Marco Caratelli, al rescate del pan de oro

El pasado atrae, revive y se pinta. Marco Caratelli (Siena, 1979) es el ejemplo. “Me gradué en 1998 en el Instituto de Arte de Siena y, posteriormente, me licencié en Historia del Arte en la Universidad de Siena. Con los años, empecé a organizar exposiciones individuales y colectivas inspiradas en la antigua técnica del temple de yema de huevo. Me especialicé en esta técnica estudiando detenidamente el tratado de Cennino Cennini publicado en 1400 y trabajando en un taller donde aprendí a crear dorados con materiales antiguos, como la tiza de dorador, la cola de conejo y el bol de Armenia rojo”, manifiesta.



¿Tiene sentido regresar a la pintura gótica? ¿A la madera en vez del lienzo? ¿Al pan de oro y la témpera de huevo? ¿A los punzoni para estampar los halos y los motivos decorativos? ¿Al siglo XIV en definitiva? “Tengo mi propio taller, situado en el centro histórico de Siena, donde pinto y vendo arte sienés medieval y renacentista, reproduciendo los iconos de los años 1200 y 1300, aunque personalizándolos mediante puntos de vista modernos y soluciones innovadoras”, explica cuando se le pide una definición sobre su arte. Ejemplos son sus obras con detalles tomados de trípticos góticos del catálogo sienés, como las alas de ángeles anunciadores o el perfil del arcángel Gabriel en La Anunciación de Fra Angelico. “Insertados en un entorno totalmente moderno y descontextualizado, adquieren un carácter verdaderamente contemporáneo”, asume el artista.

A su estudio de la via Monna Agnese, entre el baptisterio de San Giovanni y el Duomo de Siena, a esa bottega d’Arte la ha llamado Marco Caratelli –nada más y nada menos– que “el pasado en el presente”, que es la descripción más precisa de su propia pintura, en la que abundan las reproducciones de los grandes artistas sieneses de los siglos XIV y XV. No solo están ahí la línea, el cromatismo, el detalle, la expresividad, los rasgos dulces y delicados de las obras de Pietro y Ambrogio Lorenzetti, Francesco di Vannuccio, Sano di Pietro, Neroccio di Bartolomeo o el mismísimo Duccio di Buoninsegna, sino que, además, está también la propia técnica: el dorado, la témpera de huevo… Y, por supuesto, la iconografía del gótico y el primer Renacimiento.

Caratelli también significa la vuelta de las espléndidas Madonna con bambino –quizá su tema preferido–, los Crucificados dolientes y medievales, los santos, los ángeles, arcángeles y querubines. “Empecé con reproducciones de las biccherne, las más sencillas, más arcaico-medievales, donde la pintura aún no había evolucionado especialmente, es decir, no había desarrollado los caracteres góticos y la finura de las ricamente decoradas de 1300, cuyo maestro para mí es sin duda Simone Martini”, expone. Las biccherne son las famosas tapas de los libros de cuentas del municipio de Siena durante el medievo.

“Luego pasé a las representaciones de santas y Madonnas con niño, donde los rasgos estilísticos también se hicieron más sensibles y delicados, y donde, además de las características pictóricas, se estudiaron las relaciones y el juego de miradas de las vírgenes con los pequeños, desplazando el foco de atención hacia la relación madre-hijo, hacia una introspección más humana y menos estético-iconográfica”, declara.

Entre el pasado y el presente

No es solo el estilo, por tanto, sino también el significado. “Estoy muy orgulloso y contento de poder transferir mi conocimiento a las personas que viajan miles de kilómetros para venir a Siena a ver a Duccio di Buoninsegna, a Simone Martini y a los hermanos Lorenzetti –ha proclamado–. A veces, no nos damos cuenta de la suerte que tenemos de vivir en un lugar como Siena, la ‘cuna’ de la Edad Media”.

Caratelli se convierte así no solo en un artista cada día un poco más reconocido, sino también en un intermediario entre el pasado y el presente, como promulga desde la puerta de su taller, que revive la técnica, el estilo y la temática de un arte sacro primordial. “Crea la atmósfera del tiempo suspendido con pinturas que son el producto de un estudio minucioso, una precisión continua y una investigación incesante”, afirma la periodista sienesa Margherita Marchini. “Comenzando por la elección de la tabla antigua sobre la que pintar, pasando por la molturación del color con pigmentos naturales –prosigue–, Caratelli llega a la reproducción material de obras de arte antiguas en un contexto contemporáneo con un objetivo claro y definido: transmitir una técnica artística desconocida hoy en día”.

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