entre amigos y colegas. Las comunidades quedan destrozadas; la naturaleza insidiosa del maltrato desgarra a las personas y las divide, en sus corazones y entre ellas”.

Todo está conectado

Aquí, apelando una vez más a la esperanza, Bergoglio enfatiza que “lo que está roto no está destinado a permanecer roto. La creación nos dice que todas las partes de nuestra existencia están coherentemente conectadas, y la vida de fe incluso conecta este mundo con el mundo que vendrá. Todo está conectado. El mandato que Jesús recibió del Padre es que de todo esto nada ni nadie está perdido. Así pues, allí donde la vida está rota, les pido que ayuden concretamente a recomponer los pedazos, con la esperanza de que lo que está roto pueda recomponerse de nuevo”.

“Reparar el tejido desgarrado de la historia” es, para el Pontífice argentino, “un acto redentor” que entronca con Jesús, “que no evitó el dolor, sino que tomó sobre sí toda culpa. Este es el camino de la reparación y de la redención: el camino de la cruz de Cristo”.

El respeto y la bondad de Dios

En tercer lugar, Francisco ha pedido a los miembros de la comisión “cultivar en ustedes mismos el respeto y la bondad de Dios”. ¿Cómo? “Sean amables en sus acciones, sobrellevando los unos las cargas de los otros, sin quejarse, sino pensando que este momento de reparación para la Iglesia dará paso a otro momento en la historia de la salvación”.

Desde esta mirada histórica, el Papa ve con nitidez que “ahora es el momento de reparar el daño causado a las generaciones que nos precedieron y a los que siguen sufriendo. Este tiempo pascual es signo de que se nos prepara un tiempo nuevo, una nueva primavera fecundada por el trabajo y las lágrimas compartidas con los que han sufrido. Por eso es importante que nunca dejemos de ir adelante”.

Que nadie se quede atrás

Por último, el Santo Padre ha enfatizado que, en el seno de la Iglesia, no puede haber diferencias a la hora de acometer la lucha contra esta lacra con todos los medios disponibles, debiendo haber un plus, “en términos de formación y servicio a las víctimas, en África, Asia y América Latina”.

En este sentido, “no es justo que las zonas más prósperas del planeta cuenten con programas de protección bien formados y financiados, en los que se respeta a las víctimas y a sus familias, mientras que las de otras partes del mundo sufren en silencio, tal vez rechazadas o estigmatizadas cuando intentan dar un paso al frente para contar los abusos que han sufrido. También en este ámbito, la Iglesia debe esforzarse por convertirse en un ejemplo de acogida y buen comportamiento”.

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