Paco Bezerra: “Santa Teresa es todo lo contrario a la España nacionalcatólica”

Conversar con el dramaturgo Paco Bezerra (Almería, 1978) es fácil. De él sale un torrente de opiniones, argumentos y explicaciones que se prodigan durante mucho más tiempo del que cabe en una entrevista al uso. La polémica en torno a la suspensión de la producción de ‘Muero porque no muero’, apalabrada con los Teatros del Canal –“censura”, precisa, de la que acusa a la Comunidad de Madrid–, y la diana que Vox fijó en él, le llevó a intervenir en la Comisión de Cultura de la Asamblea de Madrid.



“A santa Teresa no se le denigra en la obra. Usted no se ha leído la obra. Yo soy más seguidor de santa Teresa que usted”, le llegó a decir en noviembre al portavoz del partido de Santiago Abascal. “Usted está juzgando con su moral –añadió–, y su moral es la suya y no la de todos los madrileños”.

Con este episodio a sus espaldas, el autor lamenta que estos hechos hayan desvirtuado su visión de santa Teresa de Jesús: “Vuelve a la vida quinientos años después y a la España actual. Y eso, evidentemente, es ficción, y algo de lo que no se han enterado –manifiesta–. Yo no he dicho que santa Teresa sea yonqui, vuelve a la vida, lo cual ya es ficción, porque nadie lo ha hecho. Solo Jesucristo”.

Pero, a diferencia del Resucitado, añade: “Santa Teresa no encuentra un cuerpo en el que encarnarse y no sabe por qué ella es solo un espíritu. Entonces, se pone a investigar dónde está su cuerpo, porque se acuerda de lo que pasó con ella en vida. No sabe qué ha ocurrido estos últimos quinientos años, y de lo primero que se entera es que nada más morir la descuartizaron. Y que una costilla suya está en Italia, que las muelas están en México, que una clavícula está en Francia, que su mano está en Málaga, que el corazón está en Ávila… que está repartida por todo el planeta entero”.

Muero porque no muero (La vida doble de Teresa), verdadero título de la obra –un monólogo de la santa ya de vuelta–, comienza precisamente con la búsqueda de las reliquias. “Trata de buscarse a sí misma y de recomponerse, de profanarse a sí misma, si es que esto es posible, de reconquistarse a sí misma, vuelve a montar su cuerpo después de recoger la nariz en un sitio y los ojos en otro. Y todo esto es una excusa para reflexionar, sobre en qué hemos cambiado los españoles de hoy y de hace 500 años”.

Libertad en los márgenes

A través de esa recomposición, el texto dramático con el que Bezerra obtuvo el XXX Premio SGAE de Teatro Jardiel Poncela 2021 muda desde una autobiografía que la santa entona a partir de sus propios escritos, reivindicándose en los márgenes de la sociedad y en la más absoluta libertad –con la que conecta el propio dramaturgo–: “Se da cuenta de que, 400 años después de su muerte, hubo un tal Franco dictador que estuvo 40 años con su mano y que, cuando murió en el Hospital de la Paz, la tenía al lado de su mesita de noche, y que hasta se iba a pescar el salmón con la mano, y que esa mano la tenía en una guantera al lado de las marchas –relata–. También conoce que la hicieron patrona de la sección femenina, que era una cosa que se inventó un tal Primo de Rivera para educar a las mujeres… y ella se queda flipada de en qué la han convertido”.

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