Oscar Pérez Sayago: “La escuela católica no es un gueto encerrado dentro de sí misma”

Oscar Pérez Sayago es el secretario general de la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC) y tiene sobre sus hombros la responsabilidad de organizar la edición 27 del Congreso Interamericano de Educación Católica, que este año tomará como base el documento de la Unesco ‘Los futuros de la educación’.



Al respecto ha mencionado que “teniendo en cuenta que este documento se está escribiendo todavía, nos invita a pensar en tres ideas claves sobre la educación del futuro: primero, el cuidado del planeta o en la Iglesia hablamos del cuidado de la casa común, segundo, nos invita a que luchemos por una sociedad más pacífica y, tercero, nos invita precisamente a la búsqueda del bien común”.

Por tanto, está en sinergia con el pacto educativo global, donde “el papa Francisco nos invita a trabajar en común como hermanos y hermanas para que el desarrollo sea para todos no para unos pocos”.

El docente mencionó que esperan 1.000 participantes el 27 y 28 de mayo, “teniendo en cuenta todas las medidas de bioseguridad”, en el hotel Hilton de Ciudad de México para brindar calidad al máximo: académica, de atención, cultural, recreativa y turística.

Formar ciudadanos comprometidos

PREGUNTA.- A propósito del tema del Congreso, ¿cómo ves el futuro de la educación en América Latina y el Caribe después del covid-19 y en medio de los efectos sociales: migraciones, pobreza, conflictos?

RESPUESTA.- “Evidentemente el covid ha acelerado y profundizado todas las problemáticas que tiene la educación. Siempre hemos insistido desde la CIEC que es importante tener en cuenta la excelencia y esto significa que tenemos que brindar una educación de calidad, que responda a todos los problemas actuales como migraciones, pobreza, conflictos, pero no solamente esto, todas las luchas por el poder que hay en nuestros países la división, la polarización, entre otros.

Además yo creo que el hecho de que la escuela sea un laboratorio existencial ético y político, exige que nosotros formemos a los ciudadanos que América Latina requiere, y los ciudadanos que América Latina requiere tienen que ser ciudadanos honestos, comprometidos, que luchen contra la pobreza.

El hecho de dar calidad no significa que le demos a los sectores más desposeídos una educación mediocre, sino garantizar una formación que sea el medio por el cual puedan salir de la pobreza, puedan solucionar conflictos y resolver todos estos problemas que de una u otra manera se van a ir aumentando con las guerras, con el cambio climático”.

Poner la semilla en los niños

P.- ¿Además del tema de la postpandemia, a eso sumémosle el bélico, ¿cómo lograr que las escuelas se conviertan en espacios promotores de paz sin caer en sesgos o agendas ideológicas sobre todo en nuestra región que se enfrenta al fenómeno de la polarización?

R.- “Obviamente esa es nuestra tarea, es formar ciudadanos como escuela católica, tenemos que formar ciudadanos con capacidad crítica, ciudadanos que tengan la capacidad de entender el mundo que le rodea, asumir posturas críticas, pero también de hacer un aporte constructivo a la sociedad.

Es evidente que la escuela tiene que cumplir un papel de formación social, política, desarrollo de la conciencia, con valores. Lógicamente es un trabajo que se hace desde la primera infancia, nosotros no podemos pretender que en bachillerato podamos hacerlo.

Por eso el Papa insiste en que la semilla se pone desde niños, nosotros hablamos de esa formación integral, donde hablamos de todas y cada una de las dimensiones, para apostarle a la sociedad, con esas nuevas personas que requieren un mundo más pacífico, más honesto, más transparente”.

Oscar confiesa que al ver las noticias sobre la guerra entre Ucrania y Rusia “me entra una sensación de fracaso, de fracaso porque no hemos logrado con la educación lo que deberíamos estar logrando: sociedades pacíficas, sociedades en paz y, sobre todo, sociedades que puedan ayudar a contribuir a los problemas del mundo”.

Para ello replantea una pregunta: ¿Qué mundo le vamos a dejar a nuestros niños y jóvenes? Por ¿Qué niños y jóvenes le vamos a dejar al mundo? Para apuntar: “Esa es la pregunta que la escuela católica se debe hacer hoy, lo que en España hablan del perfil de salida ¿cuál es el perfil de egreso de nuestros estudiantes?”.

Toda una rémora, “sacamos seres profesionales  y exitosos que pide el mundo o sacamos seres que sepan compartir, que sepan cuidar el espacio y, sobre todo, que puedan construir el bien común”.

Formar a los docentes

P.- El tema del bullying, los abusos, la deserción, por ejemplo, cada vez se tornan más recurrentes, ¿En medio de estas fuertes realidades cuál debería ser el rol del educador católico?

R.- “Una de las cosas que nos preocupa enormemente a la CIEC es esa formación, no solo profesional, sino humana. Necesitamos docentes comprometidos con su realidad, pero también comprometidos consigo mismos.

Desde que inició la pandemia, hemos apostado con una formación gratuita, constante, permanente y, sobre todo, una formación de calidad. No es tanto pensar en cómo responde el maestro, sino cómo formamos a ese docente y le damos las habilidades necesarias, las competencias y las calidades humanas para responder a todos estos desafíos que encontramos.

El bullying que es constante en nuestras escuelas, pero el problema del bullying no tiene que ver solamente con el que agrede, sino con el silencio de los otros. Los abusos que de una u otra manera nosotros también como Confederación hemos planteado documentos donde llamamos al mundo a comprometernos en contra todo tipo de abusos, a denunciar.

Para evitar la deserción apelamos al marketing educativo, el marketing educativo no es solo buscar personas y estudiantes para nuestros colegios, es mantener los que hay, ya sea en la escuela pública o en las privadas.

Lo primero, es formar a nuestros docentes con las capacidades humanas, apostar porque los docentes una vez comprometidos con la realidad, puedan transformar esa realidad.

Recordemos que nuestros niño y jóvenes de hoy son visuales, todo lo ven, todo lo analizan y hoy como dice el Papa, necesitamos testigos que demuestren esta realidad en la que nos encontramos”.

La educación, principal desafío

P.- Tras la celebración de este Congreso, ¿cómo se traducirá el aporte de las Escuelas católicas en afianzar el camino sinodal convocado por el Papa y en continuidad, por supuesto, al pacto educativo global?

R.- Yo creo que la educación a veces no ha sido objeto de importancia por estas grandes instituciones eclesiales. La educación es el principal desafío.

En América Latina encontramos que cada vez los niños y jóvenes visitan menos las iglesias, pero sí visitan las escuelas y, entonces, la escuela católica es el principal medio de evangelización que tenemos con las nuevas generaciones y el pacto educativo nos invita a tener en cuenta a todos.

El pacto educativo nos invita a luchar por las nuevas realidades, a comprometernos. Nosotros como Congreso y como Confederación lo que queremos es decirle al mundo, mire la escuela católica está a la vanguardia, la escuela católica está comprometida, la escuela católica no es un gueto encerrado dentro de sí misma o como nos dice el papa encerrada en un búnker.

Al contrario, es una escuela que sale, que conoce las realidades de nuestros niños y jóvenes, que conoce las realidades de las familias, las realidades de nuestros docentes, las realidades de nuestros centros educativos”.

Antes de finalizar, el Secretario General de CIEC advierte que “las escuelas están perdiendo alumnos, están cerrando muchas”, por ende, “nosotros –y toda la Iglesia–debemos priorizar la educación como el medio privilegiado de evangelización, de acercamiento, de acompañamiento y sobre todo de escucha”.

Foto: archivo

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