Cristina Inogés: “El gran cambio del Sínodo llegará por pequeños y personales cambios cotidianos”

La teóloga ha participado hoy en la apertura del curso de Cristianisme i Justícia

¿Hay excluidos dentro de la Iglesia? Para la teóloga Cristina Inogés, miembro de la Comisión Teológica del Sínodo, “por supuesto que sí”, ya que “no todos los excluidos están sistemáticamente en el margen, la periferia, o la frontera”. Así lo ha expresado hoy en la apertura del curso de Cristianisme i Justícia, en la que ha participado con la ponencia ‘Excluidos en la Iglesia ¿qué podemos decir desde el Sínodo?’.



“Dentro de la Iglesia hay personas excluidas por su forma de pensar, por su forma de vivir su espiritualidad, por su posicionamiento ante ciertas realidades pastorales…”, ha explicado Inogés. “Uniendo todo esto, obtenemos el perfil de personas que nos ponen en ‘modo cuestionamiento’”, ha señalado.

Asimismo, la teóloga ha apuntado que se trata de personas “que están sometidas a un grado de indiferencia tremendo”. “Tienen visibilidad porque hoy las redes sociales –bien tratadas- nos dan muchas posibilidades, pero no deja de haber una indiferencia institucional que es una forma de silenciarlas porque, todavía falta nos falta algo de autonomía (por lo menos a algunas personas) como para hacer opciones personales”, ha añadido.

Ahora, con el Sínodo –el cual acaba de ampliar su proceso hasta 2024– “por primera vez, todo el pueblo de Dios, y aún a quienes no los consideramos miembros del mismo, hemos sido convocados para que nuestra reflexión, nuestras ideas se escuchen”. En este sentido, “ya no habla Roma solamente, sino que hablamos todos”.

Aportaciones de los excluidos

“Hasta ahora, podíamos descargar mucha responsabilidad en las conferencias episcopales porque su voz se entendía como la voz de la Iglesia”, ha aseverado la teóloga. “Pero ahora ya no, las conferencias episcopales tendrán sus papel, pero nada va a llegarnos solo desde arriba. Seremos todos a hablar y a aportar”, ha aseverado.

Sin embargo, Inogés ha advertido que “no podemos caer en el error de convertirnos ‘en los de arriba de los excluidos’, es decir, en ser nosotros quienes hablemos e interpretemos lo que ellos tengan que decirnos, porque lo bueno, entre otras cosas de este Sínodo, es que hay una pregunta que lo envuelve todo y que no está formulada explícitamente: Iglesia, ¿qué estas dispuesta a escuchar de ti misma?”. “Nosotros tenemos que ser cauce”, ha apuntado, “vía para que la voz, el sentir, y las propuestas de quienes están marginados tengan la posibilidad real de poder hablar”.

Además, Inogés ha subrayado que, durante la fase diocesana, “se ha demostrado que la voz de esos que tan ‘alegremente’ llamamos alejados han hecho aportaciones valiosísimas porque, su aparente distancia, les permite ver con más claridad”.

Una forma de vida

“Por tanto”, ha incidido, “al decir ‘desde el Sínodo’, y referirnos a los excluidos, más que cuestionarnos qué podemos decir, deberíamos preguntarnos qué podemos aprender, cómo cambiar nuestras actitudes, cómo aprender a escuchar, y, sobre todo, cómo aprender a ser más humildes y evangélicos en nuestra vida cotidiana. Porque el gran cambio llegará por pequeños y personales cambios cotidianos que fomentarán cambios comunitarios”.

De esta manera, “las soluciones deberán venir de un proceso de conversión muy fuerte, diría que radical, porque solo así seremos capaces de reflexionar con la mente y con el corazón”. Y es que, para Inogés, “no se trata de buscar fórmulas empresariales para ser efectivos y alcanzar nichos de mercado que ahora no tocamos ni de lejos”, sino de “hacer realidad la forma de vida de Jesús de Nazaret que, como dije en la meditación de apertura del Sínodo, no nos dejó una estructura de Iglesia diseñada, sino una forma de vida”.

“Todos somos Iglesia”, ha recordado Inogés, “también de alguna manera quienes ahora nos miran desde los límites creados por nosotros, es responsabilidad nuestra poner a trabajar la vocación personal que cada uno recibió en su bautismo, porque la tenemos”. De hecho, sólo desde ahí “seremos capaces, no de dar soluciones, sino de hacernos las preguntas necesarias para reflexionar sobre la actitud mantenida hasta ahora con los excluidos y decidir si debe o no cambiar”.

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