El saludo de los obispos argentinos al Papa

En el marco de la Asamblea Plenaria los prelados enviaron su cercanía fraterna al Santo Padre

Como es habitual, en cada plenario de la Conferencia Episcopal Argentina, los obispos envían su saludo y afecto al Santo Padre. Esta reunión no fue la excepción.



Valoraron el reciente viaje apostólico del papa Francisco a Bahrein, en el que testimonió “el valor perenne de la paz y el lugar destacado de las religiones a fin de poner todo su empeño en alcanzarla para bien de los pueblos”. Expresaron que este gesto también los desafía a ellos, como pastores y fieles, en la búsqueda del fortalecimiento de la cultura del encuentro, a través de una herramienta imprescindible para nuestro país, el diálogo.

Le comentaron que, durante estos días de Asamblea, realizaron un importante intercambio pastoral. Pusieron en común las dificultades del contexto actual, la vida y el trabajo sinodal que vienen desarrollando las Iglesias diocesanas. Asimismo, aseguraron que en la semana continuarán con temas que los interpelan y exigen respuestas pastorales creativas: la atención y acompañamiento de los jóvenes, la formación para el ministerio sacerdotal y otros itinerarios formativos para la vida y la misión de la Iglesia, entre otros.

Tiempos duros

Los obispos, reunidos en Pilar para la reflexión y el discernimiento, estimaron oportuna la invitación “a vivir sinodalmente los grandes desafíos de la hora presente”, no solo por tratarse de un acontecimiento eclesial, sino por la dinámica permanente de escucha de todo el pueblo de Dios y del Espíritu Santo, en un clima de comunión y participación para la misión.

Le confirmaron que, como a el le sucede tantas veces, no les resulta fácil ser fieles a Dios y testimoniarlo con amor evangélico porque son tiempos duros en los que todo es interpretado de modo sesgado, con miradas e intereses ajenos. “Pero no podemos ni queremos dejar de hacer nuestro aporte como Iglesia, para construir juntos la Patria de hermanos que Dios ha querido que fuéramos”, indicaron los prelados.

Le aseguraron al papa Francisco la oración por el y se encomendaron a la propia; le enviaron un abrazo fraterno y encomendaron a la Madre de Luján para que Ella cuide sus desvelos de buen pastor por toda la Iglesia.

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